CAPÍTULO 39

645 30 2
                                    



Mentiría si dijera que la casa del padre de Aarón solo tiene una bonita fachada en el exterior, en realidad su interior es mucho más impactante. Todo a su alrededor es blanco, como si fuera puro aunque los aquí presentes sabemos algunos de los secretos que se esconden en estas paredes.

Un hombre nos guía por los largos pasillos y yo veo todo con atención, pero también detallo cada punto exacto donde haya una cámara de seguridad. Siento como Aarón desliza su mano hasta entrelazarla con la mía y la aprieto con fuerza.

El hombre trajeado abre unas puertas que son tan grandes que parecen el triple de Aarón y eso que él es alto. No tengo ni la más mínima idea de a donde pueden dar, ya que estas son de roble y tienen detalles en dorado pareciendo una puerta a un cuento de hadas.

— Pueden pasar, el señor Evans los espera.

Él se retira y me quedo estática por unos segundos. Siento un fuerte retortijón en el estómago, la sensación de que algo malo pasará, pero no... No tengo que pensar eso. Debo concentrarme y ser la gran mentirosa que soy. Tomo aire y camino junto a Aarón. Cuando accedo por esas pesadas puertas dejo de ser Ashley Black y ahora soy solamente Alexa.

Alzo la cabeza, pero todo el tiempo me mantengo pensando que ante los ojos del padre de Aarón tengo que ser una niña tonta, hueca y fácil de manipular. Caminamos algunos metros hasta llegar a una pequeña mesa de comedor donde hay dos personas, una ya bastante conocida para mí.

— ¡Buenas tardes!

El padre de mi supuesto novio se levanta de la mesa rodeándola y acercándose hasta nosotros. Le da un abrazo a su hijo que a kilómetros se ve forzado y Aarón no lo responde con mucho entusiasmo, se dan una mirada rápida y luego pasa hasta mí haciendo que su sonrisa se ensanche.

— Pero que bella estas, Alexa – toma mi mano con delicadeza y mientras me observa a los ojos deja un beso en el dorso. Aguanto la mueca de asco y le doy una sonrisa coqueta. Él me guiña un ojo apartándose –. Bueno, les presentaré a mi pareja, se llama Samanta.

La mujer se acerca a nosotros moviendo sus caderas de forma bastante exagerada lo que me hace fruncir el ceño, pero le doy una sonrisa para no parecer antipática. Ella me da una notoria sonrisa forzada y en sus ojos castaños soy capaz de notar algo de... ¿Nerviosismo? No puedo leerlos porque pasa con rapidez a Aarón dejando un beso en su mejilla y se aparta con la misma velocidad poniéndose al lado de Evans padre.

No voy a negar que es una mujer muy hermosa, de caderas voluptuosas y un magnífico cuerpo. Su cabello parece sedoso y liso, y sus ojos, castaño claro, son hipnotizantes. Se ve como una muñeca, pero ella esconde algo detrás de esa sonrisa deslumbrante que tiene.

Los cuatro nos sentamos en la mesa cuando una señora bastante mayor se acerca a nosotros ofreciéndonos algo para beber, entonces en el momento que miro a Aarón me sorprendo porque está abrazándola con fuerza, incluso la está haciéndola reír. Ella acaricia su cabello de manera maternal para luego apartarse viéndolo con una ternura que me provoca una sonrisa idiota.

Esa es una de las escenas más tiernas que he visto protagonizada por Aarón Evans.

Él se voltea hacia mí para presentarla. Me cuenta con rapidez que es la mujer que lo cuido desde pequeño cuando su madre murió y que ha hecho demasiado por él, yo le doy la mano con una gran sonrisa.

— Mucho gusto.

— El gusto es mío cariño, él nunca había traído una de sus noviecitas a la casa.

— Todos me dicen eso – murmuro y ella suelta una risita. Golpea su mejilla con cariño y luego se disculpa con el señor Ariel sirviéndonos a todos vino, se retira y el padre de Aarón rueda los ojos.

Mi destrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora