Capítulo 23. Te amo.

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—¿Prefieres ensalada o pizza?

—No tengo hambre, gracias.

Mientras el chico de ojos azules se decidía en designar la comida de la tarde, Gen reposaba sobre su inmenso sofá colocado en la sala.

          —Estás toda flaca—observó acercándose en de rodillas.

          —Lo sé—se limitó a responder con los ojos clavados en el piso.

          —¿Qué sucede?

          —Nada.

          —¿Te han dicho que no sabes mentir?—sonrió.

Los ojos se dirigieron a la irónica respuesta de Alex y recordó que sí, Charlie siempre le decía lo mismo y justamente era él en quien no dejaba de pensar.

Después de aquella noche en la que bien o mal, se habrían reencontrado.

                     —Flashback—

—¿Gen?

La chica cubrió con sus trapos su cuerpo semidesnudo, sintiendo vergüenza por su comportamiento.

—¿Te lastimé?

—No.

          —Eso no es necesario—dijo aún con la respiración agitada y apuntando  con la vista sus maliciosas intenciones.

          —Ya basta—apretó fuertemente la ropa.

          —Ven acá—ordenó estirando una mano y recargando la restante sobre el acolchonado.

—Vete ya—contestó secamente—y no vuelvas.

Soltó los harapos al piso, cogio los del chico y se los lanzó bruscamente.

—No me iré hasta que no vengas—renegó.

—No puedes quedarte ni hacer tu voluntad—agregó frustrada.

—Sí que puedo.

Y para dejar en altos la situación, colocó sus palmas en su cuello y se recostó sobre el colchón, portando una sonrisa perversa.

—¿Quién te crees?—desafió poniendo las palmas en la cintura y olvidando por completo que su cuerpo contaba con muy poca ropa.

—Charlie Puth.

La chica tomó valor, se acercó aún sabiendo que no tenía ni la fuerza ni la voluntad para correrlo del lugar y se posó frente a él.

Charlie observó unos minutos sus pucheros antes de que pudiese decir algo más, su vista se centró después en sus redondos pechos cubiertos con el bralette de encaje y bajo hasta llegar al vientre plano que poseía. Imaginó la cercanía intima mientras la chica exponía las razones por las cuales todo debía terminar.

Sin aguantarse, se abalanzó contra ella haciéndola retroceder. La chica balbuceó de nuevo caminando torpemente hacia atrás y percatándose de la mirada ansiosa que invadía sus extremidades. Trató una vez más de pararlo, pero los labios del chico brillaban de lo húmedos que se encontraban, su cuerpo permanecía cálido y la lejanía que se interpuso entre ellos le provocaban el desesperado deseo de volver a sentirlo.

—Ya cállate—susurró enfadado.

Lentamente acercó sus manos hasta cubrir la cintura de Gen. Acarició minuciosamente la curva que se formaba entre ellas, subió y bajo torturándola, mientras ella se disponía a disfrutar las caricias. El deseo la consumía.

—No quiero hacer esto—soltó con la voz entrecortada.

Pero mentía, cada parte de su cuerpo lo necesitaba.

—Yo sí—amenazó.

Ágilmente la tomo de las caderas repegándola contra la pared y la cargó. Acomodó sus largas piernas por detrás de su espalda pero no hizo contacto directo con sus labios. Se quedó en silencio, acercando su agitada respiración por su nuca, succionó con suavidad por el cuello dejando un rastro de pequeños besos.

Cuando terminó, observó atentamente la expresión ardiente de Gen. Sin nada que decir, ambos compartieron miradas. Las manos de Gen se posaron en el alborotado peinado de Charlie, frotando los dedos con los suaves cabellos, cosa que lo estremeció. No iba a pelear de nuevo, ni a rechistar; estaba engañándose, Charlie era el único ser humano que podía hacer vibrar todo su ser, así que apretó las piernas, inclinó la cabeza y se dejó llevar.

Chocó contra su lengua repetidas veces. Araño débilmente su espalda causándole escalofrios; tomó la iniciativa y bajo lentamente del agarre. Empujó con brusquedad su cuerpo robusto hacia la cama y subió a su regazo, atrajo su boca de nuevo para encajarla con la suya y atrevidamente movió su vientre en círculos haciéndolo gemir.

Los sensuales movimientos lo martirizaron, atrapó su cintura de nuevo y le ayudó a seguir con el cometido. El sutil movimiento de sus pechos, el circular trasiego del vientre y la respiración cerca lo excitaron aún más.

Impaciente llevó los dedos hasta el broche del Bralette, la beso codiciosamente y lo arrancó. Alejó la prenda que ahora le estorbaba y los admiro lamiéndose los labios, entonces rozo con las yemas de los dedos los rosados pezones de la chica; ella se sonrojó, las mejillas le ardieron, como si fuese la primera vez que el chico gozaba de la libertad de poseer su cuerpo.

Charlie atacó de nuevo, esta vez apretando sus extremos. Con otro movimiento la postró debajo de él, bajó hasta el medio de sus pechos y prosiguió; Mordió ligeramente la braga y la bajó con los dientes hasta la punta de sus dedos del pie. Sin más interrupciones, se desnudó frente a ella y arribó.

—Eres perfecta—comentó.

Penetró lentamente, ella gimió bajito entre el beso y lo encendió aún más. Poco a poco aumento las embestidas, los alientos pegandole en la oreja solo lo alentaban a mejorar el ataque. Volvió a penetrar, de forma dura. Gen arqueo la espalda sintiendo cada choque íntimo y se removió entre las sábanas; el movimiento le concedió acceso para embestir con más fuerza, hasta que a ambos les llegó el éxtasis y rendidos, cayeron en un profundo sueño.

A la mañana continua, Charlie había escapado de la recámara. Una nota se asomaba en el espejo de la habitación con una inscripción grabada.

"Te amo"-contenía.

  —Fin del flashback—

—No voy a contarte los detalles—regañó.

—No los necesito—agregó enfadado—¿y ahora dónde está ese imbécil?

—No lo sé.

—Eres una tonta—recalcó de brazos cruzados y dándole la espalda—sólo se está burlando de tí.

—Lo amo—advirtió.

—Ya lo sé—musitó—pero él a ti no.

Con los ojos brillosos y soltando las manos la volvió a ver, se acercó lentamente y la tomó por la cintura.

—Y yo sí—aclaró al momento.

Mi buen amor. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora