Tres.

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«Capítulo tres.»

Francisca.

Si antes era incómodo estar con Valentín cuando hablaba y hacía sus chistes tontos, ahora es mas incómodo todavía que esta callado y serio sin decir una palabra. Era la primera vez que lo veía así, sin sonreír ni hablar, cruzado de brazos como nene de jardín cuando le roban su juguete preferido.

Era un espamentoso, tampoco para que se enoje tanto, yo solo le dije lo que pensaba y si no se la bancaba no me hubiese preguntado.

— ¿Podes dejar de hacer ese ruido?—Pregunté yo también enojada cuando escuché que había empezado a hacer un ruido súper molesto con la boca, poniéndome los pelos de punta.

Me miró y subió los hombros sin parar de hacer ese ruido.

— Dale Valentín, me re molesta.—Volví a pedir, tirándole una almohada que había en el sillón, me miró con enojo y la agarro para tirarmela ahora él.—¡Dale!—Me queje cuando me dio en toda la cara.

— ¿No querés que deje de respirar también?—Preguntó girando los ojos, yo también los giré.

Agarré el almohadón y se lo volví a tirar cuando me miró otra vez, y esta vez fue con toda la bronca del mundo.

— ¡Aia!—Gritó sacándose el almohadón de la cara y llevándose la mano a su ojo.—Me pegaste en el ojo, ay.—Se quejó tocándoselo y abriéndolo otra vez.

Abrí grande los ojos y me paré rápido para acercarme a él, tenía todo su ojo colorado y se había empezado a aguar.

— Perdón, no lo quise hacer.—Hablé preocupada, me arrodille en frente de él e hice que me miré a las fuerzas.—No te lo toques.—Dije cuando vi que se metía la mano en el ojo y se lo rascaba con fuerza.—No Valentín, no te lo toques.—Pedí más fuerte.

— Me duele.—Se quejó tratando de abrirlo, alejó sus manos cuando lo tomé de las mejillas para inspeccionarlo y ver que tan mal estaba su ojo.

— Esta todo rojo.—Hice una mueca, seguía largando esa aguita ocular y yo se la secaba con mi dedo cada vez que caía en forma de lágrimas.

— ¿Me voy a quedar ciego?—Preguntó preocupado, tratando de abrirlo y cerrarlo con normalidad.

— Creo que si.—Hablé con la misma preocupación, lo volví a tomar de las mejillas para que bajé su cabeza y cuando me miró con su ojo bueno le sonreí.—Pero hay buenas noticias.—Dije subiendo las cejas.

— ¿Cuales?

— El otro esta sano.—Respondí divertida, sonrió un poco y asintió con la cabeza contento.

— Ahora déjame picarte el ojo.—Cambió de tema, frunci el ceño y negué con la cabeza cuando supe que lo decía en serio.—Dale, déjeme.—Pidió haciendo puchero, me reí un poco y volví a negar con la cabeza parándome del piso y sentándome al lado de él en el sillón.

— Acá dice que te tenés que poner algo frío en el ojo.—Hablé después de un rato, leyendo lo que internet recomendaba hacer en casos así.—¿Hay algo frío acá?—Pregunté levantando la mirada en busca de algún hielo o algo.

— Allá hay un frizzer, voy a ver.—Dijo parándose del sillón y caminando hasta dónde había apuntado recién.

Mientras yo me quedé leyendo las cosas que se podían hacer para calmar el dolor o como podía revisarle el ojo.

— ¿Esto sirve?—Preguntó con dos latas de dr.lemon en su mano, asenti con la cabeza y se volvió a sentar en el sillón poniéndose una en el ojo.

— ¿Y esa para que es?—Pregunté mirando la otra que tenía en su mano, sonrió y la abrió para después tomar.

Giré los ojos volviendo mi vista al celular y empecé a leer otra vez, pero ahora me había metido a otra página para sacar mas información. Después de un rato así, sentí como apoyaba su cabeza en mi hombro y leía en voz alta lo que yo había puesto en el buscador.

— ¿Que hacer cuando te entra algo en el ojo?—Habló riendo un poco, el olor a su perfume junto con el alcohol que recién estaba tomando llegó a mi, y no podía negar que era una combinación excelente.—¿No aclaraste que me entro un almohadón en el ojo? Por ahí te lo ponen mas fácil.—Pronunció divertido, largando una risa.

Giré los ojos y me reí un poco.

— Callate y sacate eso del ojo así lo puedo ver.—Giré mi cabeza para verlo, y me asusté cuando noté la cercanía que mantenía Valentín, estaba cerca de mi cara y sonreía divertido.

Lo quedé mirando, esperando que se aleje y no que este tan cerca pero en vez de eso subió las cejas con una sonrisa mientras mordía su labio inferior, lo quedé mirando sin entender, era lindo si, no podía negar eso, y creo que era una de las pocas personas que le quedaba bien ese piercing en la ceja, capaz porque tenía unos ojazos, o simplemente porque era lindo. Todavía no lo sabía.

— ¿Vas a sacar tu mano de ahí? ¿O la querés mover?—Murmuró bajando su mirada, sin entender todavía bajé yo también la mirada para ver a que se refería y al ver en dónde estaba mi mano la saqué enseguida.

Mis mejillas se empezaron a poner rojas cuando escuché su risa, me quería morir, no me había dado ni cuenta de que había apoyado mi mano ahí, justo en su entrepierna, quería desaparecer o salir corriendo, pero no podía y lo único que podía hacer era pegarle un palmaso para que se deje de reír.

— Basta tonto.—Hablé con las mejillas rojas todavía, se río otro poco y suspiró.

— Perdón.

Giré los ojos y le saqué la lata de dr.lemon que tenía en su ojo para revisarlo, un poco incómoda porque no dejaba de mirarme, además estaba cerca y no podía concentrarme mucho con ese perfume.

— Creo que esta bien, pero igual ponete otra vez eso.—Hablé alejándome de su cuerpo y sentándome otra vez en el sillón, asintió con la cabeza y sonrió.

— Gracias doctora, excelente servicio.—Mojó sus labios y se volvió a poner la lata en el ojo.

No supe porque, pero una parte de mi cabeza empezó a pensar en que lo decía por lo que había pasado recién y no por mirar su ojo, me ponía nerviosa saber que yo le puse la mano en su entrepierna y no me di cuenta. Capaz que ahora Valentín empezaba a flashar cualquier, tipo película porno o algo así y era mi culpa.

Me crucé de brazos con las mejillas coloradas al darme cuenta de los pensamientos que estaba teniendo, no, no creo que pueda pasar eso. Ni en pedo.

— Tomate.—Escuché a Valentín, giré mi cabeza para mirarlo y al verlo sonriendo le puse mala cara.—Tomatito.

Este pibe no se cansaba de joder.

















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amo a valentín en esta nove c:

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