Capítulo 15: Todo es un campo de batalla

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No soy capaz de conciliar el sueño, solo puedo mirar cómo duerme.

Pienso en lo que ha pasado hace unos momentos. Había perdido completamente la cabeza, y ahora me da vergüenza recordarlo.

¿Cómo se supone que debo mirarle a la cara cuando despierte?

-¿Te pasa algo, gatita? Te noto inquieta -me dice Tristan, despertándose.

-¡Nada! ¡No pasa nada! -grito avergonzada, y aparto mi vista de la suya. No puedo mantener la mirada ante él.

Él toma mi barbilla y me obliga a mirarle.

-No tienes que avergonzarte conmigo. Lo de antes ha sido maravilloso, ha sido la primera vez que he sentido algo además de placer físico. Espero que hayas tenido la misma experiencia.

Le sonrío y me acerco para posar un suave beso en sus labios.

-Sin embargo, con la emoción del momento... No hemos usado protección... -me dice, preocupado- Lo siento, tendría que haberlo pensado mejor...

-Tranquilo, no me va a pasar nada -le digo para calmarlo.

-Si ya se que no, pero tendría que pensar en tu futuro y...

-No, en serio. Nunca he tenido la menstruación, no me va a pasar nada.

Por un momento no acaba de creer lo que le he dicho, pero entonces me abraza con cariño, como intentando consolarme.

-No pasa nada, supongo que tendrá que ver con mi virus.

-En parte me alivia, pero lo siento...

-Ya me lo dijiste, disfruta del momento y no te disculpes de cosas que no tienes la culpa -le digo, y después le doy un beso en la mejilla.

Le abrazo, pero me doy cuenta de algo.

-¡El trabajo! -me levanto de la cama corriendo y me meto en el baño para arreglarme.

-¿Y hoy no puedes faltar?

-¿Sabes que pago la estancia con mi trabajo? Como falte me mata Liz.

-Vale, pero... ¿no puedo meterme en la ducha contigo? -dice para tentarme.

-Ambos sabemos que como lo hagas, no salimos de aquí en días.

-Por hoy seré bueno, pero luego no te me vas a escapar...

Él se viste y se marcha, procurando que nadie le vea. Yo intento enfriar mis pensamientos bajo la ducha.

Aunque la frase de Tristan no ayuda.

Termino de arreglarme y bajo al bar.

-Pensaba que ya no llegabas, cielo. ¿Qué tal la tarde? -me pregunta Liz al verme.

Me ruborizo sin querer, todo está demasiado reciente. ¡¿Por qué diablos me preguntas esas cosas, Liz?!

-Casi no hace falta que respondas, entre el color de tus mejillas y esa sonrisa de tonta cualquiera se daría cuenta. Pero un consejo, intenta que no se te note con Sally y la Condesa aquí.

-Gracias Liz.

Me pongo a trabajar. Ya voy teniendo más habilidad para hacer cócteles más complicados, y no me he vuelto a caer de ninguna escalera, lo cual es un alivio.

Salvo que Sally sigue rondando por aquí.

Y hablando de la reina de Roma.

-Muy bien, niña, ponme un chupito de tequila, que imagino que eso serás capaz de hacerlo sin morir.

Eternidad (Tristan Duffy y tú) AHS HotelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora