Abril [Hyunin]

XXII

Inesperado
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20 de septiembre, 2011

Había pasado más de un mes. Iba a la escuela de verano, después estaba durante media hora con el grupo en el aula de artes, tras ello volvía a casa junto a JeongIn y ambos pasábamos el tiempo en la habitación del piano. Al principio Yang se sentaba en el sofá de la esquina, pero unos días después ya se ponía a leer en el mismo sillón que yo, dejando caer su cabeza en mi hombro. El movimiento que ejercía con los brazos al tocar el piano mecía suavemente a Innie, provocando que algunas veces incluso cayera dormido.

Me encantaba tener momentos de privacidad con él, pero no los disfrutaba realmente debido a lo ocurrido hacía unos meses, concretamente el recital. La decepción que cargaban mis padres tras aquel día no era comparable con la que sentía yo por mí mismo, mi autoestima cayó, con ella mis ánimos y positivismo. Se podía decir que sí, me torturaba por aquello día y noche. A demás, mis padres siempre estaban para recordarme ese desastroso momento a todas horas con sus miradas juiciosas y frías palabras.

"¿Estás bien?"

Preguntó mi acompañante, JeongIn, con lenguaje de signos. En esos meses también había conseguido avanzar mucho, entre descanso y descanso me enseñaba cosas nuevas y podía entenderlo más o menos. Trataba de usar palabras y expresiones sencillas para que le contestara adecuadamente, cuando eran frases extremadamente largas mi cerebro entraba en colapso y no me enteraba de nada.

"Quiero dejar el piano."

Contesté con una sonrisa que parecía más una mueca, no mostraba rastros de felicidad alguna como siempre solía tener. Dejé escapar un largo suspiro que alertó a JeongIn, este frunció el ceño en una expresión entristecida.

"¿No te gusta?"

Parecía bastante preocupado por mi actitud, odiaba verlo así. No le conté nada sobre el incidente, pensaba que seguro se sentiría decepcionado por ello, desde conocer que en realidad no escribía partituras hasta la cobardía que me dominaba siempre, era todo una gran decepción. Debido a eso, evitaba compartir nada de información sobre ese día.

"Es complicado."

Aparté la mirada en cuanto terminé de hacer gestos con mis manos, ocasionando un silencio incómodo entre ambos, o bueno, para mí. Deseaba que el tema se dejara a parte, que él siguiera leyendo y yo improvisando para mejorar un poco en el instrumento. Pero no fue así, Yang JeongIn tenía su propio estilo para hacer las cosas. Antes de que pudiera posar mis dígitos en las blancas teclas, se levantó rápidamente del sillón y se posicionó sobre mis piernas con una sonrisa. Mi cuerpo se tensó ya que bueno, obviamente era un adolescente hormonal de diecisiete años, pero intentaba no indagar en ello pues era tan puro que esa clases de pensamientos hacían que me sintiera mal. JeongIn me gustaba tanto que no quería imaginar nada obsceno que dañara su imagen tan inocente, él se merecía mimos y palabras bonitas.

"Toquemos una canción juntos."

Se giró para decirme eso con una expresión brillante en su hermoso rostro, la cual hizo que mi pecho se llenara de una sensación tibia. Me puse nervioso, no sabía exactamente qué hacer o decir, esa acción me había tomado por sorpresa y lo único que alcanzaba a hacer era mantener mi mirada con sus rasgados ojos. Pareció captar que mi cuerpo no estaba a la labor de actuar, así que volvió a dirigir su torso hacia delante, tomó cada una de mis manos con las suyas y las puso sobre el piano, para acto seguido extender sus dedos para cubrir los míos. Algo que caracterizaba muy bien a aquel chico era su impulsión, siempre daba el primer paso y me encantaba.

—Vas a hacer que pierda la cabeza—lloriqueé con dramatismo mientras apoyaba la frente en su hombro derecho, intentando ocultar la rojez que había comenzado a expandirse sobre mis mejillas. Erguí la espalda y comencé a tocar algunas teclas con las manos de JeongIn sobre las mias, estaba demasiado avergonzado como para pensar en una canción.

Tras unos largos minutos, el teléfono de Yang comenzó a sonar, alertándolo debido a la vibración de este. Cada vez que la alarma hacía eco en la habitación significaba que el azabache debía marcharse, su madre iría a trabajar y debía quedarse en casa de mi enemigo barra "existes pero me das igual". O mejor dicho, Kim SeungMin. Se levantó y yo imité su acción, solía acompañarlo a la salida donde se encontraba directamente a su progenitora.

Estaba alistando sus cosas hasta que los movimientos que ejercía pararon en seco, fijando sus oscuros orbes en un punto. Miré hacia dicha dirección con curiosidad, encontrando el libro de tapa roja en una estantería, hacía tiempo que lo había terminado y realmente no era como me lo imaginaba, era increíble. Al final, aunque se aman, deciden tomar caminos distintos para cumplir cada uno su sueño: la chica alcanzar sus metas y el noble joven viajar por el mundo. Era algo triste pues lucharon mucho consigo mismos para admitir que gustaban el uno del otro, a demás de los problemas que siempre rondaban a ambos protagonistas; pero era un desenlace realista.

"¿Ya lo leíste?"

Preguntó con una amplia sonrisa.

"Sí, quería dártelo."

Caminé hacia la estantería plagada de libros, todos sobre músicos pues la sala donde nos encontrábamos principalmente era para música; sin embargo pasaba allí las tardes haciendo cualquier cosa. Le extendí el libro, su portada roja e impecable relucía gracias a la luz que entraba por los ventanales.

Más tarde, mientras cenaba junto a mi familia, llegó una notificación a mi móvil que por cierto, mi madre me había devuelto tras algún que otro chantaje. Observé la pantalla, al ver que era Innie abrí el mensaje de inmediato y lo que leí se me quedaría marcado de por vida.

Musa
Usted es mi rosa.
Por favor no sea tonto
y evite crear muchas
espinas!!!

Me atraganté con el puré de patatas que estaba comiendo.

¿Eso era una declaración, Yang JeongIn?