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Pov narrador.

Era una tarde fría y en una esquina de una vieja casa se encontraba una joven de cabello plateado, ojos rojos, atada en la pared, su rostro no destinaba ninguna emoción y el hombre frente a ella empezaba a tener impaciencia.

- Así que la señora Kuzuryu, no es más ni nada menos que la mascotita del heredero, no importa que te hayas casado con el sigues siendo solo una simple basura, pero al menos me servirás para mí venganza.

La joven suspiro con cansancio e irritación y lo vio.

- Así que el clan Yamada otra vez busca destruir al Kuzuryu, son tan predecibles.- su voz era monótona y suave.

- Mi querida Pekoyama, estás equivocada, aunque no del todo, verás lo que yo busco es evitar que sigan metiéndose en los negocios de mi familia y la única manera de lograrlo es desaciendome  de la única heredera del imperio Kuzuryu.

En ese momento la cara de Peko se descompuso, mostrando su terror.

- Deja a Natsumi, ella no tiene nada que ver con esto.- Su voz era histérica y cargada de angustia, al intentar avanzar al frente callo al suelo.

- Al fin cambiaste esa cara estoica, lástima que es lo único que verá tu bastarda antes de su destino final.- Su voz era de completo cinismo.

- Yamada no lo hagas, Natsumi no tiene porqué pagar las consecuencias déjala, conmigo es más que suficiente, además mi hija no te creerá.- se sintió más relajada al recordar eso.

- Y crees que no lo pensé, es obvio que tú bastarda no me va creer, es por eso qué estás aquí, a la única que va creerle es a su madre, si tú le dices que venga, ella vendrá como un manso corderito.

- Crees que lo haré, ni de broma.- Su voz era tan amenazante que lo hizo retroceder por un momento paga después reír.

- Lo tendrás que hacer, a menos de que tambien quieras perder a tu amado Fuyohiko, ya que en el momento de que mate a su bastarda vendrá a mi, y estaré más que dispuesto a matarlo frente a ti, ¿Acaso fracasaras en tu tarea, H-E-R-R-A-M-I-E-N-T-A.

Al oír esas palabras el mundo de Peko tambaleó, hace cuánto esa simple palabra no la afectaba, intenta recordar lo que dijo Fuyohiko cada vez que ella se llamaba asi, pero le era imposible sin que sus ojos se nublaran.

- Bien ya es hora.- La levanto sin nada de delicadeza y la puso en su hombro derecho.

Horas después.

Un joven de tez blanca, ojos amarillos y cabello rubio caminaba con el ceño fruncido mientras sus manos eran puños que contenían su rabia, sentía que muy pronto le iban a sagrar, así que aprovecho para golpear la pared desquitando toda su frustración, tenía suerte de que Natsumi aún no llegará de la escuela, le llegó un disco y el lo vio, nomás distinguió a su querida esposa supo que algo andaba mal.

Su esposa no había llegado a la casa desde ayer y de repente le pedía a su hija que por favor fuera a la dirección que le marcaba y sola porque le tenía una sorpresa para ella, y no solo eso sí no que no era necesario que le dijera a su papá porque también la sorpresa era para el.

Lo hacían dudar en extremo y nadie podía engañarlo porque él sabía perfectamente que en los ojos de Peko le rogaba que no fuera y eso era de desconfianza, además conocía cada parte del cuerpo de su esposa y sus posturas así que la forma en la que le pedía a su hija era la típica que cuando no quería que lo hiciera, así que gruñó al ver el miedo en su esposa, esa misma mirada que conoció la primera vez que su familia secuestro a alguien.

One-shots KuzupekoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora