Capítulo 8

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— ¿Crees que no me di cuenta de lo que hiciste allá adentro? — el tono burlesco que utilizó Diego hizo rodar los ojos a su amigo.

— No hice nada. — tomó su mochila y la colocó sobre su hombro mientras caminaba hasta el estacionamiento de la escuela.

— Sí, y yo creeré eso sólo porque lo dices tú. — rió el ojimiel. — Si te gusta me lo dices y ya. — se encogió de hombros. La respuesta que sea que diera su amigo él la respetaría. — Joaquín me atrae demasiado, creo que no es necesario que te lo diga. — sonrió y observó las expresiones de Emilio. — Quiero saber si puedo avanzar con él. — dijo casi en un susurro temeroso.

— No sé qué es lo que pasa conmigo. — confesó sorprendiendo al ojimiel. — Pero de algo estoy muy seguro y es que no quiero que alguien se le acerque. — aseguró con una mirada fría a los ojos del contrario. — No me gusta que le coquetees. — relamió sus labios y colocó sus rizos hacia atrás. — Y tampoco me gusta que lo toques. — lo miró una vez más haciéndole sentir temor de incluso realizar cualquier movimieto.

— Creo que quieres decir que te gusta. — comentó con los ojos entrecerrados.

Emilio rodó los ojos y avanzó hasta su auto. Subió al asiento del conductor y esperó por su amigo a que también hiciera lo mismo.

— Sí, me gusta. — declaró y un inmenso silencio se apoderó de ellos.

Un buen actor hacía bien su trabajo hasta que se lo terminara creyendo. 

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— Creo que le gustas a Diego. — la rubia hizo cosquillas al menor mientras estos se revolcaban en su cama.

— ¡Claro que no! — chilló el pequeño intentando recuperar la respiración. — ¡Basta! — pidió casi con su último aliento.

Azul decidió termimar con la tortura y quedó sentada a la orilla de la cama.

— Ven. — pidió señalando el espacio vacío a su lado.

Joaquín se levantó y ajustó su falda para que esta quedara perfectamente lisa sobre sus muslos.

— Esa cintura vuelve loco a Valdés. — rió observando lo delgado que su bebé era. — Jamás había visto a alguien babearse tanto por ti, fue increíble. — sonrió recordando el momento. — Además, Emilio cortó la escena. — elevó la cejas de forma divertida. — ¿Te diste cuenta de eso, no? — observó las mejillas rojitas de Joaquín y entendió que sí.

— Sí. — susurró recordándolo todo a la perfección.

— Tienes a los mejores amigos más calientes de toda la escuela enamorados de ti. — recalcó mientras acomodaba sus lentes sobre el puente de su nariz. — Quién pudiera. — jadeó decepcionada mientras abrazaba una almohada.

— ¿De qué chicos calientes hablas tú? — preguntó Renata, quien entraba a la habitación con vasos de refresco y algunas botanas.

Azul abrió los ojos a más no poder y Joaquín soltó una risita.

— Nadie. Son los pretendientes de Joaquín, mi amor. — le restó importancia. — ¿Te ayudo? — se ofreció y sin esperar respuesta tomó en sus brazos los bowls llenos de botanas.

Renata la observó con sospecha pero sin embargo rió. No podía enojarse con el amor de su vida, aunque a veces era un tanto inevitable.

— ¿Quiénes son tus pretendientes? — pregutó su hermana.

— Diego Valdés y Emilio Osorio. — respondió Azul emocionada.

— Pero te gusta Emilio, ¿no? — volvió a dirigirse a Joaquín.

No, soy gay.Where stories live. Discover now