🌙21. Cuellos sensibles

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Haejin

-¿Se puede saber de dónd... -Yoongi se calla cuando ve el estado de Taehyung, y le apresuro a meterle en casa-. No tienes muy buena pinta, ¿qué ha pasado?

Mientras le llevo por el pasillo capta la atención de los demás, y Jimin le toca un hombro.

-Come algo y después...-

-No tengo hambre -es la primera vez que formula una frase entera, y la ronquera de su voz parece asustar al rubio.

-Ya me encargo yo -levanto una mano para disipar la tensión del salón, y tiro de su hombro para llamar su atención.

-Tío, ¿por qué estás desnudo? -Jungkook frunce el ceño con la manta, y los mayores se quedan callados en un silencio que no me da buena espina.

...

Abro la puerta de la habitación y entro con el cuenco de fruta. Sé que se le ha cerrado el apetito con tanta lágrima, pero mañana hay entrenamiento general y tiene que estar en buena condición.

Me siento en su cama y le destapo la cara.

-Sabes que me vas a tener que decir qué ha pasado, ¿verdad? -hundo el colchón con mi peso, acercándome a su cara marchita. Por mi propio bien necesito que sonría.

-No tengo hambre -rueda sobre su costado hasta darme la espalda, haciendo que su cuerpo grande se vea frágil.

No me deja otra opción que hacerle aegyo, pero moderado.

-Pero tienes que comer -dejo el cuenco en la mesita de noche para tener más movilidad, y trepo por su espalda hasta que su perfil asoma. Taehyung deja que tenga mi momento infantil y deja que le haga pedorretas en la mejilla-. Dime que no parezco una cría de lobo y te dejo tranquilo.

-Las crías de lobo no son tan insistentes -veo cómo reprime su sonrisa en una línea fea en sus labios que me hace fruncir el ceño.

Le hago una pedorreta más fuerte, y sin querer babeo demasiado su mejilla.

-¡Hae! -se aparta de mí para limpiarse con la manga de la camiseta. Me siento rechazada pero entiendo que a lo mejor no está de humor para bromas infantiles, después de todo hace dos horas estaba prácticamente ahogado en lágrimas.

-Solo...cómete la fruta, ¿vale? -gateo decepcionada hasta el borde de la cama, y antes de que mi pie toque el suelo un brazo ya se está cerniendo a mi cintura. Oigo las sábanas moverse.

-Perdón -su cuerpo transmite una calidez hospitalaria que es difícil rechazar-. Estoy siendo un imbécil cuando tú solo me quieres hacer compañía y darme cariño. No te vayas -su otro brazo se une, y me abraza desde atrás con algo de desesperación.

Cojo el cuenco, y cuando entiende la indirecta me da la vuelta para sentarme encima suyo. No es algo sexual, sino más bien un reencuentro de corazones a través de los ojos.

Abre la boca cuando froto un trozo de kiwi contra sus labios, y lo mastica sin dejar de mirarme, como un niño perdido a la espera de algún comando.

-Taehyung, ¿qué ha pasado mientras no estaba? -acaricio su nuca mientras le doy de comer, y parece relajarse al instante. Estoy convencida de que si nos tumbamos y continuase con las caricias caería dormido como un bebé.

-No quiero hablar de eso -coge la mano en su cuello, y entrelaza nuestros dedos-. Por favor, solo quiero olvidarlo.

-Pero si no me lo dices no te podré ayudar -insisto con suavidad, poco a poco siendo sustituida por desesperación.

-No me puedes ayudar.

-¡Que sí que puedo! ¿Estás enfermo?

-¿Qué? -frunce el ceño, ahogándose en la confusión.

Primavera en la pradera ; kth [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora