Capítulo 12. Perdón.

88 7 1
                                    

          —Gen—llamó Alex

El tono apenas entraba por sus oídos y podía escuchar a lo lejos la voz del chico en mínimo volumen.

          —Génesis.

La chica poco a poco abrió los ojos, cubrió con sus palmas sus pupilas y se talló los párpados. Su espalda dolía más de lo normal y cuando su vista se normalizó totalmente se dio cuenta de que había unos intensos ojos azules observándola.

          —¿Sí?—respondió débilmente.

          —¿Te sientes bien?

          —¿Tu techo es movible?

          —Bien, técnicamente eso es un no.

          —¿Qué sucedió?

          —Te desmayaste.

          —¿Hace cuanto?

          —10 minutos.

El timbre llenó los oídos de ambos, anunciando la llegada de alguien. Génesis se alarmó, sabia que lo mas probable es que fuese Charlie, pero no quería hablar del asunto, tenía que prepararse.

          —Espera—suplicó tomándolo del hombro—no le digas que estoy aquí.

          —Pulga—frunció el ceño—ninguno de los dos lo suficientemente bueno como para engañar a Charlie.

          —Por favor—volvió a suplicar—no quiero verlo.

          —Haré lo que pueda.

Génesis corrió al baño y cerró la puerta, Alex caminó a la puerta temeroso, no estaba seguro de mentir bien en cuánto a su chica se refería.

          —¡Qué tal viejo!—gritó con emoción al abrir la puerta y encontrarse con él.

          —¿Dónde está? —contestó serio.

          —Es un placer verte—soltó con sarcasmo evadiendo la pregunta.

          —Llamala—ordenó.

          —No sé de que hablas—caminó a sus espaldas—no he visto a tu chica en mas de dos meses.

Charlie se quedó un momento en silencio, giró en su lugar para quedar frente a su amigo y sonrió pícaro.

          —Alex—tomó su hombro—hace 5 minutos Génesis estaba sentada en el sofá a un costado nuestro, ese vaso de agua que tienes en la mesa es especialmente para ella; tú jamas vendrías casualmente a tu sala de estar solo para sentarte a ver por la ventana tomando un vaso de agua mirando al exterior, ni abrirías la puerta tan velozmente como lo has hecho a menos que tuvieses a Génesis desconsolada en el sillón llorando y pidiéndote que no me dijeras que esta aquí ahora mismo.

          —En el baño—respondió finalmente a sus reclamos.

          —Te odio—aclaró la voz femenina a los dos chicos en el lugar.

          —Gracias—dedicó al muchacho.

Charlie siguió con prisa a la chica, quizás no tenia las mas mínimas ganas de hablar con él pero no permitiría que se fuera de nuevo molesta.

          —Génesis—gritó—ya basta.

          —¿Ya basta?—refunfuño—basta tú, juraste que no la conocías

          —¡No lo hago!—replicó.

          —¿No?—bufó—¿y cómo es que conversas tan plácidamente con ella?

           —Vamos Gen, esto es una tontería.

          —¡No lo es!—se quejó—es que tú eres el único que no se da cuenta de sus intenciones.

          —No va a pasar nada si yo no quiero.

          —No quiero hablar contigo—chilló—necesito estar sola.

Dicho eso y con los ojos pintados de carmín a causa de los incontrolables lloriqueos, se dio media vuelta con la intención de seguir su camino.

          —Génesis, ven acá —ordenó.

          —No.

          —¡He dicho que vengas acá!—gritó de nuevo con voz más seria.

La orden le lleno el cuerpo de escalofríos, jamás había escuchado la voz enfadada de Charlie y no quería ni imaginarse la expresión que se habría formado en su rostro. Sin volver a contradecirlo paró en seco después de aquel grito y agachó la cabeza. Pronto tenia las manos de Charlie aprisionando su brazo derecho y caminaba torpemente a su lado hasta llegar al auto. El muchacho abrió la puerta, con un silencio le indicó que subiera y al continuar apretó el seguro contra niños. Volvió a casa de Alex que estaba mirando la escena para disculparse y regreso.

El camino fue largo o eso lo parecía después de la discusión. Los ojos de la chica se dedicaban a ver distraídos por el ventanal mientras que Charlie había fijado su vista al frente sin apartarla. El silencio se volvió mas incómodo de lo normal, pero al menos Gen tenía tiempo para aclarar las cosas en su mente.

Recargada en el soporte del ventanal vió de reojo a su acompañante y después siguió admirando los grandes árboles.

De pronto la velocidad del coche bajó y ella reconoció que el destino no era precisamente a casa. Charlie aparcó a un costado en la carretera y salió, caminó por el sendero y se detuvo en una banca en la que tomó asiento, recargo los hombros y giró su cabeza al inmenso lago frente a él.

Génesis estaba totalmente confundida, la decisión se tornaba cada vez más difícil y era lógico que debía ir a seguirlo para hablar sobre el asunto. Suspiró un poco cerrando los ojos para tranquilizar sus tormentosas emociones y se armó de valor para abrir la puerta del coche, sus piernas temblaban pero debía enfrentarse a Charlie y solucionarlo todo.

          —El agua es muy cristalina—logró decir al llegar hasta la banca.

Al no observar ninguna respuesta, entendió que Charlie estaba completamente enfadado.

          —Bien, me equivoqué ¿si? Yo debí confiar en ti—succionó aire—soy una estúpida.

El silencio de Charlie solo la torturaba aún más, quizás era el fin de todo.

          —Entiendo—contestó a sus roces—es mejor que vuelva.

Vió una vez más al chico, se levantó y recorrió el pequeño espacio entre su lugar y la vuelta de la banca con su flacucha pierna, hasta que los dedos ágiles de el chico la detuvieron.

Pero esta vez no se dignó a observarlo, si no a liberar las lágrimas de sus muy cansados ojos. El dolor de su cuerpo quizás era muy poco para compararse con el dolor que tenía en el corazón. La respiración de Charlie se posó justo detrás de ella mientras que sus brazos rodeaban su cintura aprisionandola, pegándola a su cuerpo.

          —Yo te amo, no te vayas nunca por favor—rogó.

Las lágrimas aumentaron al escuchar su entre cortada voz susurrándole al oído. La ansiedad tomó su cuerpo y muy pronto se giró con desesperación hacia él para esconder la cabeza entre su cuello.

          —Estamos juntos en esto, pequeña—recitó por último.

Mi buen amor. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora