20.- ¿Seguro que no te ha llegado el período?

3K 269 7
                                    


—¿Lista?

—No.

—Estás graciosa hoy, ¿eh?

—Sep.

—Ahora en serio, ¿estás lista?

—Claramente, idiota.

Me condujo con los ojos tapados por a saber dónde. De pronto, pasó una mano por debajo de mis rodillas, levantándome del suelo, y subiendo por unas escaleras.

— ¿A dónde vamos?

—Nena, no seas impaciente.

—Pero yo quiero saber... —hice un puchero y él se echó a reír.

—Ya casi llegamos —separó una mano de mi cuerpo y oí el sonido de unas llaves entrechocar y una puerta abrirse.

Me bajó al suelo, aún rodeándome con sus brazos. Me quitó la venda que me había puesto al subir a su coche, dejándome ver el gran ventanal que daba a la ciudad de Nueva York.

— ¿Qué demonios...?

— ¿Sorpresa?

—Vale. ¿De dónde has sacado tú un ático en pleno centro?

—Era el piso de soltero de mi padre.

— ¿Tu padre vendía droga o algo así?

—No. Simplemente estudió, se sacó una buena carrera y se compró el piso.

—Ya. ¿Y tú lo tienes por...?

Su única respuesta fue una sonrisa triste.

—Yo, Dan, mierda, lo siento.

—N-no pasa nada —me golpeé mentalmente cuando su voz se rompió.

"Genial Kate, ya la has vuelto a cagar"

"Cállate Larry"

"¡No me llames Larry!"

Dan me abrazó y escondió la cara en el hueco de mi cuello. Soltó un sollozo, por lo que supe que había comenzado a llorar.

—Qué nenaza eres, en serio —él simplemente apretó más su abrazo—. Cálmate, Dan. Oye.

— ¿Sí?

— ¿Seguro que no te ha llegado el período?

—Uf, no lo sé —al menos ahora sonreía, menos mal—. Gracias. Y de esto, ni una palabra a nadie, ¿entiendes?

Eché a correr hacia el balcón, abrí la ventana y me puse a gritar.

— ¡MI NOVIO ES UN LLORICA! ¡TIENE EL PERÍODO! —de pronto, Dan me tapó la boca y me cogió sobre su hombro—. ¡Suéltame, melón!

— ¿Quieres dormir?

— ¿Me vas a violar?

—Puede ser.

—Mmmmmm... Pero con protección, ¿eh?

—Lo tendré en cuenta.

— ¿Me bajas?

—No.

—Pero yo quiero dormir.

—Déjame que me lo piense... No.

—Pero...

—Calla, vamos a dormir.

—Idiota. Déjame que me cambie.

—Prefiero que no.

— ¿Qué duermo vestida, entonces?

—Puedes dormir desnuda.

¿Él? ¡Pero si es un psicópata! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora