WELCØME TØ TRENCH | [Josh Dun]

D O C E

La primera semana en Trench para mí había consistido básicamente en familiarizarme con los alrededores y con los Banditos, mientras terminaba de recuperarme de la herida propiciada por Nico, que sin duda dejaría otra marca de los Obispos en mi cuerpo. Todos eran tan buenos, tan cálidos, tan  felices… tan libres. Eran una familia. Quizás no unida por sangre pero sí por un propósito en común que era más grande que todos ellos como individuos… y eso de alguna manera lo hacía mucho más importante.

Había pasado la mayor parte del tiempo con Josh, que se había tomado de manera personal la tarea de ayudarme a adaptarme al nuevo ambiente, que a veces me sobrepasaba. Sí, disfrutaba la libertad pero por momentos me sentía sobrecogida por ella. Especialmente durante las noches cuando no podía dormir y la incertidumbre de no saber qué esperar del día siguiente me atacaba. Optaba por salir a pasear durante esas noches; tomar un poco de aire fresco siempre me tranquilizaba y me ayudaba a reafirmar la creencia de que estaba en un mejor lugar ahora. Y desde que me había encontrado a Josh en una de esas caminatas nocturnas, habían venido cada madrugada a asegurarse de que estuviera durmiendo… y si no lo estaba, caminaba conmigo y conversábamos hasta el amanecer, algunas veces en la playa, lo que era realmente mágico y como había descubierto con Tyler… los amaneceres unían a las personas de forma inesperada.

También había compartido con Duke, cuyo entusiasmo podía ser contagioso o agobiador, dependiendo del día; Gabe, que siempre era sensato y nunca perdía el foco y Abby, que detrás de la fachada de chica dura había descubierto a una gran persona. También había conocido a Leia, la chica diminuta de cabellos rojizos que era la novia de Gabe; era dulce, paciente y siempre sabía que decir y cuando decirlo. Había conocido a muchísima otra gente pero, aquellos eran los que resaltaban y los que mayor impacto habían tenido en mi proceso de adaptación.

Cuando Brett, que era algo similar al médico del campamento determinó que mi herida había sanado y estaba lo suficientemente bien para ya no requerir de vendaje o cuidados específicos, Josh decidió que era el momento de tener una reunión para discutir las acciones a tomar a continuación. Las reuniones se sostenían en el interior de la edificación, que era una gran fortaleza amarilla. Josh me había confesado que el grupo de la fuga masiva la había encontrado así, lo que los llevaba a creer que ya alguna vez había existido alguna forma de resistencia. De hecho, había sido gracias al amarillo de las paredes que habían descubierto que los Obispos no podían ver el color. Era la fortaleza perfecta cuando tus enemigos no podían verla. Era como un manto de invisibilidad.

Por supuesto, en el interior sólo permanecían los niños, los ancianos y los enfermos… aquellos que no podrían defenderse en caso de un ataque furtivo. Los demás residían en el campamento, con un plan de acceso inmediato a la edificación si algo sucedía. Y allí era a donde me estaría movilizando una vez culminara la reunión, puesto que ya me habían dado de alta y no figuraba en la categoría de enfermos o heridos.

Abby se aseguró de molestarme cuando Josh me pidió que los acompañara en la reunión porque creía que podía ser de utilidad.

- Nadie fuera del concejo nunca está en las reuniones. – se burló, dirigiéndome una mirada significativa mientras abandonábamos la fogata en donde habíamos estado cenando y avanzábamos entre las tiendas hacia la fortaleza.

- Bueno, supongo que nadie ha estado en tres regiones diferentes. – tercié, ligeramente divertida y ella entornó los ojos mientras Leia soltaba una risotada.

- Si, ya. Seguro que es por eso. – soltó antes de adelantarse y dejarnos a Leia y a mí caminando lado a lado un par de metros más atrás.

- Di lo que quieras pero incluso Gabe lo nota. – espetó Leia y la miré de reojo sin entender a que se refería.