Demon ||Yoonmin||Vkook||

Capítulo 7: Príncipe del infierno.

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APÍTULO 7: Príncipe del infierno.

- ¡Es hora de irnos! ¡Vamos! ¿Qué esperas Yoongi? –gritaba una voz cerca de su rostro que estaba consternado aun sin poder comprender lo que estaba sucediendo

-Si no huimos ahora nos encontraran y nos llevaran ante el Gran Juez –gritaba Taehyung.

Ambos corrían sin detenerse por los grandes callejones de la cuidad del infierno ocultándose bajo las sombras para no ser hallados en su escape. Los habían descubierto y ellos no podían quedarse a esperar su fin; Yoongi daba grandes zancadas tratando de alcanzar a Tae que parecía volar, el chico de cabello color menta estaba tan aturdido por lo que había pasado momentos antes pero no podía detenerse, su vida dependía de ello.

Era uno de los Demonios Mayores, uno temible e inquebrantable y lo habían nombrado como Príncipe del Infierno, ese sería su destino hasta que segundos después descubrieron su traición y debía recibir el peor castigo.
Ahora no podía mirar atrás, estaba hecho y solo podía seguir huyendo de ese lugar para no volver jamás.

-Lo lamento Tae, lo he arruinado –repetía una y otra vez.

-Has salvado mi vida, y ahora es momento de devolverte el favor –Tae lo miraba directamente a los ojos ardientes del chico y ahora le daba la seguridad que Yoongi siempre le había dado. Era el momento.

Jimin solo podía observar el interior de la habitación, tenía un toque lúgubre pero acogedor; se sentó en la orilla de la cama.

- ¿Estas bien? –pregunto tímido-. Has estado ahí mucho tiempo.

Yoongi recordó la presencia de aquel ángel en su habitación, había estado absorto en sus recuerdos varios minutos.

-Estoy bien. –respondió con un rastro de incomodidad-. No es buena idea que te quedes aquí, este es un lugar de demonios.

Jimin le miro al rostro y levanto la barbilla con algo de autoridad.

-Sabes que nunca estoy en el lugar correcto, Yoongi –le miro con esa mirada suya inocente pero que en realidad lo hacía más atractivo.

Yoongi lo miro con una sonrisa de medio lado, ¿Qué trataba de hacer el ángel con él? -. Sí, es por eso que siempre te salvo el trasero –dijo severo.

-Oh vamos, los dos sabemos que te gusta hacerlo –Jimin ladeo un poco la cabeza y en la oscuridad solo podían verse sus hilos dorados tapándole los ojos.

Yoongi golpeo la pared con una fuerza que hizo estremecer al rubio y tomarse las piernas contra el pecho, no había sido buena idea provocarlo.

-La próxima vez que vuelvas a decir algo como eso, te rompo las piernas, ¿entendido? –lo miro con los ojos incendiados de enojo y todo porque el rubio quería probarlo.

El demonio jamás haría algo como eso, no a un ángel. No a él. Era solo que no quería estar expuesto ni que alguien pensara eso de él, suficiente tenía ya con las bromas pesadas de Tae pero tenía razones suficientes para soportar al chico, era su compañero.
Con este no tenía razones ni excusas para lidiar con él, pero quería hacerlo, le gustaba hacerlo.

-Lo-lo lamento –decía nervioso el rubio con la mirada en el suelo.

Yoongi podía jurar que estaba a punto de derramar lágrimas de arrepentimiento-. Solo quería ser más valiente.

-Puedes pasar la noche aquí, pero no debes llamar demasiado la atención. Ya es suficiente con que te hayan visto Tae y Jungkook. Es necesario que entiendas que no podemos arriesgarnos –señalo Yoongi. Era por su propio bien, lo estaba protegiendo.

-De acuerdo, lo comprendo –seguía nervioso.

Yoongi comenzó a dirigirse hacia la puerta, tenía que aclarar las cosas con los otros; si aún no estaban en sus cosas. Jimin lo llamo temeroso, se detuvo.

-Lo siento, en verdad.

-Trata de descansar, estaré abajo –le dirigió una mirada seria pero tranquila.

No estaba molesto.
Cuando el pequeño Jimin se quedó solo en la habitación, pasaron unos segundos antes de que comenzara a llorar ferozmente en un intento de sacar todos sus temores. No le gustaba sentir aquella sensación tan dolorosa, dolía todo aquello. Era un ángel, lo sabía. Los mismísimos arcángeles le habían asignado sus alas, recordaba ese día.

Había prometido cumplir con su deber y nunca le había parecido tan complicado como hasta ese día con aquel demonio. El solo había querido ser más valiente, tener más valor para enfrentar a aquel chico infernal que solo provocaba sensaciones extrañas y desconocidas en su interior. ¡Por Dios eran enemigos! Se supone que deben odiarse a muerte, pero no lo hacían.

Jimin en medio de la oscuridad con lágrimas en su rostro fino y hermoso, herido por el demonio prometió una cosa: descubriría el pasado de aquel que provocaba todo aquello en su corazón. Era lo justo. Y lo iba a lograr.

                                               ◇◇◇◇

-Entonces tú y el brillitos… -comenzó Tae mirando a Yoongi con una sonrisa pervertida.

-No existe el “tú y el brillitos”, así que deja de molestarme –respondió el chico de cabello menta dándole un trago a su bebida.

Los tres chicos estaban reunidos en el bar de la casa, solo hablando de cosas sin sentido y Taehyung era experto en eso.

-No importa Yoongi, nosotros también lo negamos al principio, pero míranos –dijo Jungkook-, ahora somos inseparables.

Taehyung rio.

-Son unos tontos –respondió Yoongi y bebió un poco más de su bebida-, más les vale que no lo molesten o cuando despierten estarán en el mismísimo infierno ante todos los demás.

La pareja se miró entre si y estallaron en risas, podían ser muy molestos a veces.
El teléfono de Jungkook comenzó a sonar y todos guardaron silencio, el chico lo sacó del bolsillo de su chaqueta y frunció el ceño. Era un número desconocido.  Yoongi sabía que algo andaba mal y Tae comenzó a ponerse nervioso al ver el rostro de Jungkook. Contesto el teléfono.

-Aquí Jungkook –seguía con el ceño fruncido.

Tras varios segundos de escuchar al que hablaba en la línea, su rostro comenzó a ponerse blanco. Cuando colgaron la llamada, solo pudieron salir unas palabras de su boca.

-Nos encontró.