22 de agosto.
Me quito mi chaqueta colocándola en una de las estructuras especiales para sostener este tipo de cosas y me amarró el cabello en un moño alto. Acomodo un poco mi blusa y tomando un trapo me acerco a la barra para ponerme a atender a algunos de los clientes de siempre. Los nuevos me van pidiendo sus tragos contando sus historias, otros no hablan, a los clientes que ya son habituales les sirvo lo que suelen pedirme y les doy una sonrisa de cordialidad.
Miro alrededor, hoy el bar está bastante lleno.
— Eh, mueve tu pequeño cuerpo, tenemos varios clientes que atender – ruedo los ojos al escuchar a mi compañero y sigo sirviendo tragos, algunos me mantienen en sus charlas y la mayoría ve mis pechos, me volteó con rapidez y me cambio de cliente.
Seguimos así por una hora más y cuando me piden que vaya por unas botellas lo hago, voy hasta el gran estante y las alcanzó con mucho cuidado de no tirarlas al suelo.
— Hay un cliente que pide por ti – me comenta una de mis otras compañeras, me da una sonrisa pícara –. Está bien rico.
— ¿Segura que no es uno de esos viejos asquerosos?
Niega con la cabeza y me dice que me apure, le paso las botellas y le indico donde las tiene que llevar para luego empezar a caminar al final de la barra, acomodo el moño en mi cabeza y el hombre se encuentra dado vuelta. Me detengo en seco.
Esa espalda...
Mierda, no.
Di dos pasos hacia atrás, pero chocó con mi compañero y este suelta un gruñido, me regaña y ya es demasiado tarde para escapar.
Él ya me ha visto.
Me sonríe de forma torcida y me hace una seña con la mano para que me acerque. Muerdo mi labio con fuerza conteniendo cualquier impulso de correr y me acerco a él. Le doy una sonrisa fingida y me apoyo en la barra mientras lo observo como si fuera un cliente más.
— ¿Qué vas a pedir?
— Dame...— sus ojos recorren mi rostro y bajan descaradamente a mis labios pintados de un rojo oscuro, vuelve su vista a mis ojos y le frunzo el ceño.
No debes golpear a los clientes Ashley, pueden despedirte.
— Dame lo más fuerte que tengas.
Asiento a su pedido y me volteo para buscar las botellas, me acerco dejando el vaso frente a él con más fuerza de la necesaria y empiezo a ponerle diferentes tipos de alcoholes. Se lo extiendo y él lo agarra, rozando sus dedos con mi piel.
Trago saliva y apartó mi mano como si me quemara, me doy la vuelta para seguir atendiendo, pero vuelvo a escuchar cómo me llama. Mis hombros se tensan y me acerco a él, no me queda de otra.
— ¿Qué quiere, señor?
— ¿No vas a tutearme? Si ya nos conocemos...
— No, no tuteo a los idiotas. Y no nos conocemos, así que deja de joder y déjame trabajar.
Me vuelvo a voltear, sin embargo me detengo al escucharlo reír. Es una risa tan ronca y sexy que hace que algo en mi vientre bajo me dé cosquillas, niego con la cabeza y vuelvo a atender a las personas que andan exigiendo tragos.
Puedo notar su mirada penetrante en cada movimiento que hago, así pasó más o menos una hora hasta que llegó mi descanso. Me desató el cabello mientras le indico a mi compañero que saldré afuera a tomar aire y me comenta que él me alcanzaría en unos minutos.
ESTÁS LEYENDO
Mi destrucción
Novela JuvenilSegundo libro de la trilogía "Secretos Destruidos." Ashley Black se ha metido en un problema, un grandísimo problema que implica una persona muy jodida. Alguien que puede destruirla con solo ordenarlo, alguien tan jodido que no se rinde cuando le di...