CAPÍTULO 42

687 31 11
                                    



31 de diciembre.




— No lo sé, quizás debas ir con tus amigos. Ellos son tu familia, o con tus abuelos que hace días no los ves.

Observo con atención a Aarón. Él aún tiene los ojos cerrados y respira de una forma lenta, sé que está medio adormilado, pero lo que me acaba de decir me despabiló por completo. Me acerco un poco más dejando que la sábana se deslice fuera de mi cuerpo.

— ¿Te volviste a dormir?

— No.

Su voz suena bastante ronca y eso me hace sonreír apenas. Acaricio con suavidad su pecho desnudo esperando que abriera los ojos.

Pero nada.

Entonces lo pellizcó con algo de fuerza haciéndolo reaccionar, toma mi mano para detenerme y sus ojos grises se fijan en los míos. Su ceño está fruncido y no tiene la bonita sonrisa de todos los días, sino que tiene una fea mueca.

— ¿Qué es lo que sucede, Ashley?

— ¡Que me despabilaste con lo que dijiste!

Su cuerpo se relaja y suelta mi mano, me da una sonrisa divertida mientras me observa.

— ¿Qué? ¿No quieres pasar el año nuevo con tu novio?

— Supéralo, no eres mi novio. Y no es eso, solo que no quiero que te sientas obligado a pasar esta fiesta con nosotros. Quizás deseas ir con tus amigos o con tus abuelos.

Entonces de una forma muy lenta él se levanta apenas del colchón y acerca su rostro al mío con una sonrisa maliciosa. Sus labios rozan los míos y pasa mi lengua por mi labio inferior.

— ¿Quieres o no que pase este año nuevo contigo?

Entonces sin pensarlo, sin procesarlo ni analizarlo la afirmación sale de mi boca en un susurro.

— Si.

No duda en besarme. Al principio fue lento y perezoso, pero fui adaptándome a sus movimientos, y cuando mi lengua se adentró a su boca, todo se fue intensificando. Bajo mis manos a sus hombros para sostenerme y en cuanto clavo mis dedos en su piel su cuerpo, se desliza hasta quedar sobre mí y entre mis piernas.

Muerde con algo de fuerza mi labio antes de apartarse y un jadeo escapa de mí. Él me observa a los ojos. Su pecho bajaba y sube con rapidez por la agitación, el mío igual.

— ¿Tan difícil era decirlo?

— Oh, cállate, perro.

Él se vuelve a inclinar hacia mí rozando nuestras narices. Abro un poco mis labios para recibir el beso que aniso, pero la puerta se abre de golpe dejándome paralizada.

— ¡Ah! Mis ojos no vírgenes.

El chillido, obviamente, provino de mi hermano mayor. Es inevitable que mis mejillas se sonrojen con fuerza y tenga ganas de matarle. Miro a Aarón preocupada de como vaya a reaccionar, pero él solo rueda los ojos apartándose de mí.

Porque ya está acostumbrado, ya que es la quinta vez que lo hace desde que ha llegado aquí.

Me cubrí con rapidez los pechos con la sábana y lo observo con mucha molestia.

— ¡¿No puedes dejarnos follar en paz?! ¡Joder, estas como un grano en el culo!

— Es que te extrañe, hermanita. Además de que se toquetean mucho, les puede hacer mal.

Mi destrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora