Capitulo 3

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Acomodo mi corbata, mientras me miro al espejo

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Acomodo mi corbata, mientras me miro al espejo. Sonrio. Hoy ire a la casa de Hermes a cuidar a Liz y a Abby. Cuando volvi a Australia hace un año, me habian informado que ella estaba en un reformatorio.

Casi se me salen los ojos ese dia. Es decir, la ultima vez que la habia visto sabia que estaba mal, pero crei que lo solucionarian. Pero nueve años despues, termina en un reformatorio. Y eso hizo sentirme mas y mas culpable.

Si yo me hubiera mantenido ese tiempo con ella, tal vez no hubiera terminado alli, y hubiera estado conmigo. Sin embargo, no pretendo acercarme a ella de esa manera, no aun. Primero porque aún es joven, y segundo porque posiblemente me mataria.

Porque de verdad, esa mujer es el diablo. Estar en ese reformatorio no la ayudo para nada. Ayer fue nuestro reencuentro y ya intento ponerme celoso. Y demonios que lo logro.

Esos malditos hermanos nunca me agradaron.

Aun no la conozco del todo. Se que le gusta provocar a la gente, en todos los sentidos. Se nota que le divierte.

Tambien se que no le gusta que la desafien. Apenas contraataque a su comentario y casi me clava el tenedor en el ojo. Esta acostumbrada a hacer lo que quiere, a que las cosas terminen como quiere. Claramente debio tener una reputación algo superior en ese instituto.

Bueno, es hora de cambiar. En el tiempo que voy a estar con ella, voy a tratar de centrarme en educarla, y controlarme a no abalanzarme sobre ella.

Oh, porque casi lo hago. Si no fuera por la pulsera que tiene en su tobillo, con alguna clase de magia que me impide sentir su aroma. Respiro profundo.

Con el tiempo, Teo.

Salgo de mi casa y camino hacia el auto. Me subo y arranco para la empresa.

○○○

— ¿Podras mantener la empresa en pie y no derrumbar el edificio?— Miro mal a Hermes — Porque yo estuve al borde de eso cuando te fuiste, idiota.

— Lo siento.— Digo, volviendo mi mirada a los papeles. Lo escucho suspirar.

— Aun estoy esperando que vuelva a salir alguna palabra relacionada al humor de tu boca.— Aprieto mis labios y me encojo de hombros, se sienta en la silla del frente — ¿Estas seguro que puedes manejar a Liz?— Lo miro

— Por supuesto que si.

— Recuerdo una vez cuando yo la cuide.— Habla mirando hacia otro lado— Creo que tenia diez años. Estábamos jugando a las escondidas entre todos. Nos pusimos felices porque ella parecia progresar, cuando me toco la hora de encontrarla, no lo hice.— Me mira— La buscamos por toda la casa, habia desaparecido.— Frunzo el ceño

— ¿Quién la tenia?

Rie entre dientes, levanto mi mandibula.

— Nadie. Regreso a las doce de la noche. Y nosotros, preocupados hasta las nubes y con todos mis hombres buscándola, le preguntamos desesperados donde estaba, con quien, si estaba bien..— Sonríe levemente mirando hacia la ventana— Y ella, simplemente sonrio.

DesafiameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora