Capítulo 1: Llegada

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La entrada del hotel Cortez.

Había oído hablar de él, y a pesar de que su reputación le precede, no tuve otra opción que alojarme en él.

Acababa de escapar y no era precisamente millonaria, bastante que me dio tiempo a recolectar lo suficiente para vivir un mes.

Pero ahora que estoy delante del enorme edificio, no puedo evitar sentirme nerviosa puesto que era la primera vez que tomaba una decisión por mí misma.

Suspiré suavemente y entré en el vestíbulo.

Era una sala enorme con una gran moqueta llena de estampados geométricos en burdeos, negro y dorado, con paredes color tierra y grandes lámparas de cristal. Todo en aquella habitación parecía atemporal y eso me gustaba.

Toco el timbre de recepción y espero a que llegue la persona que debe registrarme.

La puerta se abre y sale una mujer bajita con gafas y un atuendo holgado de tonos ocre. Su pelo canoso se encuentra peinado hacia atrás en un intento de domarlo.

-¿Tiene reserva? -me pregunta con un tono muy seco que en parte me dolió.

-No... ha sido una situación de emergencia... -respondo algo temerosa.

-Está completo -dice, procediendo a cerrar nuestra conversación con una amarga indiferencia.

-¡Espere! -grito sin darme cuenta- Por favor... es mi única opción... ¿No podría quedarme aunque sea en un almacén hasta que haya un sitio? ¡Pagaré como si fuera una habitación!

Ella me mira de arriba abajo intrigada. Debido a su tosco  comportamiento puedo deducir que no está acostumbrada a este trato. Ella suspira y procede a responderme.

-Está bien... Hay una habitación que no solemos ofertar. Liz Taylor te acompañará.

Puedo observar que tras la gerente se encuentra una puerta de madera con un gran cristal en el que se puede leer ''Privado'', la cual se abre dando paso a lo que me pareció ser un hombre.

Sin embargo, tanto su largo vestido azul cielo con perlas como su forma de moverse me chocaron un poco al principio, lo cual ella debió notar.

-Vaya... no es muy frecuente que una jovencita como tú se hospede sola en este lugar olvidado de la mano de Dios -dice Liz Taylor- Sígame señorita... 

-Blake, pero llámame Evelyn.

La mujer me sonrió tomando las llaves de la que iba a ser mi futura habitación durante los próximos meses.

Al menos, hasta que pudiera permitirme algo decente.

Subimos por el ascensor en silencio hasta el noveno piso. Me siento algo incómoda durante el trayecto, tanto por lo cansada que estaba del viaje como por Liz Taylor, puesto que en mi pequeño y aislado pueblo había oído hablar tanto de hombres como mujeres atrapados en un cuerpo de otro género, pero nunca duraban mucho tiempo...

En cierta manera me hacía feliz que ella fuera aceptada tal y como era. Una sensación que yo nunca había vivido.

Caminamos hacia una habitación en el lado derecho del pasillo enmoquedado.

Habitación 90... me gustaban los números pares.

-Tienes suerte, esta habitación la acaban de reformar, y es bastante espaciosa.

Ella me extiende la llave, la cual acepto asintiendo tímidamente. Después encajo la llave en la cerradura y la giro hasta abrir la puerta.

Tenia las paredes recubiertas con planchas de madera, el suelo tenía una moqueta color crema y los muebles eran blanco. La habitación tenía dos zonas bien diferenciadas separadas por un biombo.

Eternidad (Tristan Duffy y tú) AHS HotelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora