🌙26. Flechas de acero

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Tres semanas después

Haejin

-Cariño, ¿por qué no traes la chaqueta de Jaehyun y la lavamos? Se la tienes que devolver -la voz del mayor me hace asomarme a la cocina.

-Pero Jin, no recuerdo dónde la dejé... -intento hacer memoria con los ojos cerrados, pero no funciona.

Se gira hacia mí con cara seria, escogiendo sus palabras con extremo cuidado.

-¿Has mirado en el templo? -me siento mal al instante, pero intento ponerle buena cara.

-Ahora la traigo -salgo se la cocina, pero freno para no dejar preocupado al médico-. Por cierto, ya me siento mejor.

-¿Mental o físicamente?

-Las dos.

-Joder Hae, mientes tan mal que no te lo crees ni tú -Yoongi echa detergente en el compartimento de la lavadora, mirándome de reojo.

-Oye...¿sabéis algo de él? -me cojo las manos cuando sus ojos castaños se dibujan en mi imaginación, y me muerdo el labio al ver que ninguno me responde.

Durante todo este tiempo ha sido todo el rato lo mismo: cambios de tema cuando pregunto por Taehyung. Estoy cansada, y me siento terriblemente decaída y sin voluntad para hacer nada.

Es mi mejor amigo y quiero pensar que mi amante también, le echo de menos.

-Trae la chaqueta, ¡que no tengo todo el día! -Seokjin señala la puerta, y no veo cómo le guiña un ojo a Yoongi con complicidad.

Hace más de tres semanas que no estoy entre esas paredes de papel, y el templo siempre parece tener memorias desagradables además del misterio envolvente.

Tengo que hacer breves ejercicios mentales antes de abrir la puerta, y el silencio del interior ahoga los cantos marchitos de los pájaros.

El templo tiene sus memorias propias, su historia antigua y presente activa; una burbuja aislada del mundo.

Me descalzo por respeto, y me extraño al ver algunas velas encendidas. Doy un paso hacia el camino de fuego, pero chafo algo duro y metálico.

¿Llaves?

-¿A quién se le habrán caído? -las guardo en el bolsillo para más tarde y continúo buscando la chaqueta de Jaehyun por el suelo de madera.

Está tirada en una esquina, y cuando la recojo veo una ligera capa de polvo. Nadie la ha tocado en 21 días.

Me doy la vuelta para volver por donde he venido y apagar las velas, pero es entonces cuando lo escucho.

Un ruido metálico, y una respiración demasiado pesada como para ser normal.

A pesar de que está encadenado retrocedo involuntariamente, la escena demasiado violenta para mis ojos.

Taehyung no dice nada mientras me sostiene la mirada, una macabramente apagada y ausente. Por sus ojos entrecerrados deduzco que se acaba de despertar, y trago duro cuando veo los moratones y la sangre seca de su cuerpo.

Es casi anormal ver algún área de su piel sin sangre, y está tan pálido como la escarcha al sol.

No lleva nada más que unos pantalones de deporte cortos que se pierden en sus oblicuos en V, y debe tener los brazos dormidos por la sujeción de las cadenas, y las piernas anquilosadas de tenerlas dobladas.

Está destrozado.

Me agacho frente a él sin pensármelo dos veces, y los ojos se me inundan de lágrimas sin saber muy bien por qué al verle de cerca.

Primavera en la pradera ; kth [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora