Peeta

718 45 9
                                    


Me quedé con Happy toda la noche.

 No aparté mis ojos de él ni por un segundo, una tarea que era mucho más fácil de hacer sin la silenciosa, modesta tentación que era Katniss Everdenn rondando tan cerca sin embargo fuera del alcance. Estaba enojado conmigo mismo por estar tan distraído por sus labios rellenos y embriagador sabor que me olvidé de Happy y su inclinación por meterse en las cosas.Quería ser el chico que podía hacerlo todo, hacer malabares con todas las bolas: dirigir un negocio, conquistar a la chica, entrenar al perro, ser un buen padre y un co-padre de apoyo, pero cada vez que apartaba mis ojos de una bola, todas parecían caer. Era frustrante y exasperante porque no había una sola bola que estuviera lista para dejar ir. Necesitaba aprender cómo ser un mejor malabarista... como uno que fuera lo suficientemente bueno para trabajar en el circo o entretener niños en una fiesta de cumpleaños. 

Después de pasar la noche con Happy acurrucado a mi lado, soñando su sueño de cachorros, lo cual hizo a sus pequeñas patas patear, sabía que valía cada dolor de cabeza que estaba inevitablemente causando y cada hora de sueño perdido que iba a hacer mi día de trabajo miserable. Era tan jodidamente lindo y adorable que no me importaba el otro lado de la cama estando vacío por una vez. Honestamente no había palabras para describir lo aliviado que estaba de que no parecía tener ningún problema de entrar en las cosas en las que no se suponía que estuviera la noche anterior. Me sentí de la misma manera acerca de la chica que sabía como la miel y se movía tan densa y lentamente a través de mi sangre.Todo lo que hice con Katniss era lento y cuidadoso. Eran pasos considerados moviéndose hacia el otro hasta que nos encontramos en algún lugar en el medio. No había prisa. Todo era deliberado y hecho de una manera que significaba que podíamos conseguir exactamente lo correcto.Nunca consideré cuan excitante podría ser besar a alguien mientras no pones un solo dedo sobre ellos. Había sido tímido. Había sido vacilante. Había sido tentativo... y luego cambió. Se volvió exigente. Se volvió necesitado. Se volvió desesperado y frenético de la mejor manera. Sin el uso de mis manos tuve que atraerla más cerca con nada más que mi boca. No podía sentirla, así que tuve que probar cada pedacito de ella que podía. No podía sostenerla, así que tuve que mantenerla en su lugar con la pasióny el encanto de qué más estaba esperando. Casi lo pierdo cuando envolvió su brazo alrededor de mi cuello. Todo dentro de mí gritaba que debía clavarla en el mostrador, que debía poner mis manos en su bonita piel color miel, que debía moler la carne palpitante detrás de mi cremallera en el dulce ápice de sus muslos, pero no lo hice. Mantuve mis manos para mí y le di el beso que pidió, el único que esperaba le dejara saber que era muy serio sobre estar listo para lo que sea que esperaba por nosotros. Era la única cosa en la que realmente sentía que tenía un agarre más... y apenas la había tocado. 

Le envíe un mensaje de texto a Katniss para dejarle saber que ambos el cachorro y yo escapamos ilesos de la noche y le pregunté si quería que lo dejara en su casa o en su trabajo. Happy todavía era demasiado pequeño para venir al taller durante el día. No lo quería amarrado en la oficina y no podía tenerlo corriendo alrededor debido a todos los químicos que podría ser capaz de conseguir. Katniss estuvo de acuerdo en que tenía que estar un poco mayor y definitivamente mejor entrenado antes de que pudiera pasar sus días deambulando por el garaje y el vallado en el lote al rededor del almacén. Respondió que estaba en casa, así que me detuve y agarré unas rosquillas en el camino. Lucía tan cansada como me sentía cuando abrió la puerta. Algo de la somnolencia se desvaneció cuando me quitó a Happy, balbuceando al cachorro mientras que simultáneamente miraba la caja brillantemente coloreada en mi mano.

—Te traje tu desayuno. —Meneé las cejas hacia ella—. Sin tomates. Una pequeña sonrisa tiró de su boca y me sentí como que estaba viendo el sol por primera vez. Era hermosa y ese pequeñito indicio de felicidad de ella, esa astilla de luz que brillaba desde dentro de ella, reforzó el hecho de que valía todo el esfuerzo que cuidar de ella iba a tomar.

Rescatame  (Everlark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora