Capítulo 9. Charlotte y Hannah.

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          —Así que, son gemelos—agregó la señora Puth.

          —Sí—murmuro Génesis.

Ambas degustaban la cena, acompañadas por sus respectivos compañeros de vida. Un pequeño festín formal en honor a la bendición que había caído en nombre de los Puth, repleto de manjares y millares de postres que los sirvientes se encargaban de repartir entre cada bocado que los presentes tomaban. La reunión habría sido posible por mandato de la señora Puth a modo de disculpa por sus actitudes y felicitación por sus nietos venideros.

Sin embargo, a pesar de las modestas disculpas de su querida suegra, Génesis sentía incomodidad. Podía ver sus buenas acciones, sus gestos gentiles, su expresión amable, pero temia que hubiese algo oscuro detrás de todo.

          —¿Cómo piensas llamarlos?—comentó la señora Puth sacandola de sus pensamientos.

          —No sabemos aún.

          —Charlotte y Riley.

De pronto Génesis posó como navajas los ojos en Charlie al escucharle pronunciar ese nombre. Su cabeza se llenó de furia, haciéndole creer que por su mente pasaba aquella rubia muchacha.

          —Charlotte y Hannah—replicó con audacia, acentuando el cambio en la expresión.

Charlie no entendía el gesto o eso lo parecía y sin chistar, aceptó la proposición. Pero Génesis seguía viéndolo con furia, como jamás nunca se le había ocurrido, aún después de verle las pupilas verdes brillar a modo de disculpa.

          —¿Y si son pequeñines?—interrumpió el señor Puth con la intención de sobrepasar el incómodo momento.

          —Nathan y Noah—resolvió Charlie.

La cena continuó, Charlie y su padre discutían asuntos importantes de negocios mientras que la señora Puth atiborraba los oídos de la chica con planes para los bebés. Gen simulaba escucharla, porque seguía con el enfado en su interior contra su querido esposo y no hacía más que preguntarse si la chica del cuerpo curvilíneo había logrado meterse en su vida. Quería averiguar el motivo, pero la situación le causaba náuseas, tanto, que de pronto sintió el estómago revolversele.

          —¿Me disculpan un segundo?—pidió.

Caminó con las miradas de todos encima. El vestido largo le impedía correr, pero no dudaba en hacerlo. Los pasillos de la inmensa casa tampoco le ayudaban, sólo quería escapar de aquella terrible situación.

No pasó mucho para que, detrás suyo, escuchase los finos y relucientes zapatos de Charlie siguiendola. Con prisa cruzó la elegante sala de estar de los Puth con destino al jardín, quizás un poco de aire le aclararia la mente.

          —¿Qué sucede?—protestó el chico.

          —Nada.

          —¿Te he dicho que no sabes mentir?—sonrió.

          —Uhm.

          —¿Génesis?

          —¿Cómo se te ocurre?—susurró.

Charlie frunció el ceño sin entender.

          —Riley—soltó cruzándose de brazos, girando la vista con orgullo.

          —¿Qué con eso?

          —¿Es un nombre bonito no?—refunfuño—como el de la chica rubia que se muere por tí.

Rodó los ojos, jamás hubiese creído que un pasivo gesto en el rostro de Charlie se formase después de la queja.

          —Riley era el nombre de mi abuela—carcajeó—sí, es un bello nombre.

La sangre pronto bajó a los pies de la chica, abrió los ojos y formó una o con sus labios, que después cubrió con las palmas de sus manos. La vergüenza la invadió.

          —¿Me lo juras?—tartamudeó.

          —Sí.

          —Yo—entrelazó los dedos—lo siento.

La luz de las estrellas caía sobre ellos. Los párpados de la chica brillaban a causa del maquillaje que los cubría. Sus labios relucian y su rostro agachado le concedía una posición de suplica que Charlie no podía ignorar. Concentró su mirada en los labios que la chica movía nerviosa por el incómodo silencio entre ellos, sus dulces y tiernos roces le causaban deseo, el que jamás hubiera imaginado.

Con ternura tomo su mejilla, levantó su rostro y besó su labios sin poder resistir mas el deseo que invadía su cuerpo de tocarla. Llevó sus manos hasta su cintura hinchada, pegándola a su cuerpo, sintiendo las contracciones de su cuerpo en el pecho. Los besos eran suaves, delicados, pero llegaron a ser pasionales, arrebatados.  Los rizos que caían sobre sus hombros le rozaban los nudillos, haciéndole cosquillas. Bruscamente la tomó de las caderas y la sentó en su regazo, cortando un momento la conexión entre sus bocas, el suspiro jadeante que ella soltó lo encendió. Continuó atacandola, siempre con la suavidad que merecía por su estado.

          —Gen, Gen—repitió entre besos—¿Cómo no podría perdonarte?

A medio ataque pasional, una de las lágrimas le rebotó en la mejilla al chico. Detuvo por completo el intercambio de besos y la vió fijamente.

          —¿Qué pasa?—externó preocupado.

La pregunta sólo avivo las ganas de la chica a mostrar su lado más vulnerable.

          —Algún día te cansaras de mis actitudes estúpidas—dijo después de un rato.

          —¿Ves esto?—señaló el anillo que también brilla a la luz de la luna—¿Sabes que significa?

Génesis siguió callada, esperando las respuestas de Charlie.

          —Significa que estamos unidos en cuerpo y alma, mi amor—continuó—no te escaparas tan fácil de mi.

          —¿Por siempre?—sonrió.

          —Por siempre.

          —Charlotte y Riley—comentó.

          —Charlotte y Hannah.

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Ya séé mantenme 😭💔

He estado recuperándome.

Hasta ahora me siento bien.

He vuelto chicos, he vuelto, gente preciosa. 💙

Los amo.

Mi buen amor. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora