9.- ¡¿Cómo resistirse a un trabalenguas tan sexy?!

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-¡¿Cómo mierda lees el pensamiento?! O sea, yo pienso, "ojalá un chico me cante eso" y llegas tú y ¡Dios!

"Qué orgullosa estoy de ti. Se te da genial estropear momentos."

Él me miró ya no tan sonriente.

-¿De qué hablas?

Oh, mierda. Ahora va a pensar que estoy completamente loca.

-Nada. - Ahora me miró con el ceño fruncido. - En serio, te lo juro por Cameron Dallas.

-¿Quién es ese? –lo miré como si estuviera completamente loco.

-Mi futuro marido, idiota.

Se le ensombreció la cara.

-Genial.

Mierda, lo estoy perdiendo.

-Bueno, debe ser complicado casarte con alguien si nunca lo vas a conocer... -le sonreí tímidamente.

Su ceño se frunció durante unos segundos hasta que sus facciones se relajaron en reconocimiento.

-¿Es ese Cameron un cantante o un actor o algo así? –reprimí una risa.

-Sí, más o menos.

Él sonrió. Menos mal.

Miré el suelo.

-Lo siento, soy una idiota.

-No lo eres. Sé que probablemente me odies. Pero quiero conseguir que me ames. Por eso... Katherine Lewis, ¿le concederías el honor a este sexy hombre de ser su sexy novia y juntos ser la pareja más sexy del universo?

Me eché a reír. Menudo trabalenguas se le había ocurrido al chaval.

-¡¿Cómo resistirse a un trabalenguas tan sexy?! -lo besé. Sus labios son excesivamente adictivos.

-¿Te acompaño a casa?

-¿Tan rápido te quieres deshacer de mí?

-Sabes que no, pero hace frío.

-Yo no tengo frío. - me miró con una cara de pervertido que casi me dio miedo. Idiota. - ¡Eres un maldito cerdo pervertido!

-Es culpa tuya, por darme qué pensar.

-¿Y si me acompañas a casa?

-Claro, vamos.

Nos pusimos a caminar en un cómodo silencio. Estábamos sumergidos en nuestros pensamientos.

Llegamos delante de mi casa. Desgraciadamente.

-Bueno. Nos vemos.

-Sí.

-Pues eso.

-Voy a... Entrar... Ya sabes...

-Claro.

Qué in-có-mo-do.

-Kate.

-¿Sí?

Se acercó a mí y me besó.

-Hasta mañana. - Sonreí. Dios, a pesar del ojo morado y el labio hinchado, era tan... Viol... Digo, guapo.

-Hasta mañana. Y cuídate esas heridas.

-Creo que no lo haré. Así me las curas tú.

-Aún te queda mucho trabajo para que yo haga eso.

-Bien, ya veremos señorita.

Lo observé alejarse de mí, luego de mi casa, e irse caminando a la suya. Entré en casa lo más sigilosamente posible. Menos mal, mis padres están dormidos. Cuando llegué arriba, me puse el pijama y me tumbé en la cama. Pronto me quedé dormida, con los recuerdos de esta noche tan...

Interesante.

¿Él? ¡Pero si es un psicópata! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora