Capítulo 19

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Casualidades

Ver su rostro sorpresivo no hizo mas que aumentar mi sonrisa. Se encontraba tan atractivo como esa vez en el club -Nunca pensé que nos encontraríamos justamente en el instituto, Yuma-kun. Es algo un poco gracioso, después de todo-

Él me observó con diversión, captando mi indirecta. Estuvo a punto de hablar, pero una voz aguda sus espaldas le interrumpió -Aah Yuma-kun, ya nos estamos llendo ¿Podrías decirle que mañana le daré un autógrafo?- Yuma miró hacia atrás con confusión al igual que yo, pudiendo observar como un chico de abundante cabello rubio y con bastantes accesiorios en las muñecas se alejaba con porte orgulloso.

Nuevamente volví a mirar al alto confundida -¿A quién le estaba hablando?-

Yuma rodó los ojos y negó con la cabeza -Creyó que te habías acercado a pedirle un autógrafo, como muchas de aqui ¿No sabes quien es él?-

-Pues no tengo la mas mínima idea. He ingresado al instituto hace poco-

-Ya veo, en todo caso ya te enteraras- Se encogió de hombros, como restandole importancia al asunto. Inmediatamente llevé la mirada hacia él, observandolo fijamente antes de responder -Pues no lo veo necesario. No creo estar interesada precisamente en él-

Yuma sonrío levemente de lado y se acercó un poco mas hacia mí. Miró ambos lados del pasillo en donde estabamos con discreción y luego de verificar que no había nadie, me atrajo a su cuerpo de un rápido movimiento y plantó sus labios sobre los mios, besandome con hambre.

Inmediatamente solté mi maleta dejando que cayera al suelo y conduje mis manos a su cuello, aceptando el beso con la misma intensidad. Era tan exitante, embriagador, como la primera vez.

Y de no ser porque Yuma escuchó pasos acercandose, no me habría separado de él ni un milímetro. El castaño volvió a tomar un poco de distancia entre ambos y se apoyó en el muro detrás de él, como si nada hubiera pasado. Me limité a hacer lo mismo, mientras veía a uno de los profesores pasar por nuestro lado y despedirse de nosotros cordialmente sin detener su paso.

Exale una pequeña risa en cuanto volvimos a quedar solos y lentamente despegue la espalda de la pared, recogiendo mi maleta del suelo para luego voltear a verlo de nuevo
-Debo irme Yuma-kun, tal vez mañana volvamos a encontrarnos-

Sonreí de lado y pasé una mano por mis cabellos acomodandolos. Yuma colgó su mochila por sobre su hombro y sonrío de la misma manera -Mañana, en la azotea-

Dijo para luego marcharse y desaparecer por la esquina del pasillo. Mordí mi labio inferior con una pícara sonrisa, comenzando a caminar hacia la salida con tranquilidad.

Una vez fuera, pude divisar la limusina estacionada frente a las puertas y a un muy serio Reiji parado al lado de ésta. Me acerqué a él intentando parecer lo mas normal posible, sin embargo, sentir su escrutadora y gélida mirada posarse en mi hizo que pasara saliva por mi garganta nerviosamente.

-Sube ya- Su voz salió dura y fría, y sin apartar la vista de mi me dio paso hacia el interior de la limusina. El pelinegro subió después de mi y se sentó en su habitual lugar, en silencio y totalmente serio. Si se hallaba enojado, no se le notaba en absoluto, algo que realmente era muy inquietante.

A los pocos segundos de que el coche arrancara, se escuchó un fuerte gruñido de Ayato, el cual se volteó completamente hacia mi con el entrecejo fruncido.

-¿En dónde te habías metido mocosa? ¡Has hecho esperar a Ore-sama, y te castigare por ello!- Vociferó el pelirrojo enojado. Cerré los ojos momentáneamente y respondí en voz baja -Un profesor me detuvo en el camino para avisarme que necesitaba ponerme al día con mis tareas, y explicarme otras cosas que no tomé mucha importancia-

Apoyé la espalda contra los asientos y me dediqué a mirar por la ventana, dejando de escuchar las quejas que Ayato soltaba para llevar mi mente al alto castaño, e involuntariamente una sonrisita escapó de mis labios... sin percatarme de que alguien me observaba atentamente.

-¿¡Oye mocosa estás ignorando a Ore-sama!?- Di un pequeño respingo del susto ante el grito del pelirrojo e inmediatamente volteé a verlo. Ayato lo noto y gruño enfadado en respuesta. Estuvo a punto de volver a gritarme, pero Reiji lo silenció de inmediato -Suficiente Ayato, comportate de una vez. En cuanto lleguemos a la mansión yo personalmente me encargaré de este asunto-

Y así mismo, luego de un par de horas de haber llegado, Reiji me ordenó subir a sus habitaciones de inmediato. Al principio dudé en si negarme o no, tenía en claro que el azabache estaba mas que molesto por aquello y que al llegar seguramente me sermonearia por hacerlos esperar. Sin embargo si optaba no ir tal vez tendría otras consecuencias peores. Suspire, no quería problemas ni mas castigos, con el de Ayato fue suficiente para darme cuenta que no debía hacerlos enojar demasiado, o sería peor para mi.

Inhale profundo y lentamente subí las escaleras hasta el cuarto de Reiji. Golpeé su puerta suavemente y entré a su habitación cuando escuche su voz darme acceso a ella, sin embargo, no me adentre mas allá, me quede frente a la puerta. Si tenia algo que decirme tranquilamente podría escucharlo desde aquí, y también podría huir rápidamente si la situación se tornaba algo peligrosa para mi.

Él pelinegro volteó en mi dirección al no sentir mis pasos por el cuarto y arqueó una ceja al verme -Puedes acercarte y tomar asiento, por favor 

-Gracias, pero estoy bien aquí ¿Para que me necesitas?- 

-No era una petición. Sientate-
Sus ojos rojos me observaron fijos e intimidantes. Una característica muy parecida... a mi padre. Respiré profundo y exhale con lentitud, acercándome cautelosamente hasta tomar asiento en el pequeño sofá frente a una bonita mesa de café. 

En silencio, lo oí servir algo en una taza que luego se acercó a entregarme. Era té, con un agradable aroma a menta. Levanté la vista hasta Reiji confusa y desconfiada de su actuar. Algo que no pareció agradarle -Es de mala educación no aceptar lo que te ofrecen-

 Nuevamente la mirada en sus ojos y el tono de su voz provocaron que obedeciera, así que recibí con cuidado la bella taza que se me ofrecía y observé, atenta y disimuladamente, el contenido que ésta portaba. Él cogió la otra taza y se sentó frente a mi, bebió un sorbo de ella y dejó la taza entre sus manos, volviendo nuevamente a mirarme. En cuanto a mi, no dejaba de observarlo a él y luego a la taza, teniendo aun ciertas dudas en si beber o no. Aunque bueno... el ya había tomado y por el momento no le había sucedido nada. Me animé, y bebí un poco también, dejando luego la taza sobre la mesa. 

Pasaron algunos minutos en donde nadie dijo nada, algo que comenzaba a ponerme incómoda. Además Reiji no dejaba de mirarme seriamente, como analizandome, y lo detestaba, me recordaba a cuando mi padre me observaba de igual forma, mientras me hacía beber sus extrañas y peligrosas pociones siendo yo tan solo una niña. Cerré mis ojos brevemente y volví a abrirlos buscando su mirada con hastío, iba a decirle que dejara de observarme así, sin embargo él se adelantó. 

-Puede que vivas aquí ahora y que seas la protegida de mi tío, pero en esta casa hay reglas y mientras permanezcas aquí las cumplirás- 

-¿Estas haciendo esto sólo por aquel pequeño retraso en el institut...?- Repentinamente una punzada atravesó mi pecho dejándome sin oxígeno, presioné una mano sobre mi cuello y comencé a respirar entrecortado, aumentando mi desesperación. Mi cabeza comenzó a dar vueltas y una sensación ardiente se expandió por mi cuerpo, parecía como si tuviera una corriente de fuego. Solté un gemido rasposo y mire asustada al pelinegro, el cual ni se había inmutado mientras me miraba con una leve sonrisa  -Espero que este grave error no vuelva a suceder, o de lo contrario será peor para ti- 

Eso fue lo último que logre escuchar antes de que mis sentidos se apagaran por completo. 

La Hija De Richter //Diabolik Lovers//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora