Capítulo 5 • El laberinto de Creta

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El grupo se encontraba afuera de una iglesia, a simple vista se veía como algo completamente normal, común y corriente, un lugar donde la gente se podía reunir a hacer oración. Pero si ponías mucha atención, en parte superior se veía dibujado el símbolo del laberinto de Creta.

- La entrada está debajo del altar - dijo Hércules serio.

- ¿Cómo podemos entrar sin que las demás personas nos vean? Están en misa. - preguntó Joseph

- Hay un recorrido que ofrecen, en el te muestran lo que hay debajo. - Joaquín hablaba tranquilo mientras se acomodaba sus armas.

- ¿Muestran la entrada al laberinto?

- No seas idiota Luna, muestran las tumbas de los sacerdotes que dieron sus servicios en este lugar, lo que no saben es que en la tumba de uno de ellos está la entrada al laberinto - dijo Edrielle calmada

- Así es como Cleopatra atrae a las personas. Se dió cuenta de que este recorrido era la oportunidad perfecta para que los humanos se acercarán a la entrada. Luego, con ayuda abría la puerta y los curiosos se acercaron. Obviamente nadie ha salido de ahí - dijo Hércules.

Compraron entradas para poder entrar, hicieron una fila como todos las personas que estaban ahí y utilizaron un glamour para que los demás no vieran las armas que tenían, en su lugar verían cámaras y algunos otros objetos comunes.

El recorrido empezó, un guía de turista alto hablaba sobre la importancia de guardar respeto por las lápidas que se encontraban en el lugar, había estatuas en representación de sacerdotes y angeles pequeños en todo el lugar. Avanzaron a paso lento, observando todo alrededor.

- Ahí está - señaló Joaquín

Rápidamente todos voltearon a la dirección que Joaquín señalaba. Un cuarto protegido con unos barrotes color oro se hacía presente. Dentro había una estatua de un sacerdote regordete señalando una puerta en la pared. En medio del lugar había un gran ataúd de oro donde se leía
"Padre Pedro, sabio y conocedor de todo lo divino".

Juntos esperaron a que todos los turistas siguieran con el recorrido y ellos se quedaron al final, fingiendo que se tomaban fotos. Cuando ya no hubo nadie, Hércules tocó la cerradura; un brillo dorado se hizo presente y los barrotes se abrieron, rápidamente todos entraron al lugar. La puerta que la estatua del padre Pedro señalaba parecía ser un simple adorno, a los guías de turista les gustaba decir que simbolizaba "la entrada al cielo".

- Ícaro... Llegó tu momento - Hércules le hizo una seña para que se acercara.

Pronto el hombre llegó hasta la puerta y recitó unas palabras en griego. El lugar tembló ligeramente y la puerta abrió. Al asomarse no se veía nada, solo una oscuridad densa. Uno a uno fueron entrando, encabezando el grupo estaba Ícaro, cuando todos estaban adentro la puerta se cerró, dejandolos atrapados.

- Pase lo que pase no se separen. - dijo Hércules.

- No pensaba hacerlo - dijo Aron - por cierto, nunca pensé que eso de que los Dioses "tenían luz propia" nos iba a servir tanto - mencionó burlón mientras señalaba a Joaquín y Hércules.

De los dos chicos se desprendía una luz que iluminaba el lugar.

- Supongo que tenemos ventaja entonces - mencionó Joaquín - Edrielle, Ícaro, Aron y yo iremos a la delantera mientras Luna, Joseph y Hércules van atrás.

Todos asintieron y empezaron el recorrido.

°°°
Narra Joaquín

- Esto está siendo demasiado sencillo ¿no lo creen?, algo no me está gustando. - dijo Aron

A prince for the Olympus • Emiliaco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora