CAPÍTULO 14

1.4K 67 10
                                    



30 de agosto.



— ¡Qué estresante eres! – le arrojó lo primero que encuentro, o sea una de sus lámparas. Él la esquiva con rapidez y esta se estrella contra el suelo. Llevo una mano a mi boca viendo el destrozo que hice y lo miró apenada. – Lo siento... Yo... Pensé que lo atraparás...

Entrecierra sus ojos hacia mí y suspira, se agacha empezando a recoger las cosas. Me acerco a paso lento y lo ayudó a levantar los pedazos de la lámpara.

— Es que un día de estos vas a terminar matándome – comenta, sé que le causa bastante diversión aunque no me atrevo a mirarlo. Acabamos de recoger las cosas y me levanto para ahora sí observarlo. Su sonrisa torcida me hace dar un paso hacia atrás y aprieto mis manos con molestia.

— Hoy debo irme a... Algo importante. Además será el día donde le contaré a Luca un poco, intentaré que suene lo más creíble posible.

— ¿Y si quiere venir aquí?

— Vendrá aquí – Le aseguro asintiendo, lo sigo a la cocina donde arroja algunos pedazos de la lámpara rota. -- Y tú deberás irte, aún no quiero que te conozca.

— ¿Por qué? ¿Tu novio no estaría celoso, o si?

— No es mi novio, idiota. Es mi mejor amigo.

— Entonces... ¿Tengo más oportunidades contigo?

Me acerco a él, demasiado cerca y golpeo con mi dedo su pecho. Mis ojos están fijos en los suyos que emanan diversión haciendo que mi rabia crezca.

— Nunca en tu promiscua vida vas a tener una oportunidad conmigo.

Él se inclina hacia mí, acorralándome contra la pared. Su aliento se mezcla con el mío y puedo sentir como sus ojos son capaces de atravesarme. Roza mi nariz suavemente con la suya y sus labios mojados se abren.

— Nunca digas nunca, Ashley. Las cosas pueden cambiar – susurra y se aparta por completo. Aprieto mis labios con fuerza para que un jadeo no escape de mi boca, me guiña un ojo y lo veo salir de la cocina. Cierro mis ojos y dejó ir el aire de mis pulmones.

Eso fue intenso. Muy intenso.

Tomo profundas respiraciones para calmarme y despejarme un poco, hace años no me sucedía el tener pensamientos... Así con un hombre, un hombre estúpidamente idiota.

Son solo las hormonas, eso pasa.

Lo odio, lo odio tanto.

Odio que provoque que mi respiración se acelere y me haga jadear.

Odio esos ojos intensos.

Acomodo un par de mechones rebeldes detrás de mis orejas y salgo de la cocina mientras camino hacia la sala. Thomas se encuentra sentado en el sofá viendo como Aarón le ata los cordones de sus zapatillas, el tatuado le murmura en voz baja algo a mi hermano que parece ser bastante gracioso para los dos. Me acerco a paso apresurado y me planto frente a ellos con los brazos cruzados, se callan apenas llegó.

— ¿De qué hablaban?

Aarón se levanta mostrando nuestra gran diferencia de altura, es intimidante, pero no iba a mostrar ese sentimiento ante él. Entrecierro los ojos y me da una sonrisa torcida llena de diversión.

— Voy a llevármelo.

— ¿Qué?

No sé cuál fue mi expresión en ese momento, pero vi como traga saliva, relame sus labios y antes de que empiece a insultarlo con mi creatividad más genuina, él sigue hablando.

Mi destrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora