Yo era el tipo de hombre que pensaba que lo tenía todo resuelto.Venía de haber pasado toda mi infancia atrapado en el caos y la turbulencia. Cuando tuve la edad suficiente para pedir mis propios tragos y hacer mi propio camino, lo hice con una determinación única y una dedicación inquebrantable. Sabía lo que quería. Cada movimiento que hice, cada paso que tomé, me llevó hacia ese futuro perfectamente planeado con el que había estado soñando desde el momento en que me di cuenta de que estaba por mi cuenta.
Una comprensión que llegó demasiado temprano y fue brutalmente reforzada cada vez que me vi obligado a rebotar de un hogar de acogida a otro. Me aferré a la idea de que haría todo de manera diferente. Tomaría las decisiones que me llevarían a una vida tranquila, cómoda y estable como un auto con una nueva alineación y amortiguadores de alto nivel. Encontréa la chica que estaba destinada a ser mía y la sostuve en un apretón de muerte. Salí de mi camino para ser quien quiera que ella necesitaba que fuera, para nunca darle ningún tipo de razón para irse. La hice el centro de mi mundo entero, sin darme cuenta de que podría sentirse atrapada allí con el tiempo. Estaba apretándola tan fuerte que nunca la sentí tratar de liberarse.
Empecé un negocio, compré una casa, e hice planes... tantos planes.
Los planes que se consideran simples y aburridos para algunos, pero que cubrían todo lo que quería desde los cuatro años. Eran los planes que me darían la vida que había estado deseando desde el momento en que me quedé solo.Tenía mis ojos en el premio, la promesa de lo que podría ser si trabajaba duro, cuidaba de mi mujer, y hacía todo lo que la persona que debía amarme y cuidarme no hizo.
Me habría aferrado hasta el extremo amargo y ardiente, pero no había nada que pudiera hacer cuando la cuerda se rompió. En ese momento todo lo que podía hacer era caer.
Sentí mi control sobre todo lo que intentaba agarrar con tanta fuerza deslizarse el día en que ella entró en mi garaje, escondiéndose detrás de uno de mis amigos. Rowdy St. James trabajaba en la tienda de tatuajes donde había conseguido la mayor parte de mi tinta. Me llamó y pidió que vaciara mi tienda de los empleados y otros clientes un sábado por la tarde para que pudiera llevar a la hermana de su novia a ver un auto.
No necesitaba explicar por qué el garaje necesitaba ser despejado, no que le hubiera preguntado. La chica había estado en todas las noticias meses atrás. No podías olvidarte de su rostro aterrorizado y cuerpo tembloroso mientras su terrible experiencia salpicaba las noticias.
Su esposo la había secuestrado a punta de pistola. Prim, su hermana y chica de Rowdy, también había sido víctima del ataque. Kantiss Everdeen solo se fue con el lunático con el que estaba casada, para mantener a su hermana a salvo.
Había resultado en una pesadilla de la que no podía imaginar a nadie volviendo. Sin duda vacié la tienda para que no tuviera que preocuparse de estar rodeada por un grupo de hombres sucios y bulliciosos que no sabían cómo comportarse con alguien tan frágil y delicada como parecía ser.
No quería que volviera a tener miedo de nada. No tenía sentido, pero resonaba dentro de mí. Las cosas en casa habían sido difíciles, más violentas que los rápidos de clase cinco en primavera, pero estaba remando por mi vida y me preparé para montarlo. No podía dejarlo ir. No lo dejaría ir.
Vi a Kantiss el día en que entró a mi tienda y comencé a sentir cómo dolían mis manos y mi corazón se aceleraba. Ella tenía la cabeza agachada, sus ojos concentrados en las puntas de sus zapatos. Sus hombros estaban encorvados y su largo cabello le ocultaba el rostro.
Estaba delgada, tan delgada que no era más que piel y huesos. No era nada de lo que debería haber notado, no porque estuviera claramente haciendo todo lo que estuviera a su alcance para ser invisible, sino porque se suponía que tenía los ojos fijos en mi futuro y haciendo lo que pudierapara salvarlo.
Pero la noté y no podía apartar la vista una vez que lo hice. Estaba obviamente aterrorizada, claramente fuera de su zona de confort e incómoda, pero no era su malestar el que me llamaba... era su soledad. Podía sentir que llenaba el espacio que nos separaba.
Estirándose,creciendo, expandiéndose hasta que era todo lo que respiraba y exhalaba de nuevo. Era amargo en mi lengua y pesado sobre mi piel porque conocía bien el sentimiento. Vivía con el presionándome y empujándome hacia adelante cada minuto de cada día. La razón por la que era tan cerrado en como las cosas tenían que ser, la razón por la que era solitario en establecer y construir una vida con la chica que se escurría a través de mis dedos era porque nunca más quería estar tan solo como esta chica lo estaba.
No quería ser dejado y olvidado. Apenas sobreviví a la primera vez. Hice mi mejor esfuerzo para venderle un auto que fuera tan hermoso como ella... un clásico con líneas limpias y una terminación impecable.
Ella escogió algo práctico y aburrido, pero era en última instancia seguro y confiable. Comprendí su elección, pero sus razones detrás de ello me irritaban y molestaban mucho aún después de que hubiera dejado la tienda. Cuando no estuvo de pie delante de mí, debería haber sido fácil de olvidar; después de todo, todo delante de mí, todo por lo que había estado trabajando y hacia, estaba derrumbándose ante mis ojos.
Mi mundo estaba cayendo sobre sí mismo y todo sobre lo que había pensado estar tan malditamente seguro resultó ser nada más que mentiras e ilusiones. En medio de todo eso, no podía olvidar sus ojos tristes y sus temblores, su forma de estremecerse. Su soledad se aferraba a mí, inquebrantable e inolvidable. No creía que la volvería a ver y en contra de mi mejor juicio, a menudo me encontraba preguntándome cómo estaba y si había conseguido manejar todas las cosas que parecían estar aplastándola bajo su ineludible peso.
Estaba equivocado en lo de verla de nuevo, así como estaba equivocado en que al hacer todo en mi vida de forma diferente a cómo mi madre había vivido la suya aseguraría mi felicidad. Estaba equivocado acerca de que el trabajo duro y el sacrificio eran suficientes. Estaba equivocado al mantener aferrado lo que con desesperación quería soltarme. Me quedé con las palmas sangrando, las quemaduras de cuerdas alrededor de mi corazón y las cicatrices en mi alma.
La próxima vez que vi a Kantiss Everdeen fue mi soledad la que estaba llenando el espacio, sofocándome, ahogándome, haciéndome olvidar manejarla con cuidado. No era más que una herida abierta y abrasadora. Una que era reciente, dolorida, palpitante, y a la fuga de mi corazón roto y las emociones destrozadas en todas partes. Sentía que lo había perdido todo, como si toda mi vida no hubiera sido más que una pérdida de tiempo, nada más que bloques de construcción, asestados con el golpe de una mano descuidada.
La chica a la que amaba no me quería, mi futuro en última instancia no era más que una borrosa, fracturada mancha. No podía ver nada con claridad más que el desperdicio y la ruina de todos mis mejores planes. Pero la vi a ella. Y vi que la asustaba. Era lo último que quería hacer, pero mi soledad era tan grande y justo tan avasalladora como la suya. Se extendía, hambrienta y enojada, buscando consumir a cualquiera que pudiera intentar desafiar su reinado.Traté de controlarme me disculpé porque sabía que nuestros caminos se cruzarían de nuevo ahora que vivía al lado de mi mejor amiga. No quería ser otro hombre del que ella estuviera aterrorizada.
Cerré la soledad, la empecé a someter, y traté de calmar lo salvaje dentro de mí que aullaba, y gritaba por la pérdida de su pareja. Más que nada quería rechinar los dientes y sacar las garras, pero me tragué esos instintos y me permití actuar como un cachorro pateado que solo quería gimotear y llorar.
Kantiss había pasado por más de lo que podía imaginar. Era ella de quien no podía apartar la mirada, pero incluso entonces, logró deslizarse más allá de mí y desaparecer. Parecía como la miel, pero se movía como un fantasma.
Lo memoricé todo a pesar de que apenas me dejaba ver su rostro.No se suponía que estuviera viendo algo distinto a cómo salvar el lío en el que mi vida se había convertido, pero ella era todo lo que podía ver
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Rescatame (Everlark)
RomancePeeta Hunter Mellark es un buen chico. Todo el mundo lo sabe, incluyendo a su novia que le dejó con una boda cancelada y un bebé en camino. Está cansado de terminar último y está listo para empezar a vivir el momento con noches empapadas en whisky...