🌙28. Claridad

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Once años atrás

Haejin

-¿Qué te he dicho que hagas en estas situaciones? -Yoongi deja de mirar la televisión, y noto cómo mis bracitos tiemblan con la cesta de muñecos.

-Pero Taehyung no está en su habitación... -me siento triste porque hace varios días que no me habla-, creo que está enfadado conmigo.

-Lo que pasa es que está amargado -me coge la cesta quitándome un peso de encima, y su mano pálida coge la mía cuando me acopaña hasta la puerta.

-¿Qué es esa palabra? -le miro confundida, y aprieto los dedos alrededor del patito amarillo de goma.

-Que está triste y necesita cariño -la luz de fuera baña mi cara, y Yoongi señala un punto que se ve a lo lejos-. Está en el estanque haciendo ejercicio, ves a hacerle compañía y oblígale a jugar contigo.

-¿Se puede venir Hobi también? Es muy gracioso con los muñecos -no suelto su mano a pesar de que se intenta librar de la mía a tirones

-No no niña, de eso nada -me devuelve la cesta y me empuja con la pierna hacia fuera-. Hobi va a jugar conmigo.

Taehyung

-Kim Taehyung...Kimmie...Taehyung oppa...TaeTae...Señor Taehyung...Señor Kim...Taehyungnie...

Oigo cómo idea apodos desde un kilómetro a la redonda, pero me mantengo en la posición notando mis músculos activos.

Todavía no le hemos enseñado que nuestro oído capta todo mínimo sonido.

Intento parecer neutro e impasible cuando sus pasos suenan a menos de cinco metros de mi. Si le ignoro se irá, funciona con todos los niños.

-Hola.

Le miro de reojo, devolviéndole el saludo silenciosamente.

-¿Qué haces? -se sienta a mi izquierda, sus pies removiéndose inquietos en el césped.

-Ejercicio, Hae.

-¿Para qué?

Me centro en respirar y aguantar mi peso sobre mis brazos, mirando al frente.

-Para estar fuerte.

-¿Es divertido? -oigo el molesto sonido chillón cuando estruja el pato, y comienza a moverlo a saltitos por la hierba.

-Mucho.

Controlo la respiración cuando la plancha comienza a quemar mi cuerpo, y cierro los ojos centrado. Algo plástico roza mi mejilla, y abro un ojo para ver a la niña con el pato en la mano, tocando mi mejilla repetidamente.

-¿Quieres jugar conmigo? -suena distraída, como si los besos ficticios del pato en mi cara fueran más importantes.

-Estoy ocupado, ¿no lo ves? -me centro en la fuerza que están haciendo mis bíceps en vez de en su vocecilla.

-Pero no estás haciendo nada divertido...

Me mira cautelosa cuando aprovecha para tumbarse debajo de mi cuerpo en plancha, sujetando el pato a milímetros de mi cara.

No te enfades, no te enfades

-¿Quieres jugar conmigo? Te dejo coger el patito si quieres -insiste con los ojos brillantes por la ilusión, y veo lo entretenida que parece la niña con el puto pato-. No le dejo el pato a nadie...

Estiro los brazos para moverme lejos de ella, cayendo en la misma posición en otro lugar y rechazándole. Bajo mí la hierba, ninguna sonrisa mellada por dientes de leche ni pelo enmarañado en necesidad de un peine.

Primavera en la pradera ; kth [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora