Q U I N C E

104 9 2
                                    

Habíamos estado caminando por al menos una hora. Habíamos dejado el campamento detrás de nosotros cuando habíamos cruzado por una montaña y en ese momento, mientras reía de algo estúpido que había dicho Josh, sentí mis pulmones arder y mis piernas comenzar a flaquear.

- Sé honesto conmigo... - dije entrecortadamente, casi sin aire. - ¿Esta es la verdadera razón por la que me has estado entrenando todo este tiempo, verdad? - bromeé y él lanzó una risotada al aire.

- Si, absolutamente. - asintió divertido. - Me descubriste. – se encogió de hombros y volvimos a reír. - Estamos aquí. - anunció entonces, deteniéndose frente a una entrada oscura, con todo el aspecto de ser el hogar de un animal salvaje, en medio de las montañas.

- Estás bromeando. - bufé incrédula, mirando hacia el interior con desconfianza.

- ¿Confías en mí? - inquirió, tendiéndome su mano una vez más.

Él sabía la respuesta.

Había una antorcha encendida a unos cuántos metros de la entrada de lo que realmente era una cueva profunda. Por supuesto, nadie que no hubiese estado antes en esa cueva podría tener la más remota idea de que esa antorcha estaba ahí. Miré a Josh con una ceja alzada y él rió por lo bajo. Ahora tenía una ligera idea de dónde podía haber estado Duke esta mañana cuando Abby lo había estado buscando. Josh tomó la antorcha con la mano que le quedaba libre y me haló para que lo siguiera al interior.

Avanzamos en silencio y despacio, con pasos cortos pero seguros que cercioraban que no me cayera de bruces en el suelo o me rompiera algo. Pero llegado al punto en donde tuve que caminar detrás de Josh porque el espacio no era lo suficientemente ancho para que pudiéramos continuar avanzando uno al lado del otro, dije:

- Josh, ¿estás seguro de lo que estás haciendo? – inquirí frustrada, cuando llegamos a una pared sólida.

Por toda respuesta, soltó mi mano para quitarse el bolso de la espalda y me tendió la antorcha. La tomé, sin entender que hacía y preguntándome que estaba tan mal en mí como para que lo hubiera seguido a ciegas al interior de una cueva en el medio de las montañas desiertas. Agraciadamente, Josh sujetó una gran roca y la empujó, haciendo ademán de toda su fuerza. Aún con la poca luz que proveía la antorcha, me encontré a mí misma viendo como sus músculos se tensaban bajo su camiseta.

Cuando finalmente logró apartar la roca, resultó ser que se trataba de una especie de puerta que dirigía a una extensión de la cueva. Volvió a cargar con el bolso, retomó la antorcha de mis manos y me tomó de la mano.

- Ven. – se limitó a decir mientras me halaba al interior de lo que parecía ser la parte más oscura de la cueva.

El suelo bajo mis pies se convirtió en un descenso y podía decir que estábamos en un espacio abierto porque la luz de la antorcha parecía más inútil que nunca y sólo servía para que Josh pudiese ver donde colocaba los pies. Yo al contrario no podía ver absolutamente nada y resbalaba constantemente detrás de él.

- Josh, no me gusta esto. – me quejé, comenzando a estar genuinamente fastidiada con la situación. Dimos otro par de pasos y nos detuvimos.

- Llegamos. – anunció y colocó la antorcha sobre las rocas.

O al menos eso me había parecido en medio de la oscuridad, pero cuando la antorcha incendió la plataforma sobre la que Josh la había colocado, me di cuenta de que se trataba de una roca deformada para hacer las veces de antorcha. Como una ilusión óptica, vi como un hilillo de fuego discurría de una antorcha a otra, y a otra, y a otra. Había sido preparada, conectadas con algún hilo de material inflamable para que cuando uno se encendiera, las demás lo hicieran automáticamente… como un efecto dominó. Pobre Duke, realmente se había tenido que esforzar.

WELCØME TØ TRENCH | [Josh Dun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora