Peeta

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Lo que buscas no está entre las piernas de la rubia. 

Desvié mi mirada de la rubia que obviamente estaba follándome con la mirada y volví mi atención al cantinero que ofreció esas indeseadas palabras de sabiduría. Como siempre fueron dichas con un distintivo acento sureño. Levanté una ceja hacia él y en respuesta obtuve otra ceja levantada.

»No lo encontraste entre las piernas de la morena la semana pasada o entre las de la pelirroja la semana anterior. —Me puso otra copa delante de mi, aunque había tenido más que suficiente. Lo miré mientras se inclinaba en la barra frente a mí, de modo que no tuve más remedio que mirarlo mientras deslizaba la mezcla de Consuelo Sureño y cerveza de jengibre más cerca de mí—.

El hecho es que no importa lo duro que lo intentes, no puedes sanar un corazón roto con follar. No vas a encontrar una cura mágica para un corazón roto, pasando una hora dentro de una chica linda o una gastada en el fondo de una botella. Sabía que Asa tenía razón, pero no tenía intención de decirle eso. En su lugar tomé un saludable trago de la bebida y mostré una sonrisa falsa y forzada en dirección a la rubia. Cuando me volví hacia el cantinero, estaba sacudiendo la cabeza hacia mí. No conocía muy bien a Asa Cross, aunque le había vendido una dulce Nova que necesitaba algo de trabajo hace un tiempo. Compartíamos amigos en común y su jefe en el bar era uninversionista silencioso en mi taller. Algo que traté de tener en cuenta para no ser un idiota completo mientras trataba de beber para entumecerme. 

Por razones conocidas solo por el sureño demasiado observador, él se había encargado de ser mi voz de la razón cada vez que entraba en el bar.Es cierto que cada vez que lo hacía estaba buscando distracciones peligrosas. No quería ir a casa, a una casa vacía con nada más que arrepentimiento y temor de compañía. Apreciaba que no quisiera que persiguiera mi propia ruina, pero había manejado mi vida amorosa tan cuidadosamente durante tanto tiempo que estaba más que listo para ensuciarla un poco. Ser reflexivo y considerado me llevó a nada más que ser abandonado y traicionado. Era hora de ver lo que conseguía cuando era descuidado e imprudente.

—Ya te lo he dicho, he estado con la misma chica desde que tenía dieciséis años. No hay nada malo en ver qué más está ahí fuera ahora que los grilletes fueron quitados. —Quise sonar más entusiasmado con la perspectiva de hacer mi camino durmiendo con la totalidad de las mujeres elegibles en Denver de lo que realmente estaba. La realidad era que a las mujeres les gustaba, siempre lo había hecho, pero había estado diciendo no durante tanto tiempo que decir que sí se sentía extraño.

La culpa inmerecida se llevaba la diversión de ser un jugador. Eso era algo de lo que ni siquiera podía convencerme a mí mismo que era, hasta la tercera o cuarta bebida.—Cualquiera que tome un poquito aquí y un poquito allá va a terminar hambriento al final del día,

Speedy. Eres un hombre que está acostumbrado a tener un plato lleno, estos bocadillos no van a hacer nada por ti. Vas amorir de hambre. —Asa asintió y se empujó fuera de la barra, dejando sus palabras enredadas pesadamente en el aire. Se dirigió a un cliente al otro extremo de la barra, dándole a la rubia la apertura que había estado esperando para que se acercara. Traté de no estremecerme cuando se deslizó sobre el taburete vacío a mi lado. Su perfume era fuerte y repugnantemente floral. Era ineludible cuando apoyó un brazo en la parte superior de la barra y giró su cuerpo hacia el mío. Era bonita de una manera muy maquillada. No tenía un tipo particular.

Había estado con Glimer durante tanto tiempo que había olvidado cuáles eran mis preferencias antes que ella. Mirando los labios muy pintados de esta mujer elevándose en las comisuras y sus pestañas alarmantemente largas aleteando coquetamente hacia mí, me di cuenta que el mantenimiento alto y excesivamente hecho no estaba en lo alto de la lista de cosas que ponían mi dura mi polla. Sin que lo deseara, una imagen de Kantiss Everdeen sosteniendo a ese adorable cachorro y mirándome como si estuviera lista para huir en cualquier momento se cruzó por mi mente. Ahora, su belleza sencilla e intacta hizo que mi polla se endureciera sin cuestionarse. De hecho, podía sentirla apretándose y contrayendo en mi cremallera con nada más que pensar en ella.

Rescatame  (Everlark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora