No, soy gay.

Capítulo 4

— ¿Sí saldrás con él? — se burló Diego mientras se encaminaban ambos dentro del salón de clases. Su nuevo profesor de Matemáticas era un enorme grano en el trasero, no podía simplemente permitirse llegar a la hora que se les diera la gana. Afortunadamente, llegaron quince minutos antes así que estaba todo perfecto.

— Le dije que sí, quiero conocerlo. — se encogió de hombros relajado. No quería confesar que en realidad se moría de ganas por saber de quién se trataba, simplemente no podía darle el gusto a su tonto amigo de mofarse de él. Además, solo lo conocería y le agradecería por su buen gusto. Eso era todo.

— Vaya, supongo que tienes una cita entonces. — su amigo rió dejando su mochila debajo de su pupitre para seguidamente tomar asiento al igual que Emilio.

— No seas idiota, solo quedamos en vernos en una cafetería cercana aquí. Quiero conocerlo y tal vez decirle que ya deje de acosarme. — para ser honesto no estaba muy seguro de saber exactamente en lo que se estaba involucrando, pero no le importaba mucho ya que había planeado su discurso y sabía perfectamente que aquel niño lo dejaría en paz.

— Bueno, no te enojes. — levantó sus manos en señal de inocencia. — ¿Qué haces si es un niño guapo? — dijo pícaro levando sus cejas de forma divertida.

Emilio rodó los ojos ante tal pregunta. Estaba muy claro que eso al rizado no le importaría pero en lo más mínimo.

— ¿Y yo qué voy a saber si alguien es guapo? No seas tonto. — se quejó en un tono cansado.

— Así como sabes que Sabrina es guapa puedes saber si tu admirador secreto lo es. — dijo simple a la vez que se acomodaba mejor sobre su asiento ya que el profesor hizo presencia dentro de aquel aula.

El mayor soltó un bufido y negó rindiéndose ante la lógica del ojimiel.

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— Estoy nervioso. — declaró el pequeño a su mejor amiga. Azul sabía que este era uno de los momentos más importantes para Joaquín, así que como buena mejor amiga que era estaba encargada de que este se sintiera el niño más feliz de todos en esa cita. — ¿Crees que hice bien en invitarlo a salir? — se cuestionó y unos ojitos brillantes miraron con angustia a la muchacha rubia.

— Claro que sí, bebé. — asintió queriendo brindarle toda la confianza posible. — No tengas miedo. Tú ve con todo porque estoy segura que lo dejarás con la boca abierta. —  sonrió y comenzó a peinar el suave cabello de Joaquín.

Azul creía que ese encuentro sería no tan satisfactorio como su niño esperaba, pero bueno, ella no podía hacer nada al respecto.

— Siento que se sorprenderá mucho. —  comentó con una sonrisa que no alcanzaba sus ojitos. — Pero estoy tan feliz de poder compartir con él ahora. A pesar de que en un principio no quería que me conociera. —  declaró un poco triste.

Su amiga dejó de lado el cepillo y lo abrazó por la espalda queriendo reconfortar todos esos sentimientos.

— Te irá excelente porque eres un alma excelente. — sonrió y dejó un suave beso en la sien del pequeño haciendo que este sonriera. — ¿Me enseñas lo que vestirás?
— preguntó intentando cambiar el tema. Además, no podía esperar más por ver a su niño deslumbrante como siempre.

Joaquín asintió emocionado y se levantó de la cama para dirigirse hasta su armario. Tomó las prendas y corrió de forma adorable hasta el baño.

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— ¿Irás así? — Diego frunció el ceño al ver a su amigo con su primer cambio de vestuario. Según el rizado era su favorito, se sentía cómodo.