25.- ¡¿Crees que soy tan tonto?!

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Ya casi es Navidad. Mi madre ya me deja salir de la cama. Y Dan, pues él sigue viniendo a verme menos a menudo de cómo me gustaría.

Molly no volvió a molestar y eso es un alivio. Helen mantuvo su palabra de terminar nuestra relación. Las chicas han venido cuando sus vacaciones y compromisos familiares se lo permitían, pero ella no. Ni un día. Y me duele.

Hoy es el día de Nochebuena, y adivinen: mi madre me mandó a comprar.

Creo que eso es una religión entre las madres o algo.

Fui a casa de Dan, a ver si me llevaba al centro. Lleva toda la semana estudiando, porque por mi accidente o por lo que sea, suspendió Geográfía, Historia y Lengua.

Puede que os preguntéis, ¿tú no suspendiste ninguna? La respuesta es no. Yo, con mi brillante promedio, pude aprobar sin problemas.

Él no, de hecho repitió curso y por eso va a clase conmigo.

En fin, ya vuelvo a divagar, como en los viejos tiempos.

Estaba llegando a su casa cuando vi a Helen salir de allí. ¿Qué mierda hacía allí a las once de la mañana? Por lo general prefiere levantarse a las doce como mínimo.

Le dio un beso en la mejilla, un abrazo y se fue. Un momento... ¿Qué está pasando aquí? No quiero comportarme como una novia celosa de todo el mundo, pero...

Maldita seas Molly, ya me haces dudar.

Corrí hasta Dan con el ceño fruncido antes de que cerrara la puerta, y él me miró sorprendido.

-¡K-kate, qué sorpresa! -me sonrió nervioso.

-¿Por qué Helen estaba en tu casa a estas horas? -él se rascó la nuca.

Me va a soltar una mentira. Siempre hace eso cuando miente.

-Vino... A buscar unos apuntes.

-Y yo soy la reina de Inglaterra. ¿Crees que soy tonta?

-Es la verdad...

-¡Salió de tu casa con las manos vacías, ahora explícame eso! -todos los que pasaban por la calle nos miraban, pero a mí me daba igual. Mi maldito lado sensible e inseguro empezaba a aparecer.

-¡¿Es eso?! ¡¿Crees que me acuesto con ella?!

-¡No sé, dímelo tú!

-¡No, Kate, no me acuesto con ella, ni me gusta, ni me gustará! ¡Oh, vamos, sabes lo que siento por ti! ¡¿Crees que soy tan tonto como para cagarla?!

-¡No lo creo! ¡¿Pero sabes el qué sí creo?! ¡Creo que lo único que querías era reírte de mí!

-Kate, yo...

-¡Vete a la mierda! -

Me di media vuelta y seguí caminando. Me encontré con James por el camino hacia mi casa.

-Cap, he oído lo de tu accidente, ¿estás mej...? –me abracé a él mientras lloraba. Un abrazo era lo único que necesitaba-. Wow, Kate, ¿qué ha pasado? -me rodeó con sus brazos y me apretó un poco más contra él.

-He discutido con Dan...

-Venga, Kate, las parejas hacen eso a todas horas.

-Pero es que creo que me ha puesto los cuernos...

-Viniendo de Dan me parece muy raro. Es tan...

-Raro.

-Raro, sí, eso mismo -los dos nos reímos, todavía abrazados.

-Molly me ha dicho que Helen quería... Ya sabes.

-Oh. Bueno, es tu mejor amiga, yo eso no lo veo.

-Ya no es mi mejor amiga.

-Dios, Kate, ¿qué estás haciendo con tu vida?

-Me gustaría saberlo. ¿James?

-¿Sí?

-¿Me puedes llevar a comprar? -sentí la vibración de su caja torácica causada por su risa.

-Claro, vamos.

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-¿Viste a esa mujer? Creo que pensaba que intentabas ligar con ella -los dos nos reímos en el coche de camino a casa.

-Cap, por favor, era muy atractiva... Pero bueno, yo solo tengo ojos para ti, babe.

-¡Maldito gigoló de m...? -se volvió a apartar el pelo de la cara con un movimiento de cabeza- ¿Pero cómo haces eso?

-Es todo cuestión de práctica, Cap. -paró el coche delante de mi casa-. Llegamos.

-Gracias, James.

-Ha sido un placer, Cap.

-No me llames Cap.

-Lo que tú digas, Cap -me sonrió burlón y una vez que me hube bajado del coche, arrancó y se alejó a toda velocidad.

Entré a casa, dejé la compra en la encimera, comí a la velocidad de la luz y subí a mi habitación. Sí, habíamos tardado como tres horas en comprar.

Encendí mi portátil y comencé a revisar las redes sociales. Como no decían nada nuevo, apagué el ordenador, mientras los recuerdos de esta mañana acudían a mi mente.

¿No puedo estar tranquila ni un segundo?

Me tiré en la cama a llorar. Maldito Daniel.

Mi móvil empezó a sonar, pero no le hice caso. Después de que me llamaran como tres veces, lo cogí.

-¿Sí?

-¿Kate? Te llamaba por una duda con los deberes de recuperación para las vacaciones, pero, ¿estás bien?

-No... -mientras intentaba no ahogarme con mis lágrimas, le conté a Dick toda la historia.

-Eso es imposible.

-Yo vi lo que vi.

-Kate, no creo que Dan te haya puesto los cuernos.

-¿Y eso por qué?

-Ambos sabemos que es como un maldito unicornio, escupiendo arco-iris todo el día. Y dudo mucho que se haya acostado con ella. De hecho, es imposible.

-¿Qué más, a ver? -y entonces me dio la noticia con la que casi me caigo al suelo.

-Kate, Dan es...

-¡¿Es gay?!

-Es virgen.



¿Él? ¡Pero si es un psicópata! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora