Habían inundado el campamento como un tsunami de sangre y terror. Todos, al lomo de sus majestuosos caballos blancos que relinchaban y llenaban el silencio de la noche, que ahora había adquirido un dejo escalofriante y se sentía como una pesadilla. El aire que llenaba mis pulmones dificultosamente, ahora parecía pesado, grueso, como cuchillas.
Habían venido con todas sus fuerzas, los nueve juntos y escoltados por más Guardias de los que nunca había visto en el interior de la ciudad, quienes montaban sementales más negros que la noche misma.
Había sido una trampa. Recuperar a Tyler, salir de la ciudad sin problemas… sólo lo habíamos logrado porque así lo habían querido los Obispos. No porque fuésemos fuertes o intrépidos, ni porque hubiésemos ideado un plan sólido y estructurado. Mis ojos se anegaron en lágrimas cuando comprendí que aún creyéndonos libres en Trench, seguíamos jugando su juego. El mismo juego de todos los días.
Y lo había sabido. Había tenido la sensación aplastante de que había sido todo demasiado fácil, pero había decidido dejarlo ir por Josh y ahora me arrepentía de ello. No debimos haber bajado la guardia. Pero ahora era demasiado tarde para lamentarse.
Una exclamación ahogada escapó de mi garganta y Josh profirió una maldición audible cuando Reisdro atravesó el pecho de un hombre mayor con una lanza, al galope de su caballo. El pobre hombre cayó al suelo muerto, con una expresión de horror en los ojos y una boca abierta que nunca alcanzó a proferir su último grito de terror. La visión hizo que me pusiera en movimiento aunque no estaba segura de que podía hacer en aquella situación. Josh me detuvo una vez más, sujetándome del brazo y obligándome a volverme. Sujetó mi rostro entre sus manos y me clavó un beso profundo, eterno. Un par de segundos más tarde descendíamos la colina con prisa y nuestras manos entrelazadas. Cuando alcanzamos el horror en el que se había convertido el campamento, intercambiamos una mirada.
Josh estaba aterrado, pude notarlo sin dificultad. Y yo también lo estaba. Pero descubrí en ese instante que no estaba tan aterrada por la masacre que se desarrollaba a pocos metros de donde nos encontrábamos, como lo estaba por separarme de su lado. Nada me asustaba más que imaginar que aquella fuese la última vez que nuestros ojos se encontrarían, que nunca más podría besar sus labios, que nunca más escucharía su dulce voz pronunciar mi nombre. Era el miedo más grande que jamás había experimentado.
Apreté su mano con fuerza, diciéndole que lo amaba con aquel sencillo gesto y por la manera en que su mano también apretó la mía, supe que lo había entendido y que me decía lo mismo de vuelta. Un último asentimiento compartido y nos separamos, adentrándonos de lleno en la batalla campal que tenía lugar en el terreno que hacía unas horas había sido sagrado y libre de todo dolor.
Luché para avanzar a través de la multitud que se amontonaba en el intento despavorido de correr hacía la seguridad que brindaba la fortaleza. Era bueno saber que al menos tenían el sentido común de seguir el plan establecido en caso de ataque, plan que estaba siendo implementado por primera vez. Navegué en contra de la corriente de personas, ayudando a los niños y a los ancianos a llegar a terreno seguro. Cuando tuve la oportunidad me aseguré de tomar una lanza, que reposaba en una de las pequeñas fogatas, evidentemente dejada atrás por su dueño en medio de la conmoción.
Era un caos de sangre, fuego y gritos. Personas yacían muertas a causa de sus heridas por doquier, Banditos y Guardias por igual y a donde quiera que mis ojos miraran una lucha tenía lugar. Había alcanzado a ver por el rabillo del ojo como Mark acababa con un Guardia sin mayor problema, cuando mi visión comenzó a tornarse borrosa y mi respiración dificultosa. No, Ruby. Me dije a mi misma. Ahora no es el momento para un ataque de ansiedad.
Me forcé a mí misma a respirar y a enfocar la mirada en un objetivo, que terminó siendo un Guardia que acababa de golpear en la cabeza a una chica, que cayó desprovista de toda vida. Mi pecho comenzó a subir y bajar con fuerza, mientras la ira se apoderaba de mi interior. El miedo tenía dos respuestas: huir o pelear. Y ésta vez no estaba dispuesta a huir. Aferré la lanza en mis manos con fuerza y firmeza, como Josh me había enseñado y me pregunté dónde estaba en aquel instante. No. No podía permitirme pensar en Josh en ese momento.
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WELCØME TØ TRENCH | [Josh Dun]
FanfictionWhen Bishops come together they will know that Dema don't control us... - Inspirado en el universo de Trench de la asombrosa banda Twenty One Pilots. Todo lo que creas conocer probablemente sea de ellos, lo que no... es cosa mía.