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Me encontraba de pie en el borde de una mina colosal.

Los dientes de la tierra bostezaban ampliamente, su lengua y amígdalas apuñaladas por palas y excavadoras, sus entrañas expuestas al cielo de la noche en búsqueda de diamantes y riqueza.

Mirar fijamente hacia el pozo dañó algo muy profundo. No era por los árboles rotos dejados a que se pudrieran sin que a nadie les importara, o a los trabajadores de piel de ébano trabajando duro en el lodo. No era el aire estancado de la degradación y el robo. Era la tristeza de que algo tan precioso y raro como los diamantes, que la tierra creó a lo largo de milenios, habían sido robados tan insensiblemente, sin gracia y sin un gracias.

-Impresionante. ¿No es así? -Cut colgó su brazo sobre mis hombros.

Me estremecí, pero no me aparté.

No es que pudiera.

Una cuerda gruesa mordía mis muñecas, amarrada firmemente por Cut cuando vino por mí.

Esperaba que la Tercera Deuda se realizara en el momento en que Cut regresara de cualquier diligencia que realizó. Me senté en la cama, pinchando la yema de mis dedos con la aguja de tejer oculta, sin apartar los ojos de la entrada de la tienda.

Mi estómago gruñó. La energía se agotó. Pero me negué a conciliar el sueño. Enfrentaría mi pesadilla estando despierta.

Era la única manera.

La fría noche africana roía en mi piel; poniéndome la piel de gallina mientras el humph humph de leones se hacía eco a través de la casa de tela.

Sonaban tan cerca. Tan hambrientos.

Luego, todo a la vez, parecía como si un director de orquesta organizó un cuarteto de hienas risueñas, el rebuzno de cebras y el ulular de los búhos.

La canción de los animales elevó mi nivel de estrés hasta que me estremecí de terror.

-¿Me estás escuchando? -La voz de Cut se deslizó a través de mis pensamientos. No había descansado o dormido desde siempre; mis reacciones eran lentas.

Parpadeé. -Decías algo acerca de cantidad y qué tanto...

-¡No! -Tiró de la cuerda alrededor de mis muñecas-. Te decía qué tan profundo es Almasi Kipanga. Durante siglos de explotación minera, hemos encontrado vetas y vetas de piedras. Seguimos expandiendo y la mina se encuentra actualmente medio kilómetro bajo tierra. ¿Puedes comprender eso?

Negué con la cabeza. Todo en lo que podía pensar era en lo oscuro y claustrofóbico que sería. Una tumba a la espera de caer como innumerables fichas de dominó, sofocando a cualquier persona en su interior.

Jimin sonrió. -Esos son años de excavación. Millones y millones de diamantes sacados de la tierra. Si una veta se agota, se planea una nueva ruta. -Sus dientes se mostraron-. A un trabajador con suerte se le da el trabajo de colocar explosivos para alterar cualquier deslizamiento de tierra suelta o derrumbe.

-¿Qué pasa si los explosivos provocan una catástrofe y él es aplastado? -Mis ojos se abrieron ampliamente por tal ocupación tan peligrosa.

Jimin se encogió de hombros. -Es por eso que enviamos solamente a uno. Si no lo logra, entonces es una pena. No evacuamos, solo sellamos.

Me tragué el disgusto. -Matas a hombres de muchas maneras.

-Gracias por el cumplido.

Mis ojos se estrecharon. -No lo fue.

Endeudado: Deuda Final// MYG y TÚ//+18 [TERMINADA T6]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora