No podía creer que estuviera haciendo esto.
Estaba bastante segura de que en algún momento de la última semana mi cuerpo y mi cerebro habían sido tomados por una fuerza alienígena que me hacía actuar de manera opuesta a cómo normalmente actuaba. Incluso antes de que tuviera miedo de mi propia sombra, no era del tipo que hacía todo lo posible para llamar la atención del sexo opuesto. Hacer que los chicos babearan y recolectar corazones rotos era más del tipo de mi hermana mayor. Tendía a ser la chica que solo hablaba cuando se le hablaba. Siempre fui tímida e indecisa, especialmente cuando estaba cerca de alguien que me parecía atractivo. Había tenido más de un hombre que me decía que era entrañable... poco sabía que mi evidente incertidumbre acerca de mi propio atractivo y encanto me marcaba claramente como presa de esos mismos hombres. Era un blanco fácil. Algo que juré a mí misma nunca volver a ser. Por eso no había una explicación lógica de por qué me encontraba actualmente estacionada frente a un edificio de aspecto muy industrial mientras trataba de encontrar el coraje para entrar.
El taller estaba en las afue de la del centro de Denver. Escondido entre fábricas y edificios que ahora eran aburguesados y reconstruidos enapartamentos de lujo y restaurantes de moda cerca de Coors Field. El garaje parecía haber eludido cada centavo del gran dinero invertido en hacer abienes raíces LoDo el primero. Era un retroceso a cuando esta parte de la ciudad seguía siendo dura e insegura para la gente que estuviera fuera caminando con sus perritos en las correas de diseñador después del anochecer. A los ladrillos en el parte exterior se les había desvanecido la pintura de cuando el taller era algún tipo de almacén de envío. La vieja pintura se mezclaba con grafiti más nuevo que el dueño no se había molestado en limpiar. También había un mural, una bella representación de las Montañas Rocosas, que se situaba en la distancia; cubría las tres puertas gigantes de metal, que permitían que los autos entraran y salieran del edificio. Era una declaración. Una que era imposible de perder. Suavizaba todo el aspecto del edificio y la alta valla metálica con su ancha puerta que la rodeaba. Sabía que uno de los tipos que poseía la tienda de tatuajes donde tanto mi hermana como su novio trabajaban, había pintado el mural a modo de trato. Mellark, el chico al que venía ver, si alguna vez superaba los nervios, trabajó en el auto deportivo de Nash Donovan y, a su vez, Nash había convertido las puertas del taller en algo que incluso los más dedicados grafito ros y artistas del grafiti apreciaban demasiado para desfigurar. Prim, mi hermana, había mencionado que Mellark nunca se oponía a un sólido trató. Lo que explicaba por qué la mayor parte de la piel del mecánico estaba entintada en coloridas imágenes cortesía de Nash y el resto de los artistas que trabajaban en los Saints of Denver.
Estaba acostumbrada a estar rodeada de individuos fuertemente tatuados... rayos, mi hermana empezó a marcar su impecable piel dorada antes de que tuviera la edad legal para tatuarse para molestar a mi padre.
Sin embargo, Peeta Mellark era por mucho, el ser humano más decorado que jamás hubiera visto. Los diseños se arremolinaban por cada lado de su cuello y garganta. Se deslizaban sobre sus muñecas y se extendían a travésde la parte posterior de sus manos. Tenía obras de arte en su pecho y se arrastraban desde la base de su cabello hasta la parte superior de sus jeans a través de la espalda y el abdomen. Era una instalación de arte ambulante.Y mientras toda aquella tinta y color hubiera sido abrumador en otra persona, con la forma agraciada y reflexiva con que se movía y la manera tranquila y controlada en que hablaba, todo el color y el ruido que cubría su cuerpo funcionaban para el hombre que era conocido como Mellark. Me di cuenta después de la primera vez que lo conocí, que su piel le contaba al mundo su historia porque no quería molestarse en repetirlo unay otra vez.
Mi padre estaría horrorizado por la forma en que Peeta Mellark seveía. Odiaría todo de él. Eso significaba que estaría dispuesta a que el hilo de la atracción que había trabajado su camino a través del miedo y la dudaque me ahogaba a diario se arraigara y creciera. Cualquier cosa que mi padre desaprobaba era algo que estaba más que dispuesta a abrazar con los brazos abiertos.
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Rescatame (Everlark)
RomancePeeta Hunter Mellark es un buen chico. Todo el mundo lo sabe, incluyendo a su novia que le dejó con una boda cancelada y un bebé en camino. Está cansado de terminar último y está listo para empezar a vivir el momento con noches empapadas en whisky...