Capítulo 23: Invasión.

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En el momento que vi a mi madre abrir sus ojos, sentí algo que llevaba mucho tiempo buscando: el lazo que une a las familias.

Ella se levanta, tomando una bocanada de aire, como si fuera un bien preciado que le había sido negado durante mucho tiempo.

Y de alguna forma, así había sido.

En cuanto veo que ella estaba completamente estable, me lanzo a sus brazos, anhelando ese cariño que nunca había tenido por su parte.

Mihaela, mi madre, corresponde mi abrazo, acariciando mi cabeza y jugando con algún mechón de mi cabello.

Viéndola viva, se podía decir perfectamente que somos familia. Pelo rubio, ojos almendrados, piel pálida... Pero nunca podría decir nadie que somos madre e hija, parecemos más hermanas que otra cosa.

Eso era triste, pero habría que aceptarlo. Las circunstancias de la vida así lo han propiciado.

Cuando vuelvo a la realidad, distingo de nuevo a todos mis acompañantes, quiénes veían enternecidos la escena.

-Me alegro tanto de volver a tenerte entre mis brazos... -dice mi madre, sin soltar mi mano, como si temiera que todo es un sueño y que puede despertar en cualquier momento.

-Sugiero que volvamos a zonas más... habitables del hotel, damas -dice el señor March, interrumpiéndonos.

Todos salimos de esos pasillos, para alivio de Auria por lo que parece. Se le notaba bastante incómoda en ese ambiente por alguna razón.

Sin embargo, nada más llegar, un golpe seco nos pone en alerta.

Cuando nos queremos dar cuenta, nos aterrorizamos por lo que hemos oído. Un disparo.

Corremos al pasillo y nos dirigimos al lugar del que provenía el sonido. Un John Lowe ensangrentado nos recibe saliendo desde la puerta del ascensor, con un bulto entre sus manos... La cabeza de Elisabeth, la Condesa.

- Veo que has terminado mi obra, joven aprendiz. Siempre supe que eras ingenioso, pero nunca llegué a imaginar lo lejos que ibas a llegar. Acompáñame a tu habitación -dice el señor March, llevándose a John.

Cuando nos quedamos solas, miro la cara de Auria. Parece algo... decepcionada.

-Auria... ¿Estás bien? -le pregunto con algo de miedo por su respuesta.

-Perfectamente.

-Se que nos conocemos de hace poco... pero se nota que no te ha agradado ver eso.

-Creo que a nadie le agradaría ver una cabeza cortada.

Me quedo en silencio ante su tono de voz cortante. Sin embargo, Auria me mira con tristeza, como si se arrepintiera de haber sido tan borde.

-Mira. No estoy acostumbrada a eso de ''socializar'' y de ''no ser borde''. Es solo que... ahora que su mujer está muerta, pertenece a su mundo... y yo al mío. Por muy poderosa que sea, no puedo vivir para siempre, y me niego a morir entre estas paredes tan pronto. Tengo autoestima, aunque me haya... encariñado con él, no voy a dar mi vida por él.

Sus palabras me hacen recordar el principio de mi relación con Tristan y el cómo me planteé varias veces ese dilema. Pero me parecía impresionante el cómo Auria tenía las cosas tan claras.

Después de eso, Tristan y yo nos vamos a mi habitación, la cual casi puedo llamar ''nuestra'', puesto que pasa más tiempo allí que en otro sitio.

-¿Estás bien? -me dice, tras cerrar la puerta.

-Mas o menos... -digo, mientras me tumbo en la cama, completamente rendida.

-Es normal -contesta dirigiéndose al mismo sitio para tenderse junto a mí- Temblabas cada 10 minutos hasta que despertaste.

-Bueno, repetí lo mismo cientos de veces...

-¿Y qué viste?

-A mi padre siendo asesinado, y luego... a ti matando a todos en el hotel -le digo, temiendo su reacción.

Sin embargo, lo que hace es rodearme con sus brazos, provocando que mi cabeza acabara en su torso. Me pierdo en su aroma y en cómo me acaricia la cabeza.

-Nunca le haría eso a la única persona a la que he querido en mi vida.

-Un momento... ¿acabas de decir algo tierno?

-Calla... no rompas el momento.

Entonces, quedándonos en silencio absoluto, caemos en un profundo sueño...

Pero un grito nos despierta con los primeros rayos del sol. Tristan me hace un gesto para que me detenga y no haga ruido, levantándose de la cama. Se acerca a la puerta e intenta escuchar algún ruido que nos alertara.

No hay nada.

Ambos salimos al pasillo y vemos lo errados que estabamos al pensar que no había nadie. Hay varios cadáveres bañados en sangre, con muchas puñaladas... demasiadas.

Tristan me da la mano... debo de estar temblando... y cada paso que damos me infunde miedo. ¿Quién ha sido?

¿John? No creo, su obra ya había terminado...
¿La Condesa? Ya no necesita beber sangre...
¿March? No parece su estilo. Es más... elegante.

Un portazo. Tristan me empuja a un armario que hay en medio del pasillo e intentamos calmar nuestras respiraciones para no ser descubiertos.

Un hombre con un cuchillo deambula por el pasillo, y para mi desgracia lo reconozco. Es el alcalde de mi pueblo, del cual me escapé porque iban a matarme. ¿Cómo me habían encontrado?

Tristan me mira, interrogante. Intento susurrarle mi situación sin que me oiga ese hombre.

Sin embargo, al volver a colocarme en mi posición inicial, golpeo el cubo de la fregona, haciendo un ruido estrepitoso, rompiendo ese silencio sepulcral.

El alcalde se acerca al armario, y yo aprieto la mano de Tristan horrorizada. Estamos muertos y voy a ver como torturan a Tristan para siempre...

Pero él sale sin avisar y me empuja para que no le siga. Su mirada, desafiante, se posa sobre el alcalde... ¿Intentaba que no se acercara a mí?

-Vaya, ¿es que ahora no se puede estar en un hotel de mala muerte sin que te acuchillen? -dice Tristan.

-Cállate, monstruo. Lo huelo, eres como esa... esa... ¡esa arpía! ¡¿Dónde está ese monstruo?!

-Si estás buscando a tu ex, no creo que la encuentres aquí. Y no le llames ''arpía'', no se lo merece. Con razón ha huído de t- -Tristan es interrumpido por un golpe en el estómago, lo que provoca que se me corte la respiración por un instante.

-Está claro que la conoces... Estás embrujado... Y no intentes ocultarlo, nuestro hechicero sabe que la puta de su madre ya no está contenida. Pero tranquilo... -dice, agarrándo su pelo para obligarle a mirar sus ojos- Seguro que ella vendrá a por ti y a por su bruja mascota. Y sino... siempre podremos divertirnos con vosotros.

Me asomo por la rendija, preparada para salir, pero la mirada de Tristan me grita que no salga. Decido obedecerle... solo para poder ir a buscarle, tanto a él como a Auria. Rezo porque estén bien y que mi madre no sea encontrada.

Si creían que era un monstruo... iba a serlo de verdad.

Eternidad (Tristan Duffy y tú) AHS HotelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora