— ¡Me dijo precioso, mira! — gritó el pequeño con una gran sonrisa. Su corazón podía explotar de la felicidad extrema que sentía. No podía creer que su príncipe por fin lo estaba notando, es decir, no sabía quién era exactamente, pero al menos no lo estaba dejando en visto como se imaginó en un principio.
— ¿Crees que Renata me mate si se entera que tomé el número de Emilio de su agenda para dártelo? — la rubia estaba un tanto asustada. Su novia era la presidente del club estudiantil, por lo tanto, tenía agendados absolutamente todos los número telefónicos de cada estudiante dentro de la institución. En un principio Azul no había cedido a los caprichos del menor, pero ¿quién le puede decir no a un Joaquín con ojitos de cachorro y pucherito?
Exacto, nadie.
— No, verás que no pasa nada. — le restó importancia y continuó leyendo una y otra vez el mensaje que le envió el rizado.
— Eso espero. — susurró la ojiverde. Avanzó hasta la mesa que comúnmente elegían para almorzar y esperó a que Joaquín tomara asiento. A decir verdad, ella estaba demasiado emocionada por saber qué ocurriría con la pareja. — ¿Qué le responderás? — preguntó y se metió un pepinillo a la boca.
— Uhm, no lo sé. Me preguntó cuál es mi nombre pero no quiero que lo sepa aún, quiero ser su precioso admirador secreto. — suspiró y mordió su labio inferior sin dejar de observar la pantalla de su teléfono.
— ¿Cómo estás tan seguro de que es gay? Me dijiste que te lo encontraste y no fue para nada una buena primera impresión. — frunció el ceño. — Además, tiene novia, ¿no? — la rubia bebió de su agua con gas y no se esperó para nada la reacción del contrario.
— No sé si sea gay o no, pero se lo puedo preguntar, ¿no? — sonrió emocionado. Su corazón le decía que Emilio era el amor de su vida, ¿cómo se puede equivocar el corazón?
— ¿Y qué pasa si te dice que no lo es? — preguntó segura de que el muchacho de cabello rizado no era para nada homosexual. Azul había visto a ese niño ligarse a demasiadas mujeres, no le cabía duda de que era completamente heterosexual. Lastimosamente, no podía para nada borrarle las esperanzas a su pequeño favorito.
— Estoy seguro de que puedo hacerlo feliz. — susurró pensando en aquella posibilidad que su amiga planteaba. Sin embargo, le restó importancia y tecleó el siguiente mensaje para el mayor.
"Me gustaría que me llames tu admirador secreto, sí."
Sonrió el pequeño al enviar aquel mensaje, no esperaba recibir una respuesta pronta pero así lo hizo.
"De acuerdo, pero no me dejes con la duda toda la vida, eh."
Joaquín soltó un gritito emocionado y le mostró los mensajes a su mejor amiga. Esta solo negó divertida y le dejó un suave beso en la mejilla. Ese niño lo valía todo, hasta el que su novia la asesinara.
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— Diego, esto se nos saldrá de las manos. — el mayor tomó su teléfono de las manos de su amigo y lo bloqueó. No quería seguir con ese juego, se le hacía algo tonto tener que fingir solo porque te quieres pasar un buen rato.
— Ya estás de agua fiestas nuevamente. — el ojimiel rodó los ojos y avanzó hasta el auto del rizado. Él solo buscaba divertirse un rato con el admirador de su amigo, nada mas. Tampoco era como si le fueran a romper el corazón o algo. Estaba muy seguro que ese niño ni cerca estaba, no entendía por qué Emilio se alteraba tanto por el tema.
— ¿Dónde está el "deja de jugar con las niñas que quieren algo contigo"? — remedó el rizado y su amigo solo rió.
— Uno, no es una niña. Dos, yo no hablo así. — golpeó al contrario en la entrepierna y escapó antes de que este reaccionara.

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No, soy gay.
Fiksi Penggemar- Emilio, eres un idiota. - declaró el castaño soltando una corta carcajada al darse cuenta de la gran metida de pata que había tenido su amigo. - ¿Qué? - preguntó confundido con el ceño fruncido. Tomó su teléfono de las manos de su compañero y sub...