Capítulo 13: Vértigo

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Me siento con Liz en uno de los sillones del vestíbulo y me quedo en silencio por unos minutos.

El peso que llevaba ahora sobre mis hombros no tenía comparación con lo que cargaba desde mi niñez.

Una persona dependía de mí, tanto de manera emocional como vital. Un paso en falso y ambos moriríamos.

Levanto la vista por un momento y pego un brinco en el asiento. 

Un hombre con bigote al cual reconozco al instante se encuentra sentado justo delante de mí, lo cual me pone alerta debido a que nuestro último encuentro no fue muy... agradable.

-Me temo que se encuentra mal, señorita. ¿Qué puede hacer un servidor para complacerla? -dice el señor March.

-Ahora mismo nada. Solo estoy pensando en cómo voy a solucionar toda mi vida.

-Si le sirve de consuelo, usted está bastante cuerda para el tiempo que lleva hospedada aquí y sin estar bajo la protección de la Condesa. Cabe añadir que, por si fuera poco, sigue con vida.

-Deberían escribir una página de records solo para mí en el libro Guinness.

-¿El qué?

-Olvídalo -le contesto exasperada.

-Señorita, me retiro a mis aposentos puesto que intuyo que va a tener una buena compañía. A parte de Liz Taylor, por supuesto.

Liz asiente y observo como el señor March empieza a caminar.

Entonces una figura masculina sale del ascensor, para variar. Suspiro de alivio al verle, intentando liberar un poco todos los temores que tenía.

Tristan camina en mi dirección, saludando a Liz. Ésta se levanta y antes de marcharse toca mi hombro en señal de apoyo.

-¿Estás bien, Eve? -me pregunta Tristan con cierta delicadeza.

- Sí, solo pensaba...

- Pues conozco un sitio muy bueno para eso. Está en un lugar alto, como a ti te gusta, gatita -me dice, tendiendo su mano hacia mí- Vámonos...

Acepto su gesto y salimos corriendo del vestíbulo mientras una sonrisa se me escapa.

Por culpa de nuestra euforia cruzamos la carretera sin mirar, provocando que una gran cantidad de coches frenaran para no atropellarnos...

Nos asustamos al escuchar el estruendo, y nos miramos nerviosos.

Sin poder evitarlo, empezamos a reír a carcajadas mientras los coches tocan el cláxon. No se si por la adrenalina de vivir una experiencia tan cercana a la muerte, o porque con Tristan todo lo malo parecía una mera tontería, por muy peligroso que fuera.

Al menos, situaciones tan mundanas como éstas.

No hablamos durante el camino, no es necesario.

Entonces frena de repente y se pone delante de mí, quitándose la bufanda que llevaba alrededor de su cuello.

-Cierra los ojos, gatita, y te llevaré a un lugar que te va a encantar -dice.

Cedo y dejo que tape mis ojos con su bufanda mientras noto como el olor de su cuerpo se cuela por mis fosas nasales, como si fuera una anestesia o una droga.

Cuando Tristan se asegura de que no veo nada, toma mis manos y me guía cual perro labrador a su ama.

Me concentro en pisar bien para no caerme.

Finalmente, noto un suelo lleno de césped y algunas piedras, señal de que el lugar dónde me llevaba probablemente no había sido modificado por el hombre.

Eternidad (Tristan Duffy y tú) AHS HotelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora