Tratar de conseguir que el revoltoso cachorro camine con una correa estaba resultando ser más un desafío de lo que pensé que sería. Era diminuto, pero su pequeño cuerpo era fuerte y estaba determinado a no cooperar. Estaba segura que hicimos un gran espectáculo mientras luché en vano para hacerlo caminar a mi lado. En su lugar, bailó y saltó alrededor en el extremo de la correa como un globo de aire corriendo fuera de ella mientras saltaba de un olor al siguiente.
Me estaba congelando porque no me había molestado en cambiarme de mi uniforme después del trabajo y el clima era rápido cambiando hacia temperaturas de invierno. Mi corazón podría estar firmemente ubicado en Colorado, pero mi sangre todavía estaba acostumbrada al sol calor sofocante de Texas y No ayudaba que probablemente podría añadir unos pocos kilogramos a mi cuerpo naturalmente delgado. Nunca había estado constituida con el tipo de curvas que detienen el trafico como lo estaba Prim, y después de que mi esposo me secuestró a punta de pistola y corrió conmigo a través de las líneas estatales, todo mientras hacia las cosas más horribles imaginables a mi cuerpo y mi mente, había perdido el poco apetito que tenía para empezar. Podría pasar varios días sin comer porque los pensamientos caprichosos y los recuerdos de ser violada y torturada tenían un modo disimulado de arrastrarse en mi mente cuando yo menos los esperaba. Siempre revolvían mi estómago. Sabía que debería hacer un mejor trabajo cuidando de mí misma, pero era fácil olvidar que merecía lo mejor, así que estaba constantemente recordándome tomar cada pequeña victoria como una señal de que estaba en el camino correcto. Había días en los que comía tres platos de comida y me las arreglaba para mantenerlo todo abajo, pero aún no había una noche en la que no me despertara en un sudor frío con un grito bloqueado en mi garganta y mi corazón corriendo tan rápido que se sentía que iba a explotar.
Doblé en la esquina al final de mi cuadra y me detuve. El cachorro tomó esto como una señal de que terminamos de jugar y comenzó a saltar sobre toda la parte inferior de mis piernas y a golpear mis espinillas. Gimió hasta que lo levanté. Y tan pronto como pudo alcanzar mi rostro, su pequeña lengua comenzó a lanzarse sobre toda mi barbilla y mejillas. Me pregunté si podía sentir la tensión que tenía mis extremidades tiesas y la ansiedad que apretaba todos mis músculos. Sentí mi aliento atrapado en la parte posterior de mi garganta y no había detenido a mis ojos de parpadear rápidamente para asegurarme de que lo que estaba viendo era real y no un producto de mi imaginación.
Lucía como una de aquellas impresiones de arte en blanco y negro que colgaban en cada comedor y restaurante en el que había comido. Lo único que era un retroceso a otra era cuando lo genial era algo que tenías que cultivar y no podías comprar en Amazon. Estaba apoyado contra un autonegro y plateado que lucía como si debería estar en la portada de una revista de auto de carreras y no estacionado en una concurrida y abarrotada calle de Capitol Hill. Tenía unos jeans oscuros y una chaqueta de lona oscura que tenía el logotipo de su taller bordado en el frente. Sus tobillos estaban cruzados en la acera delante de él y uno de sus pies calzados rebotaba arriba y abajo, dando la impresión de que había estado esperando por mí por un tiempo. Sus brazos estaban cruzados sobre su pecho y sus ojos están bloqueados en los míos mientras permanecía quieta, sin saber qué hacer. Tenía el tipo de carisma natural que irradiaba de él. Era a partes iguales intimídate e irresistible. No podía decidir si quería correr hacia él o correr tan lejos de él como fuera posible. El cachorro tomó la decisión por mí. Viendo otro humano, y por lo tanto otra oportunidad de palmadas y caricias, tiró su pequeño cuerpo meneándose fuera de mis brazos antes de que pudiera reaccionar. Golpeó el suelo con un chillido agudo y salió corriendo directo a Mellark.
Dejé salir un jadeo y fui tras él pensando que podría agarrar el extremo de la correa que estaba arrastrando detrás de él. No quería que corriera en la calle o se desviara a un patio donde no pertenecía. Estaba a años luz de ser capaz de manejar una confrontación con un extraño hostil que no quería al cachorro en su patio. No tenía que preocuparme porque Mellark empujó su largo y ágil cuerpo fuera del costado pulido del auto y alcanzó al revoltoso animal en unos pocos pasos. Se agachó mientras el cachorro se lanzaba en sus brazos y recogió el excitado bulto en un movimiento fluido. Entonces se elevó a toda su altura, lo que significaba que se elevaba sobre mí cuando llegué a donde él estaba de pie. Estaba avergonzada por cuan sin aliento estaba. Se suponía que era más fuerte de lo que era antes, pero apenas podía manejar un pequeño trote en la cuadra o la forma en que mi corazón latía ante la vista de él. Sacudí la cabeza y puse mis manos en mis caderas mientras miraba hacia arriba a esos ojos árticos. Estaba rascándole la barbilla al cachorro y mirándome desde debajo de las pestañas que tenían el más mínimo matizde rojo en ellas.
ESTÁS LEYENDO
Rescatame (Everlark)
RomancePeeta Hunter Mellark es un buen chico. Todo el mundo lo sabe, incluyendo a su novia que le dejó con una boda cancelada y un bebé en camino. Está cansado de terminar último y está listo para empezar a vivir el momento con noches empapadas en whisky...