Chica amable.

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Aun cuando Gabe se levantó para ducharse y salió con una toalla enrollada en su cintura, su pareja seguía en la cama, desnudo y muy concentrado en su videojuego. ¿Se habrá dado cuenta de la cantidad de horas que paso jugando a esa cosa?

- ¿Cómo es que la batería de esa cosa no se acaba o revienta? – Rio Gabe.

- La recargó y enfrió con mis poderes. – Dijo Cas, ceño fruncido en absoluta concentración.

A eso se le llamaba obsesión. Sin embargo, el morocho tenía tiempo para su novio, correspondiendo su beso sin importarle perder en el juego esta vez. Gabriel estaba a punto de acurrucarse al menos media hora más a su lado, pero el timbre de la puerta le arranco la ilusión.

Bufó alejándose del menor y caminando con desganó a la puerta.

Una pelirroja de curvas y escote más que pronunciado le sonrió.

- Hola, Gaby. – mirada insinuante.

En seguida la chica se acercó seductoramente a él, pasando su brazo por su cuello sin permitirle moverse.

- Hey, Jessie. –

Tenía que librarse de esta mujer antes de que algo malo pasara. Antes que nada, quito a la mujer de encima suyo, amablemente.

- Estoy ocupado ahora, cariño. – Empujó a la chica hacia afuera. – Hablamos luego.

- ¡Oh! ¿Interrumpo algo? Pero tú sabes que no me importa compartir. – Insistió.

Todo estaba yendo tan bien. Se había deshecho de los contactos innecesarios en su celular, vaciado su galería de fotos, cancelado toda fiesta o reunión a la que lo invitaron. Era absolutamente de su ángel. Cinco meses de puro amor no podían ser arruinados por la chica que vivía en el piso de abajo.

- Gabe, ¿Esta todo bien?

A los ojos del recién llegado Cas, el castaño era un montón de nervios, como si esa chica fuese una amenaza para su integridad física. No veía nada malo en ella, pero parecía aterrorizar al arcángel. Pero ahora, la situación de Gabe empeoró con la llegada de su novio. ¿Cómo iba a explicar esto?

- Cassie, ella... - Buscó las palabras correctas para que la bomba no estallara en su cara, pero era muy complejo. – ... pues es...

La pelirroja se le adelanto en las presentaciones, acercándose peligrosamente al ángel. Gabriel, solo entonces, fue consciente de la apariencia de su novio. Su única vestimenta era su ropa interior negra, la cual se había puesto de milagro; el cabello despeinado en ondas y aun llevaba su celular en la mano, donde se mostraba el menú de inicio de su juego. Desde el primer segundo, la tal Jessie notó la musculatura marcada, la perfecta mirada azulada y esa voz que estremecía, no iba a dejarlo pasar.

- Soy Jessie, es un placer. – Sonrió, besando la mejilla del morocho.

Algo hizo clic en el interior del arcángel. Pasó de los nervios por no saber cómo afrontar la situación, a sentir celos furiosos. Esa mujerzuela había besado la tersa piel de Su ángel. Deseaba hacerla arder con su mirada.

Tomó a la chica por los hombros, empujándola hacia afuera una vez más.

- Mis cosas no se tocan. – Su voz sonó aterradora en el susurro que pronuncio al oído de la chica. – Ni siquiera puedes mirarlo.

La muchacha lo miró con sorpresa ya fuera del departamento.

- ¡Y no vuelvas! – Espetó, cerrando la puerta de un golpe.

Cas había vuelto a su videojuego cuando Gabe se giró a mirarlo.

- Que lastima. – Dijo el ángel. – Parecía amable. – Dando media vuelta para volver a la habitación.

- ¡¿Cómo que amable?! – Chillo Gabriel, los celos ardían en sus ojos. - ¡Es una zorra!

El menor sonrió, lejos de la vista de su novio. Sabía lo que provocaba en él, y la verdad, le divertía un poco. 

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