18.- Sabes que me tienes aquí para lo que sea, ¿verdad?

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Daniel's POV

-Tío, cada día que pasa pareces más una niñita.

-Tiene razón. Eso de enamorarte te ha sentado fatal.

Adam y Luke llevaban tocándome los cojones desde que llegué a entrenar.

-Mira quién fue a hablar, desde que Kate os juntó a ti y a Hope sólo puedes pensar en arco-iris y unicornios rosa.

-Cierto -Adam me apoyó-. Los dos parecéis gays.

-Y a ti nadie te quiere. Estás más solo que la una.

En ese momento mi móvil empezó a sonar. Kate.

-Hey, nena, ¿ya has terminado?

-Eh, sí. ¿Puedes venir ahora?

Algo en su tono de voz me dijo que algo no iba bien. Había estado llorando.

-Nena, ¿qué pasa? -el silencio al otro lado de la línea me hizo pensar lo peor.

-Nada. Estoy bien Dan. De verdad.

-¿Te ha puesto un dedo encima ese idiota? -más silencio. Voy a matar a Dick.

-Claro que no. Antes de que eso pasara estaría en el suelo retorciéndose de dolor, y lo sabes.

Recordé a Dick en medio de la pista de atletismo medio llorando. Una sonrisa se me escapó de los labios.

-Tienes razón. Déjame cambiarme y salgo para allá -colgué.

No me lo creía del todo, e iba a averiguar la verdad, lo quisiera o no.

Salí de la piscina, me di un aclarado rápido en la ducha, me vestí y saqué las llaves del coche de mi bolsa de deporte. Arranqué y salí hacia el edificio de Dick lo más rápido que pude.

Cuando llegué, no vi a Kate por ninguna parte. ¿Dónde demonios estaba?

Aparqué y la busqué caminando. Llegué a un pequeño parque, donde Dick y yo jugábamos de pequeños. Recuerdo que había un banco entre un montón de árboles, y sin darme cuenta, acabé caminando hacia allí, encontrando la cabellera rizada de Kate. Al ponerme frente a ella, vi que tenía la mirada perdida, y se me partió el corazón.

-¿Kate? -rápidamente me miró y se echó a llorar-. Hey, hey, no llores, amor -me senté a su lado y la abracé-. ¿Qué ocurre?

-No te lo puedo decir -se acurrucó entre mis brazos y escondió la cara en mi pecho.

-¿Por qué no?

-Porque no -suspiré.

La curiosidad y la preocupación me carcomían por dentro.

-Está bien -si no puedes con el enemigo, únete a él-. Pero sabes que me tienes aquí para lo que sea, ¿verdad?

Ella sonrió. Menos mal.

-Sí. Gracias.

Nos quedamos así durante unos minutos, hasta que ella habló.

-Quiero un helado -me eché a reír, sólo a ella se le ocurría decir algo así.

-Vamos -caminamos en silencio por el parque, buscando una heladería-. ¿Crees que habrá heladerías abiertas en diciembre?

-Tiene que haberlas, yo necesito un helado ahora -sonreí y la abracé. Resultaba extremadamente adorable-. Necesito algo dulce para comer. Si no es helado, será chocolate caliente. Ahí hay una chocolatería.

Entramos en el establecimiento y pedimos dos tazas. Cuando nos las trajeron, lo primero que hizo Kate fue mancharme de chocolate la cara.

-¡Agh, quema! -ella empezó a reírse-. Ahora verás -metí el dedo en mi taza y se lo pasé por la cara.

Cinco minutos después, la gente nos miraba de forma extraña, y estábamos perdidos de chocolate. Salimos de allí y corrimos hasta mi coche.

-¡Eres un idiota! ¡Mira, has estropeado mi camiseta favorita!

-¿Yo? ¡Pero si has empezado tú!

-¡Eso no tiene nada que ver!

Se cruzó de brazos y se arrebujó en el asiento.

-Te comparé otra -ella me miró expectante-. Aunque creo que te mimo demasiado. No, no te compraré nada -ella bufó y miró hacia delante.

-Bipolar -susurró.

-Te he oído.

Puse la radio. Can't Feel My Face empezó a sonar por los altavoces.

-And I know she'll be the death of me, at least we'll both be numb. And she'll always get the best of me, the worst is yet to come. But at least we'll both be beautiful and stay forever young. This I know, yeah, this I know –observé embelesado a Kate cantar hasta que vi que abría mucho los ojos-. ¡DAN! –rápidamente miré al frente y di un volantazo, evitando chocar con un camión.

Ella me miró furiosa. Sentí mi cara calentarse.

-¡Idiota, casi nos matas!

-Lo siento, me despisté.

-¡Para inmediatamente el coche, me voy caminando! -hice caso omiso a sus órdenes y continué conduciendo-. ¡Quiero vivir!

-¡Maldita sea, Kate, fue un accidente!

-Debes estar con todos los sentidos en la carreta. ¿Cómo demonios se te ocurre despistarte así? –resoplé.

Ahora no iba a decirle la razón por la que había dejado de mirar.

-Eres insufrible.

-¡Sí, y estúpida e infantil, ya lo sé!

-¡PROMETISTE NO VOLVER A HACER ESTO!

-¡¿El qué?!

-Ser así de agresiva. Estás exagerándolo todo.

-Oh, ¿ahora soy yo la exagerada?

Paré delante de su casa.

-Llegamos.

-¡Genial, al fin me libro de ti! -abrió la puerta, pero antes de salir la agarré del brazo, tirando de ella y poniéndola a horcajadas sobre mí.

-Lo siento -la besé-. Perdóname -la volví a besar-. ¿Por favor?

Ella me miraba con el ceño fruncido. Entonces suspiró, puso sus manos en mi cuello y me besó.

-Yo también lo siento. Pero ni se te ocurra volver a hacer eso. ¿Entendido?

-A sus órdenes.

-Así me gusta -sonrió y se quitó de encima de mí-. Adiós.

Abrió la puerta y salió.

Conducí hasta mi casa, y por el camino mi móvil comenzó a sonar.

-¿Sí?

-Dani, querido, necesito un favor.

Mierda. ¿Qué querrá ésta ahora?

-Me importa una mierda, Alexandra.

-¿Cómo puedes hablarme así?

-Sencillo. Hablándote.

-Ja, ja, que gracioso. Necesito ayuda para elegir mi vestido para la fiesta de Adam.

-¿Y a mí qué me dices? Pídele ayuda a alguna de las put... Personas que consideras "amigas" -colgué.

Dios, en otra vida debo de haber sido muy mala persona, porque con Alexandra el karma me está castigando demasiado.


¿Él? ¡Pero si es un psicópata! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora