Capítulo 16 • La cueva de las estrellas

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No era difícil distinguir la cueva desde el buque de guerra donde se encontraban los chicos. El capitán trataba de llevar el mando sin perder el control, pues es cierto que todo el camino habían ido en calma pero estando tan cerca del hogar de las sirenas todo se descontrolaba; las olas pegaban con fuerza haciendo que el buque se moviera intensamente, y todas las sirenas se pusieron en guardia, listas para el ataque.

- Son más sirenas de las que pensaba - susurró Aron desde la cubierta

- Tranquilo, no pelearemos con ellas.

- Hijos de Zeus, sabría que vendrían - detrás de una roca salió una sirena se cabello rojizo y dientes puntiagudos. Portaba una corona gigante en su cabeza y sonreía con malicia.

- Tú debes ser la reina - soltó Hércules - ¡Que honor! - expresó sarcástico

- Puedes burlarte todo lo que quieras Hércules, pero no te daremos lo que buscas

- Ya salí vencedor una vez aquí, puedo hacerlo de nuevo - sonrió Hércules triunfante

Mientras seguían con su conversación, Joaquín hizo una seña para que Luna iniciara con la otra parte del plan. Con cuidado de no ser vista, se escabulló hasta las escaleras del buque, en dónde estaba Emilio sentado.

- Joaquín dijo que sabes nadar, ¿es eso cierto?

- S...s..si - tartamudeo el rizado

- Bien, escucha con atención. Estuvimos armando estrategias de combate en caso de que todo saliera mal. Eso es lo que estabas escuchando de nosotros, pero eso sólo es el plan b. El plan A te involucra totalmente a ti. - explicaba la chica mientras ponía en una bolsa de tela un líquido somnífero, otros aretes adheribles para evitar el canto de las sirenas, una daga y un frasco que decía "medicina".

Emilio lucía confundido, pero más que eso, estaba asustado.

- Nosotros vamos a tratar de distraer a todas las sirenas que están rodeando el barco. Aron va a ayudar a ahuyentar a todas las que estén en la parte trasera del buque y tu te vas a dirigir hasta esa parte. Estando todo despejado te vas a sumergir en lo profundo del océano. Te estará esperando una sirena llamada Azul, tiene el cabello largo y los ojos ligeramente aceitunados; ella te llevará hasta la cueva de las estrellas. Entrar no será fácil, estará resguardada por más de una sirena, pero para eso llevas el somnífero. Basta una gota lanzada en el rostro de cada una para hacer que se duerman. Cuando lo hayas hecho Azul te dará las llaves para abrir las esposas de Diego.

- ¿Cómo es que yo tengo que hacer todo eso? Ni siquiera sé si puedo hacerlo, jamás he sido el héroe en nada.

- Escúchame rizado. Tú eres el único que puede entrar en estás aguas sin que las sirenas se percaten; nuestra sangre es diferente, ellas notarían que alguien está nadando, por eso debes ser tú. - Emilio estaba dispuesto a protestar cuando Luna añadió - además Joaquín nos dijo que podíamos confiar en ti.

El corazón de Emilio dió un salto. Ya estaba hecho, no podría fallar, no podía dejarse vencer y menos cuando la vida de su mejor amigo seguía en riesgo.

- ¿Qué tengo que hacer después de liberar a Diego?

- Es importante que le pongas los aparatos para protegerlo del canto de las sirenas, en caso de que intenten hacerlo y cuando salgan de la cueva Azul los guiará de vuelta al buque. Es sencillo Emilio, tú puedes con eso.

- ¿Qué hago en caso de que todo salga mal y las sirenas intenten matarme?

- Las matas primero - respondió Luna tranquilamente - Aquí tienes que tener bien clara una cosa Emilio... O son ellas o eres tú.

A prince for the Olympus • Emiliaco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora