VIII

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Corazón acelerado
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1 de mayo, 2011

Desde aquel día en mi casa, el tiempo pasó demasiado rápido para mi gusto, apenas tenía noción sobre este pues esperaba una hora en especial. Siempre estábamos en el banco charlando o bien teniendo un cómodo silencio donde siquiera nos mirábamos, pero sabíamos que el otro estaba ahí y era suficiente. En tan poco tiempo Yang JeongIn había irrumpido en mi mente y la había llenado de él, no había sentido que mi felicidad fuera tan dependiente de alguien desde que JiSung se mudó a Malasia.

Habíamos conversado mucho y aprendí bastantes cosas de él, como que iba a casa de su tía por las tardes debido a que su madre trabajaba y no quería dejarlo solo hasta el día siguiente; también que le atraían mucho los anillos, le gustaban los videojuegos y leer. Cosas normales que lo hacían ver interesante de cierto modo.

El primer día de mayo caminé hacia nuestro lugar con la libreta en mis brazos, aquello se volvió una rutina de la cual no me cansaba a diferencia de otras, mi vida estaba plagada de ellas pero solo una conseguía ser lo suficientemente especial como para tener ansias en repetirla siempre. Al llegar miré con ilusión su asiento en el banco pues siempre se encontraba ahí, pero en ese momento estaba desolado sin el brillo de su presencia en él.

Un puchero involuntario se formó en mis labios, me prometió que ese día iría ya que había estado ya muchos en casa de su tía. Cuando él no estaba me sentaba y me dedicaba a observar detenidamente el paisaje para distraerme y pensar que a lo mejor se había retrasado, que seguro aparecía en cualquier momento; pero aprendí que si no estaba presente cinco minutos después de mi llegada, no iría. JeongIn era conocido por ser muy puntual.

Ya estaba inundándome la tristeza y un sentimiento que comenzaba a conocer muy bien gracias a aquel chico, la soledad abrumadora que oprimía mi pecho dejándo estragos en este y que no se recuperaría hasta tener presente de nuevo su hermoso rostro, haciendo alguna de las muecas raras que solo él sabía hacer bien. Pero todas aquellas emociones negativas se esfumaron cuando levanté un poco la vista y lo vi acercarse corriendo mientras levantaba los brazos para llamar mi atención, algo que conseguiría sin necesidad de esa acción pues su presencia se hacía notar bastante. Parecía apurado sin algún libro en las manos como otras veces, eso era extraño pues todas las tardes llevaba uno para leer mientras yo aparentaba estar haciendo algo productivo, como las partituras que por cierto, no llevaba ni un solo intento hecho.

Una sonrisa involuntaria apareció en mis abultados labios, la cual traté de ocultar girando un poco a la cabeza mientras llevaba una mano hacia la parte inferior de mi rostro, intentando taparla completamente. Carraspeé la garganta relajando de nuevo mis facciones para llevarlas a una neutralidad que diera un aspecto menos entusiasmado, tenía un poco de vergüenza que notara aquello. No duró mucho ya que al dirigir de nuevo la vista hacia él, esa expresión de felicidad volvió a aparecer al instante de encontrarme con sus rasgados ojos.

Pensé que en cuanto llegara al banco pararía su marcha apresurada y se sentaría esperando a que hiciera lo mismo, pero siguió con esta hasta llegar hacia mí destrozando el pequeño esquema que tenía en mi cabeza sobre sus acciones. Parecía contento pues irradiaba alegría hasta por los poros, tenía una sonrisa que dejaba ver sus dientes con los aparatos metálicos en ellos, algo que lo hacían ver sumamente hermoso.

Cuando se encontraba a una corta distancia llevó la mano a la libreta que sostenía, con una expresión y acciones que mostraban suma confianza; posicionó el lápiz que estaba visible entre una de las hojas y procedió a escribir mientras soltaba leves risas que era similar a música para mis oídos, tan pura e inocente.

-"Me van a quitar los brackets."

Mostró lo escrito con felicidad, incluso me costaba leerlo debido a que no para de dar pequeños saltaros de emoción que apenas podía controlar. Le sonreí como respuesta y acto seguido llevé mi mano a su suave cabello para despeinarlo gentilmente como muestra de cariño, acto que provocó un ensanchamiento notable en la curvatura de sus labios.

Su ortodoncia lo hacía ver adorable pero más de una vez lo había visto incómodo con esta, seguro le dolía mucho así que no me puse triste al respecto, me emocioné junto a él.

En cuanto dirigí mis orbes de nuevo a la hoja escrita, había un nuevo mensaje en esta.

-"Convencí a mi tía para que vengas a tomar helado para celebrarlo."

Llevó el cuaderno hacia su rostro, dejando solo los ojos sin tapar por el objeto mientras que me veía con un gran brillo único en él. La mano que aún posaba en su pelo castaño fue bajada hasta tocar su mejilla, llevé mi siniestra hacia la contraria y con suavidad, para evitar daño alguno, las moví provocando que su cabeza siguiera el pequeño balanceo.

Esperaba que como siempre apartara mis manos con algún manotazo mientras reía, pero en lugar de eso posó las suyas sobre las mias con delicadeza dejando caer la libreta al suelo mientras nuestras miradas se encontraban. Su cabello se encontraba despeinado, pero igualmente le quedaba bien; sus belfos rojizos que se unieron sin borrar su sonrisa, esas manos que encajaban perfectamente sobre las mías y su suave tacto conseguía erizar mi piel... el tiempo se congeló para ambos mientras admirábamos las facciones del otro, podía notar que sus ojos también se paseaban por mi rostro. Sentía que el corazón se me iba a salir del pecho por sus fuertes latidos, estaba poniéndome nervioso.

Sabía que era la atracción, pero no quería pensar que sentía eso por él.

Tuve varios sentimientos encontrados, una parte de mí decía que no estaría mal quedarse un rato más, JeongIn se veía cómodo con ese momento así que no pasaría nada. La otra decía que parara, apenas había conseguido una persona a la que llamar amigo y era por eso que confundía ese tipo de cosas.

Mis mejillas tenían un notable sonrojo así que quise evitar mirar directamente al castaño para que no lo notara, —Ven, vamos a sentarnos.— susurré mientras me agachaba rompiendo la unión de nuestras manos, recogí la libreta y acto seguido agarré su muñeca para dirigirlo hacia el banco, algo que hizo sin rechistar.

Estuvimos el resto de la tarde en silencio, él miraba como yo fingía escribir partituras para no tener que entablar una conversación con él por el momento, aún estaba algo nervioso y para colmo, Yang parecía ni haberse inmutado de la bomba de sensaciones que había hecho estallar en mi pobre corazón.

Ese momento, aunque insignificante, estuvo plasmado en mi mente durante toda una semana. Apenas dormí por las noches.

 Apenas dormí por las noches

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Abril [Hyunin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora