Capítulo 11. La nueva estrella.

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          —Los términos son claros señor Puth; sin compromisos, sin ataduras. Lo mejor es que vaya despidiéndose de la chica.

          —No puedo hacer eso, soy todo lo que tiene.

Génesis esperaba en el cuarto de al lado, observada por ambos hombres al otro lado del espejo polarizado que entablaban las condiciones de grabación para la música de Charlie. La decisión se tornaba cada vez más difícil; debía estar en el estudio siempre que la escuela no ocupara su tiempo pues cada grabación con llevaba un tiempo inimaginable de atención, si su carrera subía a lo más alto, tenía que dedicar tiempo a las planeaciones de giras, discos, mercancía y demás. Los conciertos tampoco se quedaban atrás a pesar de saber que había posibilidades de no triunfar.

          —Vamos chico, puedes conseguir a la mujer que quieras siendo una estrella, olvidate de ella.

          —Ella es la mujer que yo quiero.

          —Bien, entonces esto no es para ti.

Un silencio incómodo inundo la sala. El productor cruzó un pie observando detenidamente a Charlie que repasaba por último el pedazo de papel que le habían concedido. Colocó su palma sobre la barbilla y se la rascó, sabía que tenía un gran futuro por delante, una voz excelente y una apariencia sorprendente que atraería a miles de chicas vueltas locas por él, chicas que tenían el símbolo de pesos tatuado en la frente, dinero que convenía en gran medida para su beneficio.

          —Piensalo bien, estaré aquí si cambias de decisión.

          —No lo creo—recitó por último levantándose del asiento y entregandole el papel.

El productor sonrió cortés a su respuesta fingiendo agradecimiento. Aunque su objetivo estaba muy lejos, haría todo lo posible para que ese muchacho usara su gruesa voz para producir muchos millones a través de suaves melodías.

Charlie caminó a la puerta que separaba ambos separos. Se detuvo al ver distraída a la chica con los ojos puestos sobre un cartel colorido que reposaba en la pared roja del estudio. Se sobó la barbilla y suspiró, nunca tendría el valor para abandonar a aquella hermosa criatura.

Pronto Génesis sintió su pesada mirada, así que lo buscó. Se encontró con un Charie pensativo y sin dudar caminó de su lugar para correr a sus brazos, aspirando su olor embriagante y el suave roce de las yemas de sus dedos acariciar su brazo.

          —¿Qué tal todo?—preguntó.

          —Bien—contestó secamente.

          —¿Sucede algo?

La pregunta sobresalto los sentidos de Charlie, tenía que hablar con ella para decirle todo lo que había pasado, pero sus tiernos ojos llenos de brillo penetraban en su alma, haciendole creer que podría lastimarla.

          —No, todo esta bien—sonrió fingiendo—Vamos, estoy exhausto.

Charlie separó sus cuerpos para tomar su mano, la vió por última vez y depositó un tierno beso en su mejilla. Caminaron por el largo pasillo hasta el ascensor vació que los llevaría hasta la primera planta del edificio, aunque no esperarían que detrás de las laminosas hojas de este esperaba una incómoda sorpresa.

          —¡Charlie! Que agradable sorpresa—pronunció Riley.

No iba a quedarse parada sin pretender tener un acercamiento a su más grande ídolo, por lo que se acercó con grandes aires hacía el chico y rodeó su cuello con ambos brazos. La expresión de su rostro cambió al darse cuenta que detrás de él se encontraba su chica, misma que no tenía ni la más mínima emoción de felicidad al presenciar aquel acto.

          —Lo siento—logró decir retirando las manos del chico y abriendo los ojos como platos.

Génesis seguía a espaldas de Charlie conteniendo las ganas de tomarla por los cabellos rizos, intentó controlar su sentir y soltó la mano de Charlie en un inconsciente enfado.

          —¿Cómo estás?-interrogó Riley al instante.

          —Bien—respondió él adivinando los gestos de la chica que tenía a su reverso.

          —¿Por qué estás aquí?

          —Sólo he venido a consultar a un productor.

          —¿Matthew?

          —Sí.

          —¡Qué bien! Trabajaremos juntos, yo soy su asistente y estaré encantada de estar a tu lado—soltó sin prudencia mostrando sus más grandes intenciones.

Esa corta conservación terminó por enfurecer la mente de Génesis. Apartó ambas almas de su camino y aceleró el paso hacia el elevador, presionó repetidamente el botón hasta que las puertas decidieron cerrar, viendo por última instancia a Charlie correr frente suya sin alcanzar a detener el cierre. La situación la terminaba de convencer de que Charlie había mentido sobre conocer a la chica.

En tal caso ¿Por qué habría de no conocerle y conversar tan plácidamente con ella? Lo peor era que, si él aceptaba, tendría que pasar la mayoría del tiempo con Riley a su costado. Y ella no podría oponerse, eran sus sueños, sus metas, sus más preciados objetivos y si ponía la más mínima resistencia se vería como la persona más egoísta.

Como fuera, lo que más le pesaba era la idea de pensar que entre ellos habría algo más que sólo una relación laboral.

El ascensor se abrió y con lágrimas en los ojos se apresuró a tomar un auto de sitio para salir de ese lugar. Al abrir la puerta e indicarle al chófer su destino, escuchó a lo lejos la voz del chico gritando a su nombre, pero con su atolondrada mente ignoró las súplicas.

          —¿Qué pasa pulga?—preguntó Alex viéndola llorar desconsolada, acomodándose los mechones de cabello que se le pegaban al rostro por las lágrimas que rodaban en sus mejillas.

          —¿Puedo pasar?

          —Que pregunta tan estúpida, esta es tu casa.

Dicho tal, se hizo a un lado y le permitió el pase. Gen buscó desesperadamente un asiento para reposar ya que las náuseas amenazaban con salir muy pronto, terminó de acomodarse el cabellos y trató de controlar su respiración.

         —¿Estás bien?—cuestionó Alex poniendose de rodillas en frente suya y acariciandole la mejilla.

Gen soltó en llanto nuevamente, su cabeza estaba por explotar y el cuerpo comenzaba a llenarsele de escalofrios, su respiración agitada de nuevo llegó y muy pronto, ya descansaba sobre los brazos de Alex inconsiente por las sensaciones de su cuerpo.

Mi buen amor. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora