WELCØME TØ TRENCH | [Josh Dun]

O N C E

Incluso mientras caminábamos y nos desplazábamos entre las fogatas y las personas dirigían sus miradas hacía nosotros, saludando con amplias y cálidas sonrisas, no podía creer lo que estaba sucediendo. No podía creer que realmente estaba ahí. Bienvenida había sido la palabra que más había escuchado mientras recorríamos todo el campamento de punta a punta. Llegando casi al final, nos encontramos con el chico que había estado conmigo cuando había despertado.

- ¡Ahí está ella! – esbozó una amplia sonrisa y se adelantó para estrecharme efusivamente. Me mantuve ahí de pie mientras aquel desconocido me estrujaba y lo único que pude hacer fue mirar a Josh de reojo con el pánico inscrito en los ojos. Él ahogó una sonrisa y se adelantó para tomar al chico por los hombros y apartarlo de mí, mientras palmeaba su espalda.

- Ok Duke, tómalo con calma. – el chico lo miró como cachorro regañado y me sentí ligeramente mal por él. – Aún está adolorida.

- Debería estarlo. – espetó una chica rubia desde el fondo, mientras se adelantaba, separándose del grupo de personas que se habían congregado a nuestro alrededor. – Parándose frente a Nico como si nada. – el tono en el que lo había dicho parecía llevar un reclamo implícito. Se acercó hasta quedar frente a mí y me examinó con expresión de incredulidad. Entonces una amplia sonrisa apareció en su rostro. – Eres una maldita leyenda. – celebró y me tendió la mano. – Soy Abby.

Dejé salir una risita nerviosa y estreché su mano un poco incómoda. Abrí la boca para decirle mi nombre, pero entonces me detuve con una mirada contrariada en el rostro. No, ya no era Veintiuno pero... ¿Quién era? Josh pareció notar mi contradicción porque me dedicó un asentimiento de cabeza que decía está bien.

- No la llamamos Cray-Cray por nada. – vociferó Duke y se acercó para tomar mi brazo y alzarlo. Todos gritaron, vitorearon y aplaudieron ante aquello y yo me limité a gemir, sintiendo una nueva puntada.

- Demonios Duke, dije que lo tomaras con calma. – reprendió Josh y el chico, que en la luz del día tenía un aspecto terriblemente joven, me susurro lo siento por lo bajo y retrocedió, integrándose al círculo de personas que me rodeaban.

- Nadie la llama así excepto tú. – espetó entonces otro chico, de aspecto mayor incluso que Josh, cuyo rostro estaba mayormente cubierto por una espesa barba oscura del mismo tono de su cabello, lo que hacía que los ojos azules resaltaran. – Soy Gabe. – se presentó, extendiéndome su mano. La estreché con una sonrisa torcida. – Ya nos dirás tu nombre. – aseguró y agradecí el gesto, mientras retrocedía para reintegrarse.

- Ok chicos, el show ha terminado. – vociferó Josh, sonando ligeramente protector. – Todos de vuelta a lo suyo. Ella aún necesita descansar. – recordó. – Sólo estoy mostrándole el campamento. – sonidos de afirmación y asentimientos se extendieron por la multitud que poco a poco se fue disipando hasta que sólo quedamos Josh y yo. – Vamos. – dijo, volviendo a rodear mi torso con su brazo para continuar avanzando. Descendimos una colina sin cruzar palabra, siendo los únicos sonidos mis gemidos de dolor cuando los pasos debían ser muy amplios y las disculpas de Josh.

Finalmente la colina terminó dirigiéndonos a una playa. Mi respiración se detuvo. No porque acabáramos de descender una colina cuando había una herida que ahora comenzaba a sangrar un poco en mi abdomen, sino por la belleza que se extendía ante mis ojos. La arena era oscura y las olas del mar eran de un envolvente color gris, traídas a la vida por la blanca espuma que aparecía cuando las olas rompían contra las rocas.

- Esto es lo más hermoso que jamás haya visto. – exterioricé mis pensamientos y Josh sonrió cálidamente, mientras continuábamos caminando hacia la playa.