17.- ¡Señoras y señores, La Rayis!

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Estúpido mundo. Estúpida vida. Estúpido director. No es justo.

-Hey, no te preocupes, sólo es Dick.

-Mira quien fue a hablar, el que la toma a puñetazos con las taquillas –cuando se lo contó, empezó a destrozar todo lo que encontró-. Y te recuerdo que es un gigoló. No me sorprendería que intentara violarme.

-Exagerada. Una vez que le conoces te cae bien, ya lo verás.

-Me gustaría más no verlo.

Él se paró y se giró para verme.

-Está bajo aviso. Como te ponga un dedo encima lo mataré, así que no te preocupes -retomamos la marcha.

-Pobre Dick, ni su mejor amigo se fía de él.

-No es eso... -lo miré en plan "¿en serio?"-. Vale, sí. Es eso. Sus impulsos sexuales son muy peligrosos. Llegamos.

Nos detuvimos ante el edificio en el que vivía el gigoló. Unos 16 pisos, todo cristal. Bonito.

-Llámame cuando quieras que te venga a buscar, ¿bien ?

-Bien, Augustus.

-¿Qué?

-Deberías leer más.

-Lo que tú digas. Es el 7° piso, letra E -me dio un beso de despedida-. Suerte. Te quiero.

-Hasta luego.

Me dirigí al portal y piqué en el botón que decía 7°E. Abrieron la puerta casi inmediatamente. Subí al ascensor y pulsé el botón, hecha un manojo de nervios.

A saber qué me encontraba ahí.

Llegué arriba y una mujer de unos 40 años me esperaba bajo el umbral de la puerta E. Llegó la hora.

-¡Buenas tardes querida! Yo soy Melinda, pero puedes llamarme Mel.

-Encantada, yo soy Kate -le estreché la mano que me tendía.

-Pasa. Está con una amiga en su habitación. Ahora salen.

-No sabía que tuviera amigas, amigas.

-Oh, querida, claro que sí, igual que tú tienes amigos chicos.

-Ya, pero es que yo no soy una degenerada.

Acto seguido, me tapé la boca con las manos. Mierda, ahora su madre me va a odiar.

-Oh, no querida. Mi hijo aún es virgen, así que lo dudo -¿cómo podía hacer pensar a su madre que era virgen? Impresionante-. Oh, mira, ya salen.

La puerta del salón se abrió y entró una Alexandra extremadamente despeinada y un Dick extremadamente feliz.

-¡Señoras y señores, con todos ustedes, Alexandra y La Rayis! -todos me miraron como si estuviera loca.

-¿Qué?

-Dick, admítelo, eres Rayita personificada.

-¿Y eso por qué?

-Porque aún eres virgen. Nunca lo habría imaginado.

Alexandra me miraba fulminante, seguramente se preguntaba qué hacía aquí.

-Bueno, yo me voy. Adiós Dick, gracias por todo.

Salió del salón, y luego se oyó un portazo.

-Bueno, yo también me tengo que ir. Que lo paséis bien.

¿Qué? ¡No! No, por favor, no. Mierda.

-Adiós mamá. -se giró hacia mí-. Ahora vuelvo, voy a por la mochila.

Me desplomé en el sofá y observé detenidamente la estancia en la que me encontraba. Un sofá marrón, horroroso si se me permite decirlo, una mesa de centro de cristal y una televisión enorme de plasma, encima de una PlayStation, una Xbox y una Wii. En una pared, un montón de fotografías. Una me llamó especialmente la atención.

Me levanté y la observé detenidamente. Había sido tomada en la montaña, y en ella aparecían tres niños de unos 10 años vestidos con ropa de deporte. Uno de ellos era Dan. El otro, Gigoló. Y el último, no, la última, se me hacía familiar. Era...

Yo.

¿Cuánto hacía que conocía a Dick? ¿Por qué no lo recordaba?

-¿Te acuerdas? -me di la vuelta y vi a Dick en el umbral-. Habíamos ido de excursión a la montaña. Cada vez que tú te alejabas, él empezaba a parlotear con que te había besado. Estaba eufórico, y yo le pegué más de una vez para que se callara -se rió ante el recuerdo-. Siempre fue un idiota -estaba a mi lado, y ambos observávamos la fotografía.

-Sinceramente, no recuerdo haberme relacionado contigo.

-Bueno, no hablábamos mucho. Digamos que Dan era... Un poco celoso.

-Ah. ¿Empezamos?

-Claro.

~-~

-Se acabó, sigo sin entenderlo.

-Es sencillo, todo es cuestión de querer hacerlo.

-No entiendo las funciones y moriré sin entenderlas.

-Supongo que es suficiente por hoy.- Empecé a recoger mis cosas cuando Dick habló.

-Siempre le dije que era un imbécil. Que se olvidara de ti. ¿Y sabes lo que me decía? Que jamás podría. Está muy enamorado Kate. Demasiado -últimamente me decían demasiadas cosas a las que no podía contestar-. Le conozco desde que éramos pequeños. Siempre fuisteis muy buenos amigos, y yo te tenía envidia. No tenía muchos amigos de verdad, precisamente -esto es nuevo-. Yo le pedí a Alexandra que le preguntara a Dan si quería salir con ella. Cuando os enfadasteis... Me alegré. Mucho -me equivoqué con este tío. No es un gigoló, es un completo gilipollas.

-¿Por qué me cuentas... eso?

-Porque lo siento, de verdad. Me comporté como un auténtico imbécil -suspiré.

-No es todo culpa tuya. Él aceptó.

-Cierto. Hay que ser un loco psicópata para salir con Alexandra –lo miré arqueando una ceja-. He dicho salir.

-Ya. A mí no te me acerques, rayita.

-¿Qué significa rayita?

-Nada.

¿Cómo iba yo a explicarle que la rayis era el personaje de la literatura adolescente más famoso de todos los tiempos, y que además era más degenerada que Christian Grey?

De ninguna manera.

De pronto, el móvil de Dick comenzó a sonar.

-¿Sí? No... No sé... Tal vez si... ¿Entonces lo compro yo?... Vale... Que sí... Mamá, no sé de qué estás hablando... Agh, que sí -fin de la llamada-. Era mi madre, dijo que tengo que ir a verla al trabajo y a comprar no sé qué, así que oficialmente te estoy echando.

-Qué agradable por tu parte.

-Lo sé -acabé de recoger mis cosas y caminé hacia la entrada-. Gracias.

-Nada. Ya te llamaré cuando tenga un hueco libre -él se echó a reír-. ¿Qué?

-Parece que dar clases contigo es como ir a la peluquería.

-Ja, ja, muy gracioso. Bueno, adiós.

Entré al ascensor y bajé al portal, donde alguien se me tiró encima y colocó algo afilado en mi cuello.

- La cagarás con Dan. Pienso hacer todo lo posible para que eso pase -¿Qué?-. Y al final, acabará en mi cama, como debe ser. ¿Me entiendes? -asentí enérgicamente-. Puedes irte. Y ni una palabra de esto a nadie.

Salí del edificio y no pude evitar echarme a llorar. Su voz aún retumbaba en mi cabeza.

¿Por qué todo tiene que ser tan complicado? ¿No podemos ser felices y ya?


¿Él? ¡Pero si es un psicópata! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora