Diecisiete.

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«Capítulo diecisiete.»

Francisca.

— La concha de la lora, ¿Quién me llama a esta hora?—Conteste enojada mientras me sentaba y la cama y fruncía el ceño con enojo, quería re contra cagar a trompadas a quien me haya interrumpido el sueño a las cuatro y medía de la mañana.

Me quedé escuchando por unos largos segundos para que me contestaran, y al no escuchar respuesta me lo quité de la oreja para cortar la llamada, pero frene al escuchar la voz de Valentín en el celular.

— F-fran...—Se escuchó, un sollozo acompañó su voz, mi corazón latía rápido y con miedo, frunci el ceño y me arrepentí totalmente de haberle gritado y hecharle esa puteada.—Fran, necesito que vengas.—Volvió a hablar despacio, con la voz quebrada.

Mi corazón latió mas fuerte y rece porque no le haya pasado nada a Valentín, si le pasaba algo me muero.

— Ya voy, ¿Dónde estás? ¿Vos estas bien?, Dios Valentín no me asustes así.—Hablé rápido mientras me paraba de la cama y me empezaba a poner el primer pantalón que encontraba, llamando la atención de mi hermana que estaba con su celular.

— Ven..ni rápido, y-yo te necesito.—Murmuró, sólo dijo eso, me asusté mucho, no sabría que hacer si a Valentín le pasó algo, de sólo escuchar su voz débil me quebraba todo el corazón.

— ¿Estás en tu casa?—Pregunté después de ponerme las zapatillas, me puse la campera y bajé corriendo la escaleras en la oscuridad, recibí un «si» demasiado corto y bajo.—Ya voy, no te muevas de ahí.

Corté la llamada y guardé el celular el el bolsillo de mi campera, me puse la capucha y empecé a correr con todas mis fuerzas hasta su casa, saqué energía de donde no tenía, recordar a Valentín llorando y su voz débil con lo bueno y lindo que es, me rompía todo el corazón. Después de una medía hora corriendo como loca, de madrugada, llegué a su casa, recuperé un poco el aire y golpee la puerta un poco fuerte esperando a que me abra.

No pasó nada, ni siquiera escuché un ruido o ver alguna luz prenderse, y cuando estuve a punto de tirar la puerta de una patada para ir a ver que le pasaba a Valentín, él mismo la abrió. Dejándome verlo con sus ojos azules todos aguados y su carita de destruido.

Me miró a los ojos y cuando vi que se iba a largar a llorar otra vez, me tiré arriba de el para abrazarlo, rodeando su cuello y espalda con mis brazos, en un abrazo fuerte y tratando de sanar lo que sea que tenga. Me agarró fuerte de la cintura y me pegó mucho más a su cuerpo mientras se escondía en mi hombro y empezaba a sollozar.

Mordí mi labio para evitar llorar con él y traté de ser un poquito más fuerte para no hacerlo poner más mal.

— Hey, no no no, Valen no llores.—Intenté en un estúpido intento calmarlo, cerré la puerta con mi pie, y lo abracé mas fuerte.—Sh, estoy acá.

Se hundió más en mi cuello y hombro, largando suspiros y mojandome la campera, no me importaba, quería cuidar a Valentín.

Cuando sentí que se tranquilizó un poco me separé de él para mirarlo, agarré sus mejillas y le quité las lágrimas que quedaron en su carita, negué con la cabeza cuando me hizo un puchero e intenté no llorar.

Por favor que no me haga esa cara dos veces que lloro con él.

— ¿Qué pasa? ¿Estas bien?—Pregunté apoyando mi frente con la de él, sus ojos azules y algo rojitos me miraron, cristalizados por haber llorado.

Me dolía tanto el pecho verlo así que haría lo que fuera para verlo sonreír otra vez.

— Perdón por hacerte venir a esta hora.—Dijo largando un suspiro, negué con la cabeza recordándole inoperancia, cuándo este mejor le iba a contar que me cague toda cuando escuché a un perro ladrar en una casa.

24 horas ; WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora