Habían pasado dos días desde mi traslado a la región de Keons y era una región ligeramente menos deprimente que la de Andre y considerablemente menos deprimente que la de Sacarver. Seguía siendo gris y silenciosa… pero parecía haber más orden, si es que aquello era algo a considerar.
Me habían instalado en un pequeñísimo cuarto que casi me hacía extrañar mi habitación anterior. Igualmente cumpliría su función. Y su función aquella mañana era proveerme un espacio para arreglarme para mis ocupaciones del día. Había un enterizo gris que se me había indicado que debía usar aquel día. Así que lo hice y cuando estuve lista, me dirigí al lugar que se me había indicado. Inmediatamente lo reconocí como un taller de costura… también teníamos de esos en la región de Andre. Tenía, en pasado. Así que rápidamente supe cuál era mi tarea del día: ponerle botones a los cientos de prendas que estaban amontonadas en el fondo de la habitación.
Suspiré, no muy entusiasmada pero… era el tercer día. Si continuaba dando problemas, me temía que algo terrible me esperaría. Un destino mucho peor que la muerte. Así que me limité a tomar asiento en el puesto de trabajo que estaba libre antes de que el instinto de impulsividad de apoderara de mí.
Comenzaba a coser el primer botón cuando una voz suave y queda me sobresaltó, al tiempo que por el rabillo de mi ojo vi como algo gris se movía.
- Hola.
- ¡Ah! – casi grité, volviéndome para enfrentar a la mota gris.
- Lo siento, no fue mi intención asustarte.
Era un chico. Estatura promedio, cabello castaño y ojos castaños oscuros. Estaba ataviado en un enterizo igual al mío. Era delgado, de contextura fina y se movía de manera extraña.
- No, está bien… yo sólo… - negué con la cabeza aturdida. – no te vi.
- Sí… soy pequeño. – admitió y la mirada que me dirigía me hizo sentir ligeramente incomoda.
- ¿Sólo seremos los dos? – inquirí, intentado rasgar la tensión en la atmósfera. El castaño asintió, quedamente. – Que extraño. Con toda la organización imaginé que habría más personas.
- No. – negó enérgicamente y volvió a mirarme de la misma manera, aunque esta vez agregó: - ¿Así que tú eres la chica de Andre, la que intentó colgarse?
Abrí mis ojos ligeramente sorprendida ante su falta de delicadeza.
- Sí. – asentí finalmente, sintiéndome realmente incómoda. – Esa sería yo. – el chico asintió, como complacido. - ¿Por qué? ¿Cómo lo sabes?
Esbozó una sonrisa y comenzó a colocarle botones a una camisa gris.
- Siempre mantengo mis ojos abiertos en busca de rebeldes. – contestó finalmente en un susurro, inclinándose hacia mí. Lo miré como si desvariara, y miré a nuestro alrededor nerviosa ante sus palabras. No quería que pensaran que era una rebelde. Ya tenía suficientes problemas. – Te estaba esperando. – dijo como si nada, volviendo a colocar botones.
- ¿Me estabas esperando? – lo miré confundida.
- Sí. – asintió y por primera vez mostró algo de precaución y se molestó en fijarse en nuestro alrededor para asegurarse de que nadie más pudiera escucharnos. – Dema necesita rebeldes.
Mi corazón dio un vuelco en mi pecho… ¿acaso era todo una trampa? ¿Una jugarreta de Keons? Era bastante extraño que sólo estuviésemos dos personas en aquel taller… y que justamente fuese la primera persona en un año, que hablaba con palabras propias… y no con un discurso reciclado de los Obispos.
- ¿De qué hablas? – fruncí el ceño, sintiendo un hormigueo en los dedos de las manos… como un golpe de adrenalina.
- Luego discutiremos eso. – aseguró, luciendo mucho más sensato de lo que había lucido hacía un momento. – No es seguro aquí. – decidí que simplemente era un pobre desafortunado que había perdido la cabeza, gracias a aquella ciudad maldita y me enfoqué en mi trabajo. Pero cuando logré asegurar el primer botón, dijo: - ¿Cuál es tu nombre?
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WELCØME TØ TRENCH | [Josh Dun]
FanfictionWhen Bishops come together they will know that Dema don't control us... - Inspirado en el universo de Trench de la asombrosa banda Twenty One Pilots. Todo lo que creas conocer probablemente sea de ellos, lo que no... es cosa mía.