WELCØME TØ TRENCH | [Josh Dun]

T R E C E

Una vez la reunión hubo terminado todos abandonaron la estancia pero yo me quedé, porque honestamente no sabía a donde ir. Josh me miró y se acercó lentamente mientras mi mirada estaba fija en mis zapatos.

- ¿Estás bien? – inquirió y se sentó junto a mí en el sofá.

- ¿Huh? – di un respingo y levanté la cabeza, saliendo de mi estupor. – Sí, sí. – asentí inmediatamente. – Sólo estoy… pensando. – esbocé una media sonrisa cansina.

- ¿Sobre qué? – quiso saber.

- Sobre todo. – admití, sonando resignada. Todo el tema de Tyler volvía a dar vueltas en mi cabeza con contundencia, acechándome. – No lo sé es sólo que… todo es tan abrumador y tengo tantas dudas y las noches son tan silenciosas y largas. – temí, sabiendo que no lograría pegar un ojo en toda la noche. Sentía demasiada ansiedad. – Supongo que sigo intentando encontrar mi lugar aquí afuera.

- Es normal. – tranquilizó. – Créeme, tú de hecho estás teniendo una adaptación bastante práctica. – alabó y me dio un pequeño empujón juguetón con su hombro. – Ven, vamos a acompañarte a tu nueva tienda. – sugirió.

Abandonamos la habitación y la estancia y nos adentramos entre las tiendas y las fogatas del campamento, mientras los distintos olores de los restos de las diferentes cenas llegaban a mi nariz. El campamento ya estaba dormido, todos estaban en sus tiendas y la mayoría de las luces estaban apagadas. Avanzamos hasta el final, donde se encontraba la tienda de Josh pero en lugar de entrar en la propia, entro en la contigua haciéndome un gesto con la mano para que lo siguiera. Agachándome para pasar por debajo de la gruesa tela que hacía las veces de puerta, entré. Era más amplia de lo que había esperado y en el interior había una pequeña cama improvisada, una lámpara de aceite, un par de libros que reposaban sobre una pequeña mesa con una silla de madera a su lado.

- Bienvenida a tu nueva casa. – una sonrisa resplandeció en su rostro mientras se adentraba y extendía los brazos de par en par, como para mostrarme el esplendor de lo que me ofrecía. – Me aseguré de que la apostaran cerca de la mía, para poder acompañarte en tus caminatas nocturnas. – espetó a manera de chiste, pero yo sabía que era cierto y me había parecido de lo más tierno.

- Gracias. Es perfecta. – sonreí y di un bostezo, permitiéndole al cansancio tomar el poder de mi cuerpo.

- ¡Uh, oh! – exclamó y se adelantó para sujetarme por los hombros y dirigirme hacia la cama. – Hora de descansar. – anunció mientras apartaba las frazadas de la cama y me indicaba que me metiera entre ellas. Reí, pero sin embargo lo hice, dejando los zapatos junto a la cama. Él volvió a alzar las frazadas, cubriéndome ahora hasta los hombros con ellas y esbozó una sonrisa tierna. – Te veré mañana. – aseguró alborotándome cariñosamente los cabellos para darse media vuelta y abandonar la tienda.

Pero sin que fuera realmente consciente de lo que hacía, mi mano salió disparada desde debajo de las frazadas y atajó su brazo, el que tenía las coloridas marcas, en el aire. Josh pareció sorprenderse, más sin embargo giró lentamente y me miró expectante.

- No quiero pasarte todos mis problemas pero… - dije en un hilo de voz tras tragar grueso. - ¿podrías quedarte esta noche? – pedí encogiéndome de hombros, insegura sobre si estaba sobrepasando límites o cruzando líneas importantes. – Lo necesito. – reconocí y una sola lágrima rodó por mi mejilla para estrellarse contra la almohada.

Josh terminó de girarse y se arrodilló junto a la cama, tomando mi mano que sujetaba su brazo con sus manos y llevándola a sus labios. Depositó un delicado beso en la cicatriz de mi muñeca y luego se inclinó para secar los rastros que la lágrima había dejado en mi mejilla. Tras hacer eso se incorporó y se dirigió hacia la silla, en donde tendió su camiseta negra una vez se la hubo removido. También se quitó los zapatos y el gorrito que había estado ocultando todo su cabello, alborotándoselos con una mano cuando los liberó.