💜 Peeta

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Tomaré esta. 

Miré al vendedor por encima de la cabeza de Kantiss, que en ese momento estaba enterrada en el centro de mi pecho. Su rostro estaba candente por la vergüenza después de que la tumbé sobre mí y me extendí a lo largo del sofá que estaba contemplando comprar. Obviamente, no iba a gastar dinero en algo en lo que no encajamos. No había forma de que algo fuera en mi sala a menos que supiera que era cómodo para sentarse y follar. Además, estaba molesto por la forma en que la mirada del chico seguía yendo hacia el culo de Kantiss cada vez que pensaba que no estaba prestando atención. Hice un punto al colocar mi palma contra esa parte perfectamente redondeada de su cuerpo mientras la sostenía contra mí.

El sofá era de color rojo fuego y las patas eran de algún tipo de metal brillante que parecía cromo. Era el auto deportivo de los sofás y era sorprendentemente cómodo. Ni siquiera miré la etiqueta de precio que había hecho que Kantiss hiciera una mueca de dolor cuando la volteó. No iba a preocuparme por el costo. Me gustó, y Kantiss no se avergonzó porque era chillón y de mal gusto, así que lo compré. Era la primera vez que estaba formando activamente un hogar en lugar de esperar a que alguien más me invitara al suyo. Iba a dar el máximo.

Delegue las elecciones a Kantiss cuando se trataba de las cosas más livianas que necesitaba, como las alfombras y las cortinas. Dejé que escogiera la ropa de cama tanto para mi nueva cama California King como para la nueva cuna que estaba en la habitación más pequeña.

Pensé que iba a pasar tanto tiempo entre esas sabanas y debajo del edredón como yo, así que bien podría ser algo que realmente le gustara. Debido a que era increíble y la chica perfecta para mí, eligió un patrón de símbolos negros y rojos que era a la vez elegante y sexy.

Ella me atrapó. Me tenía. Balanceé mis piernas sobre el borde del sofá y me senté con Kantiss en mi regazo. Ella se estaba riendo silenciosamente contra mi garganta y el tipo que la había estado mirando durante más de una hora finalmente tuvo la decencia de apartar la vista.—

Estupendo. Tendremos todo en el camión y programaremos la entrega lo más pronto posible. Si me siguen hasta la computadora, los pondremos todos en orden... eh... felicitaciones por la compra de su nuevo hogar.
—Se metió un dedo en el cuello de la camisa y esperó mientras ponía a Kantiss de pie, así podía ponerme de pie. No rectifiqué su su posición de que estábamos amueblando una casa nueva, y Kantiss tampoco. Puse mi brazo alrededor de sus hombros y bajé la cabeza para poder gruñir en su oreja:—Creo que me gustaba más cuando te estabas escondiendo del mundo. No tenía ganas de golpear en la garganta a todos los hombres que te miraban en ese momento.

No era que ella hubiera hecho algo realmente drástico con su apariencia o sus gestos, pero los sutiles cambios fueron suficientes para que la mayoría no pudiera evitar mirar dos veces cuando pasaba. Todavía era delgada, de contextura delicada y elegante, pero ahora que comía con más regularidad se parecía menos a un pájaro roto. Tenía curvas en todos los lugares correctos y su piel dorada e impecable brillaba en lugar de estar pálida y estirada demasiado apretada sobre sus huesos. Sus asombrosos ojos todavía brillaban con la ocasional chispa de miedo e incertidumbre, pero la mayoría de las veces brillaban con un calor y una tranquila satisfacción.

Sin embargo, más que nada de eso, ya no salía del camino de los extraños. Ya no apartaba automáticamente la mirada y ya no parecía encogerse dentro de sí misma cuando estaba en público. Todavía no era excesivamente cariñosa. La gente en la que puso sus manos voluntariamente encima éramos su familia y yo, pero no temblaba ni se derrumbaba cuando llegaba el momento de estrechar la mano como solía hacerlo y no se acobardaba ante las sugestivas miradas de los extraños apesar de que deseaba que lo hiciera.

Rescatame  (Everlark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora