Capítulo 22. Recuerdos dolorosos.

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"You just want attention, you don't want my heart
Maybe you just hate the thought of me with someone new
Yeah, you just want attention, I knew from the start
You're just making sure I'm never gettin' over you"

          —Más suave Puth.

          —Ya basta, es todo.

Posicionó en su lugar el equipo de grabación y salió del set; 6 horas tratando de grabar la perfecta voz terminaron por afectar sus cuerdas vocales.

          —No basta con el esfuerzo habitual, tienes que dar más.

Mattew llenaba sus oídos de tediosas recomendaciones para triunfar en el mundo de la música, pero ya estaba harto de escuchar el mismo sermón semanal.

          —¿No es suficiente?—preguntó hiriente—Dejé el colegio, a mi familia, a mi chica para continuar con toda esta mierda y me parloteas con que no basta.

          —Tienes que hacer sacrificios si quieres entrar a este mundo—levantó la voz.

          —A la mierda con tu mundo.

Salió furioso por la puerta azotándola, dejando en claro que la situación le repateaba. Bruscamente arrancó su chaqueta del perchero con las arrugas en la frente y fastidiado de pasar el día entero encerrado en una pequeña habitación realizando repeticiones de un single. Ansiaba poder llegar a los brazos de su adorada chica, pero le era imposible.

          —¡Charlie!—gritó la aguda voz de Riley.

          —¿Qué?—respondió cortante.

          —¿A dónde vas?

          —A casa, estoy exhausto.

          —¿Me llevas?

Con ojos suplicantes se acercó intencionadamente a su rostro, acarició su mejilla y colgó sus brazos por el cuello.

          —Es un poco tarde para que una señorita esté por las calles sola.

Miró a sus labios con la infantería suficiente para atacarlos.

—No—sonrió.

—Anda.

—Ya hablamos sobre esto.

—Bésame—suplicó.

Pero su mente le recordó las facciones de Gen.

—Suficiente.

Con fuerza se liberó del agarre y se alejó unos cuantos centímetros dándole la espalda.

—Charlie, yo soy la chica que necesitas.

—No.

—Ella no puede ofrecerte todo lo que yo sí—inculcó—no tiene ni un gramo de paz mental, te agobia con un millar de problemas.

Se acercó rápido para abrazarlo por la espalda. Charlie agachó la cabeza, Riley estrecho fuerte contra su pecho y cerró los ojos.

—Déjame amarte y serás la persona más feliz del planeta.

Charlie giró en sí, dedicó su mirada a los ojos brillosos de Riley, acarició su mejilla y en un acto final susurró.

—Soy la persona más feliz al lado de Gen—recitó.

La expresión de Riley inmediatamente cambió. Se alejó enfada y depositó una fuerte cachetada sobre la mejilla derecha del chico. Charlie clavó sus ojos como cuchillas amenazantes ante tal acto y con la cara ardiendo salió disparado del estudio. Condujo varios kilómetros atravesando las luces nocturnas, con la mente hecha un revoltijo y con anhelos de ver a su chica.

Terco como una mula entonces, se encamino a la casa de la señora Janseen. Aparcó en la acera, se quedó en silencio aún dentro del coche y sintió una punzada de vacío dentro del pecho. Giró su vista a la casa envuelta por la oscuridad de la noche y se percató de que la habitación de la chica seguía iluminada; y como por casualidad, se la topó mirada a mirada. Sus ojos tristes le dijeron todo, por lo que no dudó en proseguir con una idea que se le había metido a la cabeza.

Decidido recorrió el perímetro de la casa, saltó una puerta de metal y cruzó el patio trasero. Llegó hasta un árbol posicionado justo al frente de la ventana de la dama y lo trepó, alcanzó el ventanal y lo abrió con desesperación sin importarle el ruido ocasionado; necesitaba estar con ella y nadie ni nada podría impedirle verla.

—Charlie, no...—balbuceó antes de volver a llorar.

—Nena, te necesito.

Génesis se tomó la cabeza negando sus palabras. Tapó sus oídos para no escucharle, pero la vida se le estaba escapando y también le necesitaba.

Charlie caminó lentamente hacia ella esperando no alterarla. La vio aún negando con la cabeza y se resistió a encontrase cuerpo a cuerpo para consolarla.

—No me hagas esto—suplicó al verlo acercarse.

—Gen—pausó y caminó—no puedo vivir sin ti, por favor.

Viéndolo fijamente no pudo más con la ansiedad de sentirlo cerca y corrió a sus brazos. Su salud mental empeoraba día con día, dejándola incapacitada para hacer cualquier cosa y sabía que el único remedio para su desequilibrio emocional era él, su querido Charlie. Lo estrujó fuertemente sintiendo sus brazos rodearla y acariciarle la cabeza, soltó un pujido de lloriqueo pues al fin sentía la tranquilidad entrándole por las venas y calmando su furia interior.

Charlie aprovechó para tomar su barbilla entre sus manos y echarle un ojo. Ella accedió al instante embobándose en sus labios, gritándole con la cercanía y la conexión que tenían que los tomase, reclamándolos. Él sin preguntar concedió sus silenciosos deseos y demando que el encuentro pasional comenzara.

Acarició uno de sus pómulos. Agachó la mirada y atacó. Cubrió sus carnosos labios con los húmedos y calientes miembros de Gen. Jugó unos instantes con sus lenguas estableciendo una lazo íntimo entre ambos que los llevó a sentir calor en el cuerpo y muy pronto, la ropa estorbó.

Los dos se encontraban necesitados uno del otro, desesperados por ensamblar sus almas como piezas de rompecabezas. Génesis empujó su cuerpo contra el del chico con sólo la ropa interior cubriéndole y lo llevó hasta la cama, sin dejar de besarlo, subió a su regazo y envolvió las piernas en sus caderas sintiendo su miembro viril chocando con su vientre; eso solo la lleno de deseo y de pronto su cuerpo se encontraba ardiendo. Charlie llevó sus manos desde el rostro, pasando por su espalda y situando sus palmas en los redondos glúteos. Subió de nuevo por las caderas de la chica y se encargo de desabrochar el sostén de encaje.

Gen lo abrazó repentinamente concediéndole fácil acceso para que lograra el cometido. Pero mientras él se ocupaba, ella centró su mente en la mujer que le hacía la vida imposible.

Recordó las palabras de Riley entrándole por los oídos y se preguntó si ella también había gozado del momento. El sólo hecho de pensar que también había estado encima del chico sintiendo los escalofríos del cuerpo llenándola por tenerlo tan íntimamente le volvió el estomago y la hizo retroceder.

—¡No!—grito alejándose.

Mi buen amor. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora