Capítulo uno.

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 Todo comenzó un verano del año 2011, cuándo Louis había tomado la decisión de marcharse de casa sin siquiera despedirse. Solo dejando una triste nota encima de su cama pidiendo que no se molestaran en buscarlo, pues él seguramente estaría mejor en cualquier otro lugar en el que su familia no interviniera de alguna manera. 

 Salir de la ciudad, en aquel entonces, sería la mejor opción de escapar de la desagradable realidad en la que vivía. No importaba su ignorancia respecto al conocimiento de su país, lo único que quería era alejarse. Desaparecer. 

 Louis nunca hubiera imaginado que aquella precipitada decisión fuera el comienzo de la mejor etapa de su vida. 

 El triunfo que tuvo al toparse con aquella empresa cinematográfica no era el principal motivo de su felicidad. El principal motivo era aquella persona que había conocido por casualidad, haciendo un maquillaje increíble con tan solo 17 años de edad: Harry Styles. 

 Louis siempre tuvo la idea de que el destino los había juntado, pues casualmente ambos jóvenes buscaban sentirse en un verdadero hogar a lado de una buena familia. Alguien que los escuchara, cuidara y amara. Alguien que los hiciera sentir protegidos, alguien que les hiciera ver que nunca estaban solos. 

 Ambos chicos nunca hubieran imaginado que su verdadera familia se trataba de tan solo una persona. No tardaron en comprender que una familia no necesariamente debía estar constituida por un padre, una madre y hermanos. No tardaron en comprender que un hogar no eran necesariamente 4 muros. No tardaron en comprender que bastaba la compañía del otro para sentirse en un verdadero hogar. 


 [2015] 

 — ¡Es maravilloso!—. Elogió Louis, mirando en el espejo el impresionante resultado del maquillaje que Harry había practicado en su rostro. 

 — ¿De verdad lo crees?—. Preguntó tímidamente el menor. 

 — ¿Estás bromeando Harry? ¡Estoy seguro que van a contratarte!—. Exclamó, admirando cada detalle. 

 Había pasado de un adorable castaño con lindo rostro a un horrible muerto viviente. Le parecía increíble la habilidad que el rizado tenía de transformar a una persona en cuestión de minutos, y claro, Harry le agradecía a Louis por ser su modelo de práctica. 

 Algunas veces Louis sentía como si fuera el padre de Harry, pues, debido a que lo había conocido siendo menor de edad, había sido asignado como tutor legal del rizado, sintiendo una gran responsabilidad al tenerlo viviendo consigo. A pesar de que Harry era un hombre, e incluso había madurado de una forma rápida, Louis seguía viéndolo como un pequeño niño, aunque el inmaduro de la casa fuera él, realmente. 

 La expresión de vergüenza en el rostro de Harry ante los comentarios positivos del mayor cambió a una de completa vergüenza ajena ante el castaño que fingía ser un muerto viviente, diciendo cosas difíciles de entender y estirando sus brazos hacia el menor. 

 — Louis... ¿Cuándo piensas madurar?—. Interrogó, ordenando su estuche de maquillaje. 

 — ¿Tú de verdad quieres que lo haga?—. Respondió el mayor, conociendo perfectamente lo que Harry contestaría. 

 — No—. Susurró.

 — ¿Qué dijiste? Disculpa, no te escuché. 

 — ¡No te hagas el sordo! Sabes lo que dije y no lo voy a repetir—. Respondió de mala gana, saliendo de la habitación para luego bajar las escaleras, siendo perseguido por un insistente Louis. 

 — ¡Dilo!—. Pidió, dejando caer sus brazos por los hombros de Harry, rozando con sus dedos el estómago del mismo. 

 — ¡Deja de molestar Louis! Voy a hacer la cena. 

 — ¡Sólo dilo! ¿Qué te cuesta Hazzie?—. Insistió, formando un puchero con sus labios. 

 El ojiverde bufó, negó con la cabeza alzando poco a poco ambas comisuras en una sonrisa y finalmente cedió ante la actitud infantil del mayor. 

 — ¡No quiero que madures!—. Aceptó luego de rodar los ojos. 

 Louis soltó una risita, plantó un casto beso en la mejilla del menor, consiguiendo un doloroso golpe en el brazo derecho. 

 — ¿De dónde sacas tanta fuerza? ¡Eres tan delgado! Sigo sin comprender—. Comentó incrédulo, frotando la zona adolorida con la palma de su mano. 

 El «br» «br» del teléfono sobresaltó al castaño, quién por suerte se encontraba a escasos centímetros del mismo. Tomó con molestía el viejo aparato que Harry creía valioso y acercó a su oído la bocina. 

Un escalofrío lo recorrió desde el cuello hasta la punta de sus pies. Nunca podría olvidar aquella voz, razón por la cual había olvidado como respirar. 

 — Pa-Papá...—. Balbuceó, luego de largos segundos. 

 El rizado giró su rostro en dirección al Louis tembloroso que luchaba por mantenerse de pie. Continúo cocinando sin despegar la vista del castaño, pendiente en cada palabra que decía para así saber en qué momento sería necesario actuar. 

 — Y-Yo... Estoy... Bien, estoy muy bien... ¿Cómo es que sabes este número?—. Pausó, escuchando con interés.— ¿Estabas preocupado por mi? ¡Claro! Es por eso que lo conseguiste después de cinco años —. Respondió con amargura. 

 El rizado miraba con atención, sintiendo un extraño temor. ¿Qué era lo qué temía? Ni siquiera estaba seguro del motivo. 

 — Sé que no estabas preocupado, dime cuál es el motivo de tu decisión de arruinar mi día... ¿Me viste en televisión? Seguramente estás satisfecho de que he logrado algo importante en mi vida ¿No es así?... Sólo... Ve al grano ¿Para qué me llamaste?... 

 El castaño se dejó caer en el sofá, sintiendo una fuerte presión en su pecho y sus ojos cristalizarse, alertando al ojiverde. 

 — ¿Lottie se casa?—. Repitió en un susurro, sintiendo una punzada en su corazón.— ¿Cómo es...? ¿Cuándo?... Yo... Estaré ahí para ella... Solo para ella... ¿Una chica? ¿Quieres que lleve a mi novia?... ¡Claro que tengo una novia papá!... Esperaré los boletos, ella estará muy feliz de ir... Adiós. 

 El rizado salió de la cocina luego de asegurarse de que el castaño había colgado. Se sentó a su costado y lo miró con atención, esperando cualquier reacción. 

 — Louis... 

 — Lottie... Se casa... ¡Lottie se casa Harry!—. Exclamó con una sonrisa nostálgica, tomando las manos del menor con las suyas. 

 — ¡Lo escuché! Te pone muy feliz ¿Cierto? 

 Louis asintió, derramando las primeras lágrimas. Había sido tan inesperado, recién se daba cuenta del tiempo perdido, de los años sin saber de sus hermanas, del daño que había generado tanto en ellas como en él.

 — Y... Escuché que llevarás a tu novia—. Agregó Harry, desviando la mirada.— ¿Cuando ibas a decirmelo? ¿Quién es tu novia? 

 El ojiazul lo miró horrorizado, sintiendo un agujero en su estómago. 

 — Yo también quiero saber.

 — Yo también quiero saber

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| Pretty Lie |  Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora