Capítulo 4.

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Eran las siete y media de la mañana cuando me desperté. Había tenido una pesadilla que no lograba recordar. Lo único que sabía era que había pasado demasiado miedo, el corazón me palpitaba muy rápido y la cabeza me bombeaba.

Me miré al espejo de la habitación de mi madre. Había dormido allí para dejarle a Ashton mi cama. No iba a dejarle dormir en el sofá, ni mucho menos iba a dormir con él. Tenía un rastro de lágrimas secas por mis mejillas, pero no le quise dar importancia.

Me metí en la ducha intentando despejarme, pero lo único que conseguí fue primero helarme y luego quemarme, hasta que conseguí regular más o menos la temperatura.

Pensé en ayer. Pensé en la forma en la que Ashton me miraba, sin decir ni una sola palabra. Después de darme las gracias, no dijo nada. Cosa que agradecía en el fondo, porque la posibilidad de una palabra suya era probablemente algo con arrogancia y estupidez.

Le curé las heridas como pude y le limpié la sangre, pero probablemente tuviese rasguños en los huesos. Sin embargo, cada vez que sugería ir a un hospital, él se limitaba a negar con la cabeza.

Verlo así me hacía sentir mal. Es decir, tenía una personalidad complicada, sí, era un cabrón, también, pero se veía tan débil...

Me enrollé en una toalla y salí del baño de puntillas y con sigilo, no quería despertarle y tenía que ir a mi dormitorio a por ropa.

Abrí lentamente la puerta y vi a Ashton dormir plácidamente en mi cama, enrollado en las sábanas con el torso descubierto. Tenía moratones por todo éste, y sus rasguños estaban vendados.

Cuando me aseguré de que estaba realmente dormido, abrí el armario y saqué una camiseta gris holgada de mangas largas y unos pantalones de chándal negros.

Me quité la toalla y comencé a ponerme la ropa interior. Se me cayó la camiseta y me agaché a cogerla.

- Me encanta que me des los buenos días así. -escuché a Ashton decir por detrás-. No sólo tienes las piernas bonitas. El culo también. -me giré rápidamente tapándome con la toalla.

- Imbécil. -dije, él rió.

- Oh, vamos. Ven aquí y dame un beso. -alcé una ceja y terminé de vestirme, ya me daba igual. Ashton se sentó en el borde de la cama y gimió a modo de quejido, me acerqué a él.

- ¿Estás bien?

- Sí, mejor que ayer. -dijo y se levantó poniendo una mueca.

Me fui hacia la cocina y lo dejé solo. Retiraba lo dicho. Era mejor cuando no hablaba.

De repente sentí unos labios contra mi hombro izquierdo, y sus manos sobre mi cintura.

- Oye... que gracias, eh. -bajó sus manos hasta mi culo y las apretó haciendo que me estremeciera. No, otra vez no.

- P-para, por favor.

Su nariz rozó mi piel, y ascendió desde mi hombro hasta el principio de mi mandíbula.

- Hueles tan bien. -susurró.

Sí, definitivamente lo prefería cuando no hablaba.

- Ashton, para. -dije, intentando mantenerme firme.

Dejó un leve mordisco en mi mandíbula, me giré y le empujé reuniendo toda la fuerza que pude.

Retrocedió varios pasos cayéndose en el suelo, tapándose el estómago con ambas manos y emitiendo un quejido.

 - Oh, mierda. -me acerqué a él y le ayudé a que se levantara-. ¿Estás bien? -él se limitó a asentir, a quedarse callado como la noche anterior-. Dime algo, por favor. 

Without you I'm a lost boy. {a.i}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora